David Foenkinos: “A veces temo que lo mejor de mi carrera haya quedado atrás”
El escritor parisino, superventas en Francia, habla sobre su trayectoria y su último libro, la historia del niño que se quedó a las puertas de interpretar el papel de Harry Potter, una tragicómica historia sobre el destino, el azar y el fracaso
Antes de ser uno de los escritores más vendidos de Francia, David Foenkinos era un adolescente enamorado de la música que tocaba la guitarra y estudiaba jazz en París. Con el tiempo formó varias bandas, fue profesor particular. Una extraña fuerza que él define como “el destino” o “mi camino” lo alejó poco a poco de las seis cuerdas y lo arrastró hacia el papel y la tinta. A principios de siglo, después de la publicación de su prim...
Antes de ser uno de los escritores más vendidos de Francia, David Foenkinos era un adolescente enamorado de la música que tocaba la guitarra y estudiaba jazz en París. Con el tiempo formó varias bandas, fue profesor particular. Una extraña fuerza que él define como “el destino” o “mi camino” lo alejó poco a poco de las seis cuerdas y lo arrastró hacia el papel y la tinta. A principios de siglo, después de la publicación de su primera novela y en su primera entrevista, un reportero le preguntó por qué decidió dejar la música y dedicarse a la literatura. “Porque no logré encontrar bajista para mi grupo”, respondió él.
Más de 20 años después, Foenkinos se ríe tras sus gafas cuadradas y su característico pelo rizado, bigote y perilla, ya con algunas canas, en el salón de un hotel en la Feria Internacional (FIL) del Libro de Guadalajara. Es un gran narrador y sabe que en la historia que acaba de contar están resumidos todos los ingredientes que conforman su personaje literario: el humor, el amor por la música, la obsesión por escribir, una idea del destino y el azar que atraviesa su bibliografía. “Uno de mis sueños era llegar a ser músico profesional, pero lo que es extraño es que estaba intentando formar una banda, encontrando muchos problemas en el camino, y entonces empecé a escribir, envíe mi trabajo a varias editoriales y fue muy fácil. Así que realmente no lo elegí, era mi destino”.
El autor parisino ha llegado a los 49 años en buena forma. Su novela La delicadeza (Seix Barral, 2011) fue la más vendida en Francia durante año y medio. Ha escrito y dirigido tres películas. Con una curiosidad hiperactiva, dice que nunca repite fórmula. Es como esos grupos que sacan un disco que revienta las listas y para su siguiente trabajo deciden regresar a sus raíces, a un toque intimista. Y vuelta al éxito por la puerta grande un libro después. En su repertorio está la biografía de una hasta entonces olvidada pintora asesinada por los nazis en Auschwitz, pero también otra de John Lennon, historias de amor, de comedia. A la FIL ha venido a presentar su último golpe, Número dos (Alfaguara, 2022), una tragicómica narración sobre la derrota y el azar.
En 1999, centenares de niños se presentan a una audición en Londres para conseguir el papel del bombazo editorial del momento, Harry Potter. En el proceso final solo quedan dos. Durante más de un mes, los responsables del casting no se deciden por uno o por otro, hasta que, al final, la moneda cae del lado de Daniel Radcliffe. Y Foenkinos reconstruye desde la ficción la vida de ese otro chaval, el niño que rozó la eternidad pero se quedó a un paso de ser el omnipresente mago de las gafas redondas.
Todo empezó como suelen empezar las grandes historias: en el sofá de casa. Un día, Foenkinos veía Harry Potter con sus hijos. Al terminar la película, buscó la saga en Wikipedia. Acabó en una entrevista a la directora del casting. “Cuando la terminé de leer inmediatamente empecé a pensar en el chico que había perdido. Me volví un poco loco porque ella decía que estuvieron dudando durante muchas semanas para decidir entre uno u otro y pensé que a un chico de 10 años que casi consiguió interpretar el papel de Harry Potter, al final alguien le dijo: ‘No vas a ser tú’. Inmediatamente pensé que era un buen tema. Todos fallamos, todos somos números dos alguna vez, pero, ¿cómo sobrevives cuando tienes que ver todos los días enfrente tuya la vida que podrías haber tenido?”.
