Escribir en zona de crisis: “Es mucho más prolífico trabajar con las heridas abiertas”

La argentina Dolores Reyes, el peruano Jeremías Gamboa, el colombiano Felipe Restrepo Pombo y el hondureño Horacio Castellanos Moya conversan con EL PAÍS sobre cómo las inestabilidades políticas, económicas o sociales de Latinoamérica permean en sus obras

Felipe Restrepo Pombo, Horacio Castellanos Moya, Dolores Reyes y Jeremías Gamboa, durante el Hay Festival, en Querétaro.Daniel Mordzinski

La escritora argentina Dolores Reyes estaba en Ciudad de México el pasado martes, cuando familiares de personas desaparecidas hacían una performance para preguntar al Estado, otra vez, dónde están sus seres queridos. Dos días después, Reyes vio desde México cómo un hombre apuntó a la cabeza de la vicepresidenta ...

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La escritora argentina Dolores Reyes estaba en Ciudad de México el pasado martes, cuando familiares de personas desaparecidas hacían una performance para preguntar al Estado, otra vez, dónde están sus seres queridos. Dos días después, Reyes vio desde México cómo un hombre apuntó a la cabeza de la vicepresidenta de Argentina, Cristina Kirchner, un arma cargada con cinco balas que no salieron cuando el agresor la gatilló. “Cómo podría eso no impactar en mi escritura”, dice Reyes. EL PAÍS ha reunido a la autora, al peruano Jeremías Gamboa, al colombiano Felipe Restrepo Pombo y al hondureño Horacio Castellanos Moya para conversar, durante el Hay Festival de Querétaro, en torno a una pregunta: ¿cómo hacen literatura en Latinoamérica, un territorio en crisis permanente?

“Las crisis históricamente han fomentado la creación”, dice Felipe Restrepo Pombo, “tanto así que se habla de literaturas de posguerra, de posconflicto”. “Esas crisis invitan a pensar sobre lo que está pasando”, agrega Restrepo Pombo (Bogotá, 43 años). El autor señala que en la región existen “diferentes voces narrativas que miran el mismo conflicto de diferentes maneras”. “En Ceremonia, me interesaba hablar de como yo, un hombre blanco gay, he vivido el machismo”, cuenta sobre su novela más reciente, editada por Planeta en 2021. A su lado está Dolores Reyes, autora de Cometierra (Sigilo, 2020), un libro que aborda la violencia contra los cuerpos de las mujeres en el conurbano bonaerense. “Estamos hablando de un problema similar”, explica Restrepo Pombo.

Cometierra señala hacia cuestiones reales muy fácil de identificar pese a que es absolutamente ficción”, continúa Reyes sobre su primera novela, la historia de una joven vidente que traga tierra para encontrar a mujeres buscadas con desesperación. Para la escritora y maestra, “la literatura es una forma de elaborar cosas que de otra forma sería muy difícil”. “Me resulta mucho más prolífico trabajar con las heridas abiertas. Ni siquiera es algo voluntario, sino que eso aparece a la hora de pensar personajes, tramas, voces”. Reyes, que nació en Buenos Aires en 1978, en plena dictadura militar en Argentina, señala: “En cualquier experiencia vital en nuestros territorios vamos a atravesar situaciones de violencia que están marcando los cuerpos y las vidas de todos los habitantes. Bueno, lo mismo pasa con los personajes, y por eso están tan presentes en todas estas tramas”.

Restrepo Pombo cree que situaciones como el conflicto armado en Colombia o la llamada guerra contra el narcotráfico en México, que inició Felipe Calderón en 2006, son como un “telón de fondo” permanente. Sin embargo, el autor y periodista insiste en que “la literatura latinoamericana no es solo sobre el conflicto”: “Hay muchas historias que se cuentan de diferentes formas de diferentes maneras. Justamente Latinoamérica es un territorio tan gigantesco, tan diferente, que es difícil generalizar”.

Reyes toma ahora la palabra: “Pero además no es Latinoamérica. Claramente no es Latinoamérica. A nivel global la violencia es un presente absoluto. Hay una guerra en Europa…”. “El asunto con Latinoamérica”, sigue Restrepo Pombo, “es que todo estalla más fácil, porque es una sociedad jodida. Parte de lo que está ocurriendo políticamente, las llegadas de [Gustavo] Petro en Colombia o de Andrés Manuel [López Obrador] en México, responden a una enorme inequidad”. ¿El giro hacia la izquierda en Latinoamérica puede cambiar las narrativas de ficción? “La experimentación literaria poco tiene que ver con esos gobiernos coyunturales. Autores como nosotros estamos hablando de cosas un poco más universales”, responde el escritor.

