Partidarios y detractores reciben a Rajoy en Pontevedra a los seis meses del puñetazo

El candidato vuelve a Pontevedra y se reivindica a sí mismo: "Estoy en forma y tengo el respaldo de mi partido"

Mariano Rajoy este jueves en Pontevedra.ÓSCAR CORRAL

Justo este jueves se cumplían seis meses del puñetazo que recibió durante la pasada campaña y por eso el paseo de Mariano Rajoy por Pontevedra no ha tenido nada que ver con los festivos recorridos de besos y selfies de estos días. La tensión era evidente y la sonrisa, forzada. Al contrario que en Torrevieja o Roquetas de Mar, la gente casi no se acercaba al candidato, que caminaba en una burbuja de escoltas. Era él el que tímidamente se aproximaba a la dependienta de una tienda, al que tomaba café en...

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Justo este jueves se cumplían seis meses del puñetazo que recibió durante la pasada campaña y por eso el paseo de Mariano Rajoy por Pontevedra no ha tenido nada que ver con los festivos recorridos de besos y selfies de estos días. La tensión era evidente y la sonrisa, forzada. Al contrario que en Torrevieja o Roquetas de Mar, la gente casi no se acercaba al candidato, que caminaba en una burbuja de escoltas. Era él el que tímidamente se aproximaba a la dependienta de una tienda, al que tomaba café en una terraza... y les dejaba un folleto del PP y las papeletas electorales. Si la tensión se mide en fotos, en el tiempo en que Mariano Rajoy suele hacerse 25, hoy en Pontevedra se hacía una.

Realizó el mismo recorrido que hace seis meses, pero en sentido contrario. En una esquina le esperaba un grupo con pancartas en las que se leía “persona non grata” y más adelante, manifestantes por la polémica prórroga durante 60 años de una celulosa montada durante la dictadura junto al mar. Rajoy no estaba a gusto.

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Cuando ya estaba llegando al teatro donde iba a pronunciar su mitin, empezaron a oírse gritos de “¡fuera, fuera!” y “¡corrupto!”. Una señora salió escopetada de su tienda para abrazar al líder del PP. Le llamó con familiariedad, le besó, le agarró por la cintura antes de dejarle marchar. Al final del tenso recorrido le esperaban los simpatizantes con carteles en los que se leía “presidente”. Partidarios y detractores midieron sus pancartas —rojas unas, azules otras— y volumen de abucheos frente a aplausos. Ganaron los últimos. Y al candidato del PP le cambió la cara.

“Ya he recuperado las gafas”, bromeó, cuando se subió a la tribuna, curiosamente, en el mismo teatro donde el pasado febrero se celebró el pleno municipal que aprobó nombrarle persona non grata. La moción había sido presentada por los socialistas gallegos y la Marea de Pontevedra y contó con el apoyo del partido mayoritario, el BNG, y el rechazo del PP y Ciudadanos. 

Rajoy no se esperaba aquel puñetazo y mucho menos donde se produjo, en la que considera su ciudad, donde vivió gran parte de su vida, donde arrancó su carrera política y conoció a su mujer. El agresor, un chaval de 17 años, fue detenido y acaba de ser condenado a dos años de internamiento en régimen cerrado y uno en libertad vigilada por un delito de atentado contra la autoridad. Con todo, Rajoy ha repetido varias veces que más que el puñetazo, le dolió la declaración de persona non grata. Algo que no le habían hecho, se quejaba amargamente, “ni a Hitler ni a Stalin”. Hoy ha querido reivindicarse y ha aprovechado la tribuna también para responder a Albert Rivera,que descarta abstenerse en favor de Rajoy tras el 26-J. "Florecen por doquier toda suerte de personajes que dan lecciones mañana y tarde". "Yo os digo que estoy bien, en forma, preparado para seguir llevando el timón de España durante los próximos cuatro años. Estoy seguro de mi mismo, sé lo que tengo que hacer y tengo el respaldo del mayor partido", zanjó. 

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El candidato volvió a repetir que debe gobernar la lista más votada y presentó al PP como "la única alternativa a una coalición entre Ciudadanos, Podemos y el PSOE", incluyendo a la formación ed Rivera en el mismo bando que Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.

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