De reina de las criptomonedas a cabeza de “los más buscados”
Ruja Ignatova, la empresaria que consiguió captar inversiones por más de 4.000 millones de dólares a través de OneCoin, está en busca y captura por fraude y lavado de dinero
Las criptomonedas representan una ilusión de riquezas instantáneas muy propia del siglo XXI. Dinero digital que puede adquirirse por centavos y venderse, a la vuelta de un tiempo, en miles: así se promueven. Son, de algún a manera, la actualización de la fiebre del oro o la nueva búsqueda de El Dorado. Algunos las consideran una herramienta para romper con la dominación de los grandes bancos y entidades financieras, puesto que solo la oferta y la demanda deciden las fluctuaciones de una criptomoneda, y no un Estado, banco central o compañía. Para otros, se trata de una burbuja especulativa más...
Las criptomonedas representan una ilusión de riquezas instantáneas muy propia del siglo XXI. Dinero digital que puede adquirirse por centavos y venderse, a la vuelta de un tiempo, en miles: así se promueven. Son, de algún a manera, la actualización de la fiebre del oro o la nueva búsqueda de El Dorado. Algunos las consideran una herramienta para romper con la dominación de los grandes bancos y entidades financieras, puesto que solo la oferta y la demanda deciden las fluctuaciones de una criptomoneda, y no un Estado, banco central o compañía. Para otros, se trata de una burbuja especulativa más, una estafa para captar personas ambiciosas, pero cándidas, que guarda más de una similitud con los esquemas piramidales. No faltan en el tablero presidentes, como ocurre con el salvadoreño Nayib Bukele, que apuesten el destino de su Gobierno al éxito del bitcoin, la criptomoneda más conocida y popular. Y tampoco faltan historias turbias, como la de la ciudadana búlgaro alemana Ruja Ignatova, conocida como la “cripto-reina”, evadida desde 2017 y a quien el FBI colocó, la semana pasada, en lo alto de su lista de personas más buscadas, junto a varios narcotraficantes y homicidas de primer orden (la Europol había hecho lo mismo unas semanas antes).
A Ignatova se le acusa de fraude y lavado de dinero, pues fue la fundadora y cabeza de OneCoin, una criptomoneda lanzada en 2014 y que consiguió captar inversiones por más de 4.000 millones de dólares, según investigaciones de la cadena pública británica BBC, antes de que se hiciera evidente que no tenía manera de operar. Ignatova no se presentó en una reunión con promotores de su empresa que se realizaría en Lisboa, Portugal, en octubre de 2017. Días después, según consta en registros policiacos, abordó un vuelo rumbo a Atenas. Desde entonces no se sabe nada de ella. Las autoridades recibieron decenas de denuncias y se vieron obligadas a indagar. Dos promotores de la criptomoneda, por cierto, fueron encontrados muertos en julio de 2020 en Mazatlán, México. Se sucedieron también una serie de condenas para colegas suyos en lugares como Singapur y Estados Unidos.
Muchos de quienes invirtieron dinero en OneCoin fueron seducidos por la personalidad firme y carismática de su propietaria y convencidos por su currículo académico, que incluía un doctorado en Derecho por la prestigiosa Universidad de Contanza, en Alemania, ubicada en el estado de Baden-Württemberg, en donde Ruja se asentó desde niña, luego de que su familia migrara desde Bulgaria. La mujer aseguraba, además, haber trabajado en la prestigiosa consultora McKinsey e incluso haber cursado estudios en Oxford.
Lo que no sabían quienes le confiaron sus ahorros era que Ignatova contaba con un prontuario criminal previo. Ella y su padre adquirieron una empresa en 2012 y al poco tiempo la declararon en quiebra en circunstancias dudosas. Recibieron una condena de cárcel suspendida y una amonestación. De poco sirvió, porque en 2013 estuvo involucrada, en un papel principal, en una estafa con criptomonedas llamadas BigCoin y luego BNA. Ambas captaron una base de clientes provenientes de China y ambas colapsaron al momento del lanzamiento.
Ahí le nació a Ignatova la idea de OneCoin. Con notable cinismo, se presentó como creadora de un esquema novedoso en el mar de criptomonedas que comenzaron a brotar luego de Bitcoin y consiguió reunir un océano de recursos. Es muy recordada una presentación pública suya en la Wembley Arena, ante una multitud, en la que aseguró que OneCoin barrería a Bitcoin y los demás del mercado. Salió de allí ovacionada y millonaria.
Solo que no. OneCoin nunca operó, era imposible convertir la moneda en dinero real, y ni siquiera, según las autoridades, contaba con una blockchain, es decir, la estructura de datos segura que toda “cripto” necesita para funcionar, y que garantiza que no pueda ser falsificada o mal utilizada.
El hermano de Ignatova, Konstanin, uno de sus principales apoyos en la estafa, fue detenido en Estados Unidos en 2019 y alcanzó un acuerdo con los furiosos inversionistas de OneCoin para evitar una condena de hasta 90 años de prisión. Ruja, sin embargo, sigue evadida. Las teorías sobre su paradero son múltiples. Algunos la dan por muerta; otros piensan que se hizo cirugías estéticas y aún sigue allí, escondida y potencialmente lista para intentar un nuevo golpe.
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