El peruano Jeremías Gamboa comenta sobre la llegada de Pedro Castillo al poder, que durante la campaña electoral se presentó como un maestro rural con propuestas polémicas, mezcla de izquierda radical y conservadurismo. En poco más de un año ha hecho más de 40 cambios en su Gabinete. Pero la inestabilidad viene desde antes: desde que Martín Vizcarra fue destituido a finales de 2020, Perú ha tenido otros tres presidentes. “Lo mejor que le hubiera ocurrido al Perú hubiera sido que asumiera el país una izquierda responsable, una buena izquierda. Pero ha alcanzado el poder y ha hecho un Gobierno desastroso, ni siquiera hay Gobierno, es un desgobierno”, dice Gamboa.

El autor de Animales luminosos (Literatura Random House, 2022), su última novela, cuenta que para escribir él necesita tomar distancia de la actualidad peruana porque defiende que “el tiempo de la ficción es otro”. “Procuro no ver periódicos antes de empezar a escribir porque perturba mucho. Inevitablemente te llena de fantasmas y oscurece lo que escribes”, asegura. “La incertidumbre política se te mete todo el tiempo en el lugar donde estás escribiendo”, agrega el novelista, que nació en Lima hace 47 años y trabaja en la ciudad. El autor, sin embargo, reconoce: “Los escritores tenemos algo de carroñeros. La crisis política y la inestabilidad son temas donde lo narrativo está chispeando”.

–Hay un elemento que no mencionaste– le señala el escritor y periodista Horacio Castellanos Moya. –Que es que toda esa situación genera rabia, que es buena para la literatura, la rabia es una gran engendradora.

–Alonso Cueto decía que cuando regresó al Perú en 1984 y Sendero Luminoso estaba asediando la ciudad, Lima era el mejor sitio para estar, que daba temas.

–Si la guerra no llega a Lima…

Castellanos Moya, que nació en Honduras y se mudó a El Salvador de pequeño, abandonó Centroamérica hace dos décadas. Tras la publicación de El asco, en 1997, tuvo que dejar su país y ahora vive en Estados Unidos. En su novela más reciente, El hombre amansado (Literatura Random House, 2022), el protagonista está en Suecia tras haber sido acusado de abuso sexual e investiga un crimen desde el exilio. En Estados Unidos, dice, “las condiciones de escritura son privilegiadas”. “Antes eran novelas de mucha intensidad porque si tienes hijos, y tienes familia, y tienes deudas por todos lados escribes en el tiempo que le robas a la sobrevivencia”, explica el escritor de 64 años, que también ha sido editor de diarios, revistas y agencias de prensa.

“Para escribir en Latinoamérica necesitas realmente tener vocación porque no vas a hacerte rico, la fama no te da de comer, el mercado del libro está balcanizado y es pequeño… Solo que tengas una enorme necesidad interna de escribir, escribís. Ese es mi caso”, dice el escritor. “Y tienes que robarte el tiempo como sea”, continúa: “Me preguntan por qué escribo novelas cortas. Pues porque cuando escribo una novela renuncio a un empleo y me quedo mis tres meses viviendo con los ahorros o con un préstamo o algo”.

Castellanos Moya y Gamboa habían comido juntos el día anterior a esta charla, durante el Hay Festival en Querétaro, que terminó el domingo. El tema sobre cómo hacer literatura en un territorio que se prende fuego había salido de forma natural. “Un dolor entre dos es menos atroz”, apunta Gamboa. Ahora, cuando retoman el tema, señalan que “el gran reto” es encontrar un equilibrio entre “la exposición a ese caos que es América Latina y la tranquilidad para dedicarse a escribir”. “Muchos lo han resuelto migrando”, apunta Gamboa.

¿A la distancia la crisis igual se nota? “Claro, y más”, responde Castellanos Moya. “La memoria crece con la distancia y la distancia te da posibilidades de ver con perspectiva, entonces hay más posibilidad de fabular. Estar lejos tiene dos ventajas cuando un escritor ya ha desarrollado su oficio y ha asimilado las experiencias: no estás con la pasión de quien está en la bomba de tiempo y te permite ver otra realidad, entonces las cosas adquieren su verdadera dimensión”.

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