Cese al fuego y ayuda humanitaria: la posición del Gobierno de López Obrador ante la invasión de Ucrania
Las autoridades mexicanas ratifican su condena a la ofensiva rusa y empujan en foros internacionales el fin de la agresión de Rusia
A más de una semana del estallido de la guerra en Ucrania, las cartas de cada país ya están echadas. México se ha sumado a 140 Gobiernos del mundo en la condena a la invasión de Rusia, que ha provocado ...
A más de una semana del estallido de la guerra en Ucrania, las cartas de cada país ya están echadas. México se ha sumado a 140 Gobiernos del mundo en la condena a la invasión de Rusia, que ha provocado el éxodo de más de 1,2 millones de personas y ha elevado las tensiones en todo el planeta por las consecuencias que ya se están viendo y las que vendrán. Más allá del aparente dilema entre estar a favor o en contra, el conflicto no escapa de matices, capacidades distintas de incidencia y grados de implicación. Estas son las claves de la posición que ha adoptado el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en los últimos días.
De oponerse a “todas las guerras” a la “condena a la invasión de Rusia a Ucrania”
El presidente ruso, Vladímir Putin, declaró la guerra a Ucrania cuando todavía era la noche del 23 de febrero en México. Unas horas después, López Obrador ofreció una de sus primeras reacciones. “No estamos a favor de ninguna guerra”, dijo el presidente en su conferencia mañanera. Un primer posicionamiento de la Cancillería mexicana siguió la misma línea: “México rechaza el uso de la fuerza”, señaló Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores y adelanto que daría más detalles en unas horas.
Ese primer pronunciamiento, sin “nombres y apellidos”, cambió en cuestión de horas. “Tenemos muy claro que estamos ante una invasión, ya no hay ninguna duda sobre ello”, ha dicho Ebrard, que dejaba claro que condenaba “enérgicamente la invasión rusa a Ucrania”, después de que la Embajada ucrania exigiera mayor claridad. ¿Por qué no hubo una condena de entrada? Jennifer Feller, directora general de planeación política en la Cancillería, sostiene que no se titubeó, pero señala que la situación no estaba clara en un inicio. “Fuimos muy cautelosos porque había muchas versiones encontradas”, dice Feller y agrega que México fue consistente al oponerse desde finales del año pasado ante la escalada de tensiones en Europa del Este. “No se ha actuado mal, pero podemos decir que el país ha sido demasiado prudente ante el atropello de Rusia”, comenta Stephan Sberro, académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
Las razones para condenar la guerra
Tras elevar el tono, Ebrard dio los motivos principales de la condena a la guerra: las propias invasiones que ha sufrido el país y que lo llevaron a perder más de la mitad de su territorio. “Por historia y tradición, por nuestra formación como nación tenemos que rechazar y condenar enérgicamente la invasión de un país como Ucrania de parte de una potencia como Rusia”, dijo el canciller el 24 de febrero.
Sberro considera que el argumento histórico es más bien un recurso “retórico”. Si se hurga en la tradición diplomática de México, en cambio, el país tiene como pilares de su política exterior los principios de no intervención y de respeto a la soberanía de cada país, lo que incluye también la defensa de la integridad territorial. Lo extraño hubiera sido que México apoyara que un país entrara a otro sin haber agotado la vía pacífica para resolver el conflicto. “Hemos sido consistentes en condenar cualquier tipo de invasión”, dice Feller, que refiere que el Gobierno se ha apegado a esos principios. También entran en juego factores más tangibles, como la vecindad con Estados Unidos, los intercambios económicos y el trato cotidiano en la relación bilateral. “Sería un error enfrentarse a EE UU por la relación con Rusia”, ataja Sberro.
En este contexto, las formas importan. Para la Administración de López Obrador ha sido importante demostrar que existe una buena relación con Estados Unidos, “con todos los países”, pero también que México es soberano y no va alinearse automáticamente a los intereses de Washington. Aquí entra la oposición por razones “históricas”, parte del doctrinario de un presidente que evoca constantemente el pasado para justificar sus acciones en el presente.
Las líneas rojas de México
En esas primeras horas de la guerra, la exigencia desde algunos sectores era que se rompieran relaciones con Moscú. El diplomático Enrique Berruga, que fue representante del país ante la ONU entre 2003 y 2007, decía a este diario que eso podía ser “un golpe de efecto”, pero que realmente no abonaba ni a la resolución del conflicto ni al país. Cuando un Estado rompe lazos con otro, tiene que acudir a un tercero para entablar comunicación y pierden sentido los exhortos a mantener un diálogo. El consenso en la comunidad diplomática mexicana es que no tiene ninguna utilidad. “Para ser honestos, tampoco ninguno de los países europeos ha roto relaciones con Rusia”, agrega Feller.
Desde la Cancillería refieren que la relación con Rusia no se ha deteriorado. “No ha habido un reclamo directamente contra México”, dice Feller. “Cuando la posición de la comunidad internacional es tan fuerte es difícil que se enfoquen en un solo actor”, agrega. La diplomática comenta que, de hecho, existen muchas coincidencias y áreas de cooperación con Rusia en otros temas y foros, como el G-20 y la pandemia. Muchas personas se preguntaban si se podría afectar la llegada de vacunas Sputnik V, por ejemplo. Feller responde que ya se recibieron todas las dosis que se tenían previstas.
López Obrador ha dicho este viernes que tampoco se tiene