Regalos del pasado

Mientras Andrea rememora el último verano que pasó en la isla durante una cena con Juanjo, una llamada les interrumpe con información sobre la maleta que cogió por error al llegar a la isla

Pau Valls

Madre mía, qué vergüenza pasé ayer. ¿Te acuerdas de lo colada que estuve por Juanjo el último verano que vinimos aquí de vacaciones? Igual ya ni te acuerdas, pero yo sí, y esperaba que él no, pero vaya si se acuerda. No solo se acuerda: es que además tiene pruebas.

Anoche, cuando bajé al restaurante, me pidió que pasara hasta una mesa que me había reservado en la terraza y que le esperase allí, mientras resolvía un lío que tenían en cocina. Bueno, pues fue sentarme y ver un sobre que me había dejado encima de la mesa, un sobre abierto y un poco manoseado, con su nombre escrito con mi le...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Madre mía, qué vergüenza pasé ayer. ¿Te acuerdas de lo colada que estuve por Juanjo el último verano que vinimos aquí de vacaciones? Igual ya ni te acuerdas, pero yo sí, y esperaba que él no, pero vaya si se acuerda. No solo se acuerda: es que además tiene pruebas.

Anoche, cuando bajé al restaurante, me pidió que pasara hasta una mesa que me había reservado en la terraza y que le esperase allí, mientras resolvía un lío que tenían en cocina. Bueno, pues fue sentarme y ver un sobre que me había dejado encima de la mesa, un sobre abierto y un poco manoseado, con su nombre escrito con mi letra. Dentro había un cromo de su pokémon favorito, un retrato que le dibujé y un vale escrito a mano que podía canjear por una cita conmigo. Fue el regalo de cumpleaños que le hice el último verano que nos vimos. ¡No me puedo creer que lo haya guardado durante todo este tiempo!

Juanjo ha cambiado un montón. Excepto por mi altura yo estoy más o menos igual, pero si no fuera por lo del dedo, a mí me habría costado mucho reconocerle. El retrato que le regalé aquel verano no es muy bueno, pero sí lo suficiente como para que, si estuvieras aquí y te hubieras puesto a comparar al Juanjo dibujado con el Juanjo real, te dieras cuenta de lo mucho que ha cambiado.

Estábamos hablando de todo esto mientras yo me moría mucho de la vergüenza cuando sonó mi teléfono, y atención, porque ya sé de quién es la maleta que cogí por error en el aeropuerto. ¡Es del farero! El hombre que murió la semana pasada al caerse desde lo alto del faro. Quien me llamó fue Tomás, el encargado del archivo del diario de la isla. Esperaba su llamada hoy, pero se ve que encendió su teléfono del trabajo anoche, al regresar de sus vacaciones, y escuchó un mensaje que le había dejado la persona con la que estuve hablando. Me contó que al archivo solo tiene acceso él, pero que hace unos meses el farero se pasó algunos días por la Redacción, interesado en leer noticias antiguas. Le dejaron pasar, pero Tomás no sabía que se había llevado todo eso. Así que supongo que la maleta debía de ser suya, ¿no?

Cuando colgué me puse a contarle a Juanjo todo lo que había pasado. Le dije que iba a llamar a la policía para explicárselo y pedirles si podían entrar en el faro a buscar mi maleta, pero me dijo que no hacía falta. Como su padre es ahora el alcalde, puede conseguir las llaves del faro.

Hemos quedado hoy, en un rato, para entrar allí juntos.

Descubra las mejores historias del verano en Revista V.

Ver serie completa

Cartas desde la isla

Más información

Archivado En