Sheinbaum sale fortalecida de la pugna arancelaria con Trump
La presidenta mexicana dispara sus niveles de aprobación, además de contar con el apoyo tanto de los empresarios como de la oposición, por la manera como ha conjurado por segunda vez las presiones de Washington
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha sostenido que la política es el arte de elegir entre inconvenientes, citando a Andrés Manuel López Obrador, exmandatario y su impulsor político. Algunos inconvenientes tienen su reverso positivo. Sheinbaum acaba de superar uno de sus mayores retos en el corto periodo que lleva su mandato, al plantar cara a la arremolinada manera de negociar de su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump. ...
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha sostenido que la política es el arte de elegir entre inconvenientes, citando a Andrés Manuel López Obrador, exmandatario y su impulsor político. Algunos inconvenientes tienen su reverso positivo. Sheinbaum acaba de superar uno de sus mayores retos en el corto periodo que lleva su mandato, al plantar cara a la arremolinada manera de negociar de su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump. La cabeza fría y la templanza, ha dicho la presidenta, pero también la exigencia de respeto, han sido sus principales recursos para afrontar la amenaza del magnate republicano de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas. El amago finalmente se ha conjurado temporalmente y por segunda vez, tras arduas negociaciones que han requerido de México un esfuerzo extraordinario en el combate al narcotráfico y la inmigración irregular. En el camino recorrido, la mandataria ha cosechado un enorme apoyo popular, según encuestas publicadas esta semana, así como el espaldarazo irrestricto entre los empresarios y los políticos, incluidos los de oposición, reacios en otros momentos a reconocerle méritos a su gestión. Sheinbaum ha capitalizado puertas a dentro y una crisis desatada fuera.
Antes de que se confirmase este jueves que Washington no impondría tarifas a los bienes mexicanos —al margen de los aranceles generales anunciados por Trump para el 2 de abril—, Sheinbaum había convocado el próximo domingo a una movilización popular en el Zócalo, la principal plaza pública del país. Desde allí, la mandataria anunciaría cuál sería la respuesta de México al trato unilateral de Trump. La réplica iba a consistir en “medidas arancelarias y no arancelarias”, según adelantó. Ese baño de masas en el Zócalo evocaba inevitablemente a Lázaro Cárdenas: un jefe de Estado que se pone a la cabeza del pueblo para defender su soberanía y combatir las presiones extranjeras.
Ya los principales empresarios de México habían confirmado su asistencia al acto. “Estamos haciendo un frente común con la presidenta”, señaló el Consejo Coordinador Empresarial el miércoles. Los 32 gobernadores respaldaron la conducción de las negociaciones por parte de Sheinbaum, y algunos mandatarios surgidos de las filas de la oposición confirmaron que acompañarían a Sheinbaum en la plaza del Zócalo. “Mi militancia está acreditada. Mi patriotismo también”, dijo el panista Mauricio Kuri, Ejecutivo de Querétaro. “Yo voy a asistir. México necesita unidad, independientemente de los partidos políticos”, dijo su homóloga de Aguascalientes, Tere Jiménez, también del PAN.
Este jueves, disipada la amenaza de Trump, Sheinbaum ha indicado que lo del domingo ahora será un acto de celebración y un festival. No habrá el esperado anuncio grandilocuente para escenificar una política de ojo por ojo arancelario contra Estados Unidos. “Voy a explicar el logro que significa este acuerdo entre los presidentes y entre nuestros pueblos, y vamos a invitar a grupos musicales para festejar con el pueblo de México”, ha explicado la mandataria. El resto del discurso, ha anunciado, versará sobre la elección judicial del próximo 1 de junio y otros asuntos más bien domésticos.
La aprobación de Sheinbaum no ha hecho sino crecer en el contexto de las negociaciones con Washington, en las que la mandataria ha apelado al trato igualitario entre las naciones, sin sometimiento ni intervencionismo. Una encuesta reciente de El Financiero señalaba que el 85% de los mexicanos aprueba la gestión presidencial de Sheinbaum, a cinco meses de iniciado su sexenio. Esa medición destacaba que los atributos de la presidenta que más aprecian los ciudadanos son su honestidad, su liderazgo y su “capacidad para dar resultados”. El diario agregaba que, en las últimas tres décadas, ningún mandatario había alcanzado una aprobación tan alta, ni siquiera el expresidente López Obrador, un político poderosamente carismático. Otras encuestas, como la de El Universal y la de Enkoll, han dado a Sheinbaum una aprobación de entre el 76% y el 81%.
Están por verse las nuevas mediciones, posteriores al anuncio oficial de que México ha librado las presiones tarifarias de Trump. El pronóstico no puede ser inverso a la marcada tendencia a favor de Sheinbaum: su aprobación cuando menos se mantendrá, o bien crecerá a niveles inéditos. Con un dominio rotundo desde Morena, el partido oficialista, en el Legislativo y próximamente en el Poder Judicial, lo mismo que en la mayoría de las gubernaturas y Congresos locales, la presidenta, la primera mujer en comandar México, tiene no solo las palancas del poder al uso sino también la legitimidad para manejarlas. Ya ha dado muestras de que su estilo de superar las crisis se basa en la templanza y la conciliación, pero también en la exigencia de reconocimiento entre los interlocutores como iguales. Con contundencia, sin aspavientos. Es el poder tranquilo.