Michel Rojkind, arquitecto: “Si un proyecto no es generoso con la ciudad, no debería construirse”

El arquitecto mexicano habla sobre la importancia de que los proyectos arquitectónicos tengan un objetivo socialmente responsable y sugiere la creación de leyes que los obliguen a aportar algo a la comunidad

Michel Rojkind en Ciudad de México, el 2 de diciembre del 2024.Aggi Garduño

El trabajo del arquitecto Michel Rojkind (Ciudad de México, 54 años) sobresale entre la monotonía de una urbanización que opta por levantar los mismos edificios de siempre. En Veracruz creó el Foro Boca, sede de la Orquesta Filarmónica de Boca del Río; en Baja California estuvo a cargo de Vinícola Pictograma, un espacio para la producción de vino; en la capital rediseñó y convirtió la Cineteca Nacional en un espacio social y edificó sobre avenida Insurgentes una tienda departamental que, sin el letrero enor...

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El trabajo del arquitecto Michel Rojkind (Ciudad de México, 54 años) sobresale entre la monotonía de una urbanización que opta por levantar los mismos edificios de siempre. En Veracruz creó el Foro Boca, sede de la Orquesta Filarmónica de Boca del Río; en Baja California estuvo a cargo de Vinícola Pictograma, un espacio para la producción de vino; en la capital rediseñó y convirtió la Cineteca Nacional en un espacio social y edificó sobre avenida Insurgentes una tienda departamental que, sin el letrero enorme con el nombre de la marca, parece sacada de un cuento de ciencia ficción. De hecho, la mayoría de sus proyectos transmiten esa sensación. Foro Boca y Pictograma podrían ser escenarios creados por el cineasta Denis Villeneuve para la película Duna. Sin embargo, la finalidad de su trabajo no es impresionar a la gente. “Cada proyecto debe tener un objetivo socialmente responsable”, comenta a EL PAÍS en un amplio salón de un hotel en el Estado de México, previo a dar una conferencia sobre edadismo.

Antes de ser arquitecto, Michel Rojkind fue baterista de la agrupación Alex Syntek y la gente normal. La banda de rock fue exitosa. Giraron por México, grabaron videos musicales y los videos de la agrupación se transmitieron en el legendario canal de televisión MTV. Pero su madre lo instó a que no dejara los estudios. Un día tocaba en un foro con las entradas agotadas y al siguiente se encontraba en un aula de la Universidad Iberoamericana. Confiesa que no era el alumno favorito de los profesores. “En esa época era rarísimo que tuvieras dos profesiones. Ahora los chavos hacen veinte cosas a la vez”, dice.

Los maestros señalaban que sus ideas eran utópicas y no se podían realizar, pero Rojkind sostiene que siempre se sintió capaz de hacer proyectos que hicieran evolucionar a la sociedad. Para él, el objetivo de diseñar es mejorar algo. Sugiere que sería ideal la creación de leyes que obliguen a los proyectos a aportar algo a la comunidad. “Si tu proyecto no da equis condición de generosidad hacia la ciudad, no debería construirse”.

Utópico, sí. Porque cuando se recorren las calles de Ciudad de México, se ven obras nuevas como se ven tiendas Oxxo, y los proyectos son plazas comerciales o departamentos con un portón, paredes de tres metros de altura y no hay un sólo espacio verde.

Su carrera musical le permitió generar el capital suficiente para que fuera él quien escogiera los proyectos que le interesaban. Pero el dinero duró poco. “De la Cineteca nos quedaron debiendo seis millones de pesos”, confiesa. La obra quedó incompleta. Una de sus ideas era extender el jardín de la parte de atrás hacia el cementerio, pero dice que el pueblo de Xoco se le fue encima. Sin embargo, esas mismas voces que defendieron el espacio de sus muertos, no pudieron hacer nada contra el centro comercial Mítikah y el rascacielos más alto de la capital.

No es el único trabajo truncado de Rojkind. En 2008, su despacho ganó un concurso para construir el nuevo museo Tamayo, en Atizapán de Zaragoza, Estado de México. El encargo fue hacer una bodega. Rojkind accedió, pero propuso que las secciones de embalaje, restauración y almacenamiento sirvieran como espacios culturales para que los visitantes entendieran las etapas por las cuales atraviesa una obra de arte para llegar a su destino específico. Esta vez fue la política la que frenó el trabajo. El Tamayo organizó el concurso, pero el terreno no era de ellos. “Le pertenecía al PAN”, comenta el arquitecto, “pero ese año gobernaba el PRI, así que el Partido Acción Nacional dijo: ‘chinguen a su madre, no les doy el terreno”.

En los últimos años, Michel Rojkind se ha dedicado a dar conferencias y hablar de salud mental, un tema que ha ido ganado popularidad. Por ahora, su mente está concentrada en el tema de la edad. “Toda la vida nos dijeron que te casaras, trabajaras y tuvieras hijos. Pero a partir de cierta edad se acaba el guion, se acaba la esperanza”. Agrega que alguien debe inventar ese nuevo guion y por la pasión con la que se expresa del tema da la impresión que por “alguien” se refiere a él mismo.

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