Más cerca de la educación híbrida: cómo la tecnología transforma el concepto de profesor

La educación ya cambió en gran parte durante los meses de confinamiento, pero las clases online son solo la punta de iceberg de una transformación mucho más profunda

“Mi abuelo fue maestro, y creo que con lo que aprendió en la Escuela de Magisterio tuvo suficiente para ejercer toda una vida. Hoy hacer lo mismo honestamente sería imposible, e intentarlo, un crimen”. Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y director del Instituto Nacional de Administración Pública, recurre al ejemplo familiar para personalizar uno de los grandes dogmas sobre el cambio en el modelo educativo: la necesidad de formarse toda la vida. Y si ese requisito prácticamente no admite excepciones en el mundo profesional, es aún más perentorio e...

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“Mi abuelo fue maestro, y creo que con lo que aprendió en la Escuela de Magisterio tuvo suficiente para ejercer toda una vida. Hoy hacer lo mismo honestamente sería imposible, e intentarlo, un crimen”. Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y director del Instituto Nacional de Administración Pública, recurre al ejemplo familiar para personalizar uno de los grandes dogmas sobre el cambio en el modelo educativo: la necesidad de formarse toda la vida. Y si ese requisito prácticamente no admite excepciones en el mundo profesional, es aún más perentorio en el caso de los maestros.

El nuevo rol, con nuevas capacidades, de los docentes fue el tema estrella de ‘Un país para aprender’, el primero de los contenidos temáticos de El País que analizan los grandes retos de la sociedad española en el contexto de recuperación postpandemia, con el epígrafe común de ‘Un país para’ y la colaboración de Telefónica. La educación ya cambió en gran parte durante los meses de confinamiento, pero las clases online son solo la punta de iceberg de una transformación mucho más profunda. La analizaron tres expertos, de diferentes ámbitos, entrevistados por Jaime García Cantero, director de contenidos del Foro Retina.

El nuevo papel del docente

Los cambios sistémicos en la educación vienen ya de atrás, cuando el desarrollo de internet convierte el acceso a la información en una cuestión de apenas segundos. Y ahora la tecnología ha demostrado que alumnos y profesores pueden liberarse de la necesidad de compartir tiempo y espacio para las actividades educativas. El futuro es la educación híbrida, y, más allá de la formación básica obligatoria, todas las instituciones tendrán que adaptarse al nuevo escenario, más digital. Si no lo hacen, el riesgo es la irrelevancia, dada la pujanza de nuevos centros de formación alejados de los moldes tradicionales.

¿Perderán los profesores importancia en este nuevo entorno? No, o incluso la ganarán si se adaptan con éxito. Lo que ocurre es que sus funciones cambiarán tanto que hasta se podrían definir con otros conceptos. “El docente era, es y será la palanca del cambio educativo; es fundamental su papel como facilitador”, dijo Luis Miguel Olivas, director global de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación Telefónica; “el maestro se convierte en un diseñador de contenidos, frente a un pasado en el que se integraba en un entorno diseñado”, consideró Fernández Enguita. Magdalena Brier, directora general de la Fundación ProFuturo, afirmó que los docentes deben convertirse en “creadores de contenidos y de entornos, estén o no estén presencialmente con sus alumnos”.

“La educación de calidad tiene que ser para todos, y sabemos que la digitalización es la única forma de alcanzar ese objetivo”, consideró la responsable de la Fundación ProFuturo, que desarrolla programas de educación digital para niños y docentes de entornos vulnerables en 38 países de Latinoamérica, Asia, África y el Caribe. Satisfecha del aumento de la demanda durante estos meses de pandemia –medio millón de docentes han terminado sus cursos solo desde mayo, asegura-, Brier es consciente de que la digitalización supone una enorme oportunidad en esos entornos, pero recalca el peligro de estar creando una generación perdida por falta de acceso a la escuela. Según datos de Unicef del pasado agosto, 463 millones de niños se quedaron sin acceso a la educación, ni física ni online, durante la pasada primavera, como consecuencia del cierre de los colegios.

Las aulas siguen siendo esenciales

Las aulas, coincidieron los expertos, siguen siendo esenciales. “La escuela, al menos en el tramo de educación obligatoria, es una institución de cuidado y de tutela, no solamente de transmisión de conocimiento”, afirmó Fernández Enguita, que enfatizó que “las pantallas no sustituyen a las personas”.

La cuestión es encontrar un equilibrio complicado entre las ventajas de la socialización en el aula y las oportunidades que abre la tecnología, sin cerrar puertas. Para el catedrático de Sociología la escuela comete un error si se cierra al mundo digital, pues “es ahí donde viven sus alumnos; lo que tiene que hacer es guiarlos y capacitarlos para ese mundo”. Al fin y al cabo, esa capacitación social siempre ha sido el objetivo de la Educación, pero ahora también es digital: los contenidos están a golpe de ratón y el profesor imparte clases en una plataforma online.

El reto de aprender a aprender

Los cambios sociales que trae la digitalización son muy significativos, pero en la educación se aplican de forma lenta, por mucho que la pandemia haya acelerado los acontecimientos. Algunas iniciativas fuera de la educación obligatoria sí han pisado el acelerador, como 42, un programa internacional que en España desarrolla la Fundación Telefónica.

De forma ortodoxa, se puede definir como una escuela de programación. Pero, en realidad, es una especie de campus abierto en el que aprender a aprender, como explicó Luis Miguel Olivas, director global de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación Telefónica: “No existe ni el concepto de profesor, ni plazos ni ritmos concretos de aprendizaje; basándonos en retos, en proyectos y en trabajo en equipo, se trata de que los alumnos aprendan a buscarse la vida, algo que va mucho más allá de que adquieran conocimientos o competencias concretas”.

La Red Internacional 42 fue creada en 2013 en París, inicialmente para paliar la escasez de programadores informáticos, y llegó a España en 2019, con sede física en el Distrito C de Telefónica, en Madrid. En solo un año de funcionamiento se han inscrito en el campus madrileño más de 26.500 personas, de más de 25 países. En 2021 se abrirán campus 42 en Málaga, Alicante, Urduliz (Vizcaya) y Barcelona.

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