Casi al final de la novela, se produce un encuentro entre Daniel Radcliffe y Martin Hill, el niño que no consiguió el papel. La vida que fue y la que pudo ser cara a cara. A Foenkinos le gusta imaginar a un Radcliffe que, en ocasiones, agotado por la fama, fantasee con volver a ser anónimo:
—Me gusta pensar que en un momento Daniel Radcliffe le diga a Martin Hill: a veces preferiría que tú hubieras conseguido el papel.
—¿No es un poco cliché?
—Entiendo que pueda parecer un cliché, pero creo que ni tú ni yo podemos imaginar qué tipo de vida es, es imposible. Yo lo vi un poco porque hice mi primera película [La delicadeza, 2012] con Audrey Tautou, que en esa época era muy famosa por Amélie, acababa de hacer El código Da Vinci, era la imagen de Chanel N.º 5 en todo el mundo. La gente la llamaba Amélie por la calle, no conocían su nombre real. Y entonces, decidió parar. Necesitaba escapar. Rechazó todas las películas que la ofrecieron.
—¿Alguna vez le ha pasado algo similar?
—No. Soy famoso, pero no me gusta que se me vea mucho la cara, solo voy a la televisión cuando tengo un libro nuevo. El mes que viene estaré en todas las televisiones francesas, pero después no me veréis por un tiempo. Ser escritor no es como ser actor o cantante. A mí me encantan las sombras, la libertad, sería terrible ser reconocido físicamente.
Libros que suenan a Schubert y The Cure
La literatura, pues, ganó a la música en la vida de Foenkinos, pero sus libros suenan con una banda sonora particular. La escritura libre y adrenalínica de los beatniks, Jack Kerouac, Allen Ginsberg, aquellos desarrapados que vagaban por el Oeste estadounidense, era a menudo comparada con el jazz bebop. ¿Qué género describe mejor la escritura del francés?
“He escrito casi 20 libros y todos eran muy distintos entre sí. Tengo libros muy humorísticos, otros trágicos. Este último es más tragicómico. Para algunos el estilo sería cercano al jazz, la improvisación, pero creo que depende, cada uno tiene un ambiente musical distinto. Con Charlotte [Alfaguara, 2015] escuchaba muchísimo Schubert”. Número Dos comienza el día que se conocieron los padres del protagonista, en un lluvioso Londres de mediados de los ochenta, entre conciertos de los Cure y paseos por cementerios. Los acordes tristes de Robert Smith ambientan las páginas. “Es completamente un libro de The Cure”, dice el autor.
Otra de sus obsesiones, más allá de la música, son las historias de perdedores, de fracasos y derrotas. “Creo que me siento atraído por esos momentos de la vida que son difíciles y cómo logramos empezar de nuevo”. Le llaman la atención tanto las grandes figuras de la cultura pop como Lennon y Potter, como las historias de la gente anónima, en las sombras del día a día.
Premiado hasta la saciedad, alabado por la crítica y la cultura popular, sería muy fácil dedicarse a cosechar su éxito y dejar de trabajar. ¿Qué lo motiva a seguir escribiendo? “No es el dinero, porque soy muy rico”, ríe. “Tampoco es el éxito, porque soy muy exitoso”, vuelve a reír. “No puedo vivir sin escribir, pero, ¿por qué?”, se autopregunta. Y contesta: “Mi problema es distinto. En este momento de mi vida, puedo estar un poco orgulloso de lo que he hecho. Aunque a veces temo que lo mejor de mi carrera haya quedado atrás. Quizá sigo escribiendo por miedo a no ser nunca un mejor escritor, a no hacer un libro mejor. No puedo responder a la pregunta, realmente. No conozco mi motivación para seguir escribiendo. Creo que no puedo vivir sin un proyecto en mi mente”.
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