El Ateneo mexicano lleva a España por primera vez la obra pictórica de los exiliados republicanos
Cuarenta cuadros de 26 artistas, así como valiosos documentos del éxodo español tras la Guerra Civil podrán verse a mediados de enero en Huelva
Los pintores Roberto Fernández Balbuena y Elvira Gascón se conocieron al estallar la Guerra Civil Española, cuando ambos trabajaban para salvar el patrimonio artístico de las bombas. Había que inventariar urgentemente las obras del Prado y trasladarlas a Valencia. Ambos fueron profesores de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, pero sus carreras hubieron de continuarlas en México, el mismo destino ultramar que dio asilo a más de 25.000 españoles que huyeron del franquismo. La misma suerte corrieron otros artistas consagrados, ...
Los pintores Roberto Fernández Balbuena y Elvira Gascón se conocieron al estallar la Guerra Civil Española, cuando ambos trabajaban para salvar el patrimonio artístico de las bombas. Había que inventariar urgentemente las obras del Prado y trasladarlas a Valencia. Ambos fueron profesores de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, pero sus carreras hubieron de continuarlas en México, el mismo destino ultramar que dio asilo a más de 25.000 españoles que huyeron del franquismo. La misma suerte corrieron otros artistas consagrados, como Ramón Gaya, Cristóbal Ruiz o Manuela Ballester, casada con Josep Renau. Y miles de niños y jóvenes, algunos de los cuales se formarían en México en las mismas disciplinas, como Vicente Rojo. El Ateneo Español de México conserva unas 300 obras de aquellos exiliados republicanos, 40 de las cuales viajarán por primera vez a España para ser expuestas por la Diputación de Huelva el 16 de enero. Junto a acuarelas y óleos llegarán fotografías, cartas, apuntes, libros ilustrados y otros valiosos documentos pertenecientes al archivo del Ateneo, la gran ventana histórica del éxodo español.
Mirada y presencia lleva por título esta muestra que cruzará el océano para dar a conocer la obra de 26 artistas que el franquismo despreció expulsándolos de su tierra. Nombres como Lucinda Urrusti, José María Giménez Botey, José Bardasano, Josefina Ballester, Teresa Olabuenaga, Xavier de Oteiza, Cristóbal Ruiz, Fidel Cuesta Ruiz o Loty de la Granja, entre otros, además de los ya mencionados. Algunos eran además de pintores, arquitectos, cartelistas, ilustradores editoriales, profesores. La colección se nutre sobre todo del legado de María Teresa Arregui y José Puche, hijo de quien fue el segundo presidente del ateneo, inaugurado en 1949. El matrimonio no tuvo hijos y compraron o recibieron como regalo numerosos cuadros de los exiliados. Uno de los cuadros que se expondrán en Huelva es, precisamente, un retrato de Puche a lápiz y carbón pintado por Manuela Ballester en 1945.
El interés de estas obras seleccionadas por la curadora Karina Torres para su viaje a España radica en buena medida en la mirada de aquellos artistas, que se vuelve clara y luminosa en México, aunque algunos óleos todavía presentan los oscuros tonos que los artistas traen en la memoria de un país en guerra. La España de Franco, de José Bardasano, aunque no está datado, es ejemplo de la oscuridad nacionalcatólica en que quedó sumido el país tras la contienda. Lo mismo que Plaza del pueblo, de Arturo Souto, que muestra un Cristo en procesión entre figuras inquietantes que preside un cielo borrascoso. En la claridad mexicana, sin embargo, sitúa Gaya a su Bañista, que observa las aguas mansas en un paisaje de quietud.
Los retratos cobran protagonismo con las obras de Jesús Martí Martín (un óleo del poeta también exiliado León Felipe), José Moreno Villa (que lleva al lienzo a su colega Jesús Martí Martín dibujando) o la imagen melancólica de Bernardo Giner de los Ríos, periódico en mano, que pinta Roberto Fernández Balbuena en 1952. Ambos eran arquitectos y De los Ríos había sido en varios periodos ministro y diputado en la Segunda República, también durante la guerra. Su crónica del exilio español fue entregada por sus herederos al Ateneo. Fue sobrino de Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza. El único cuadro de la colección que llegó a México desde España y ahora vuelve es el retrato que hizo de un todavía joven Antonio Machado el pintor Cristóbal Ruiz en 1926, el de mayor formato, que preside normalmente la entrada al Ateneo, un óleo de 223 por 166 centímetros.
El acervo fotográfico donado por los hijos de Fernando Rodríguez Miaja, que murió en México a finales de diciembre de 2020 a los 103 años de edad, es digno de mención. De esos fondos se encarga Ariadna Lilián Rodríguez Argueta, quien ha seleccionado para llevar a España un par de colecciones fotográficas donde se puede seguir la trayectoria del general José Miaja, tío de Fernando, por diversos frentes de combate, cadáveres, ciudades arrasadas, recibimientos a las tropas republicanas y otras postalitas en blanco y negro minuciosamente incrustadas en las pestañas metálicas de aquellos viejos álbumes. Junto a ellos se podrán observar carnés de afiliados sindicales, cartillas del Socorro Rojo Internacional o pases de abordar a barcos como el Sinaia, el Ipanema o el Mexique, que devolvieron la libertad a miles de españoles, recibidos en el puerto de Veracruz entre hospitalarias multitudes.
El presidente del Ateneo, Ernesto Casanova, lleva trabajando desde hace dos años en este proyecto, que ha contado con el interés de la presidenta de la Diputación de Huelva, María Eugenia Limón y del comisionado para la Memoria Histórica, Antonio Rus Pérez, así como con la Fundación Kaluz, cuyo presidente, el empresario Antonio del Valle, descendiente también de españoles, es fundador del Museo Kaluz, una importante colección pictórica con obras de exiliados en la Ciudad de México. De ambos han obtenido apoyo económico. Solo una vez llegaron a España seis obras del Ateneo, “por eso puede considerarse que esta es la primera vez que la gran colección sale de México”, dice Casanova. Hubieran querido llevar más obras, pero no ha sido posible, debido a las condiciones económicas siempre precarias del Ateneo, que conserva en el mejor estado posible otras decenas de cuadros en sus almacenes. Antaño institución de gran brío cultural y político, el Ateneo no disfruta hoy del interés de las nuevas generaciones, a pesar del invaluable tesoro histórico que guardan las paredes de un edificio que tampoco les pertenece.
El Ateneo se puso en contacto con el Reina Sofía para ver si la colección que ahora llevan a Huelva podía disponer posteriormente de una sala en el museo de arte moderno, pero tienen todo ocupado hasta 2025, les han comunicado. De otras instituciones no han recibido respuesta. La itinerancia por otros espacios en España habría facilitado la logística de la muestra, pero no ha sido posible. El exilio republicano no siempre encuentra eco en el país del que partió.
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