Capotazos clandestinos bajo la luna

Tres detenidos por torear de noche y sin permiso en una finca de la toledana Oropesa

José Luis Madrigal, uno de los tres arrestados, en Talavera de la Reina.uly martin

El capote se desperezó bajo la luna llena. Clandestino. Furtivo. A la caza de un animal que embistiese y acompañase después a la muleta, a derecha e izquierda; que recorriese el albero tras sus pasos. En una finca de Oropesa (Toledo), la noche se convirtió en el refugio. Y en el testigo. Tres hombres saltaron al ruedo allí ubicado sin el permiso del propietario. Y, ahora, se enfrentan a un delito de daños por valor de 53.000 euros, según la primera denuncia presentada. "Cuando nos cogieron a dos en el lugar, la ...

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El capote se desperezó bajo la luna llena. Clandestino. Furtivo. A la caza de un animal que embistiese y acompañase después a la muleta, a derecha e izquierda; que recorriese el albero tras sus pasos. En una finca de Oropesa (Toledo), la noche se convirtió en el refugio. Y en el testigo. Tres hombres saltaron al ruedo allí ubicado sin el permiso del propietario. Y, ahora, se enfrentan a un delito de daños por valor de 53.000 euros, según la primera denuncia presentada. "Cuando nos cogieron a dos en el lugar, la Guardia Civil nos preguntó qué hacíamos. Y yo se lo dije: pues intentar torear, que queremos ser toreros", relata José Luis Madrigal, uno de los tres arrestados.

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A sus 32 años, este novillero aún busca una oportunidad que lo empuje a lo más alto. En Talavera de la Reina (Toledo), donde vive con su novia, a unos 35 kilómetros de Oropesa, Madrigal rememora aquella madrugada del 1 de febrero en la que se lanzó a la dehesa perseguido por el mayoral y los agentes del instituto armado. "Estábamos en la plaza cuando nos sorprendieron", apunta el maletilla —con ese nombre se conoce a quienes se cuelan en las fincas para torear—. Los tres hombres habían quedado a las nueve de la noche, según cuenta, para adentrarse en los terrenos del ganadero Adolfo Rodríguez Montesinos. Dejaron el coche a unos tres kilómetros y, a pie, llegaron hasta el ruedo. Entonces separaron varias reses y metieron la primera en la plaza. Según el relato del treintañero, que cuenta que les cogieron a los pocos minutos, "todas eran vacas".

Aunque, el abogado del propietario y la Guardia Civil mantienen una versión distinta. Según ellos, los utilizados eran machos —más caros—. "Estaban toreando un novillo y tenían apartados otros ocho dentro de los corrales. Pero, en total, una veintena de animales tendrá que ser sacrificados por no ser aptos para la lidia", relata el Instituto Armado. "Esos son, como mínimo, los que calculamos que están afectados. Porque sospechamos que han entrado más veces para cometer sus fechorías", apostilla Antonio José Martínez, el letrado del ganadero. Las reses, si ya se han toreado, no pueden volver a utilizarse en una plaza porque son más peligrosas, han aprendido los movimientos que les va a hacer el matador.

"Uno de nosotros tres estaba vigilando. Vio un fogonazo de luz. En ese momento nos mosqueamos. Subimos a mirar y, cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos rodeados", continúa Madrigal. Sonó entonces: "¡Alto a la Guardia Civil". Y comenzó la persecución. A uno de ellos, Saúl Benayas —conocido como el banderillero bético porque “siempre” torea con una camiseta del equipo hispalense—, le cogen a pocos metros del ruedo. "Yo vigilaba y me pillaron rápidamente", relata Benayas, un cordobés de 31 años, que se gana la vida “de chapuzas”. A Madrigal lo detienen a un kilómetro y medio de la plaza. Y al tercero, J., que logra huir, lo localizan posteriormente los agentes. "Lo identifican los otros dos", cuenta el abogado Martínez.

El ganadero denuncia que tendrá que sacrificar hasta 20 novillos,  valorados en unos 53.000 euros
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Según cuentan varios ganaderos y expertos taurinos consultados por EL PAÍS, los maletillas eran más habituales hace décadas, antes de la proliferación de las escuelas de lidia. Juan Belmonte y Manuel Benítez El Cordobés empezaron así su carrera. "Nosotros sabemos que lo que hicimos no está bien. Pero estas cosas se hacen por desesperación", remacha Madrigal, que afirma que 20 días antes estuvieron en un tentadero en esa finca para que les dejaran dar unos pases: "Nos echaron de malas maneras, nos dijeron que allí no estuviéramos. Así que decidimos volver cuando hubiera luna llena, para aprovechar la claridad".

Pero, ¿cómo supieron los agentes que la noche del 1 de febrero acudirían a esa plaza? "El mayoral nos comunicó sus temores de que se presentaran varias personas para torear las reses bravas que crían en la finca. Y sospechaba que ya pudiera haber ocurrido durante la luna llena anterior", informan fuentes de la Guardia Civil. Una versión que los arrestados, que niegan haber acudido antes a ese ruedo como maletillas, no se creen. Alguno de los detenidos sospecha que alguien, a quien se lo habían comentado, se chivó.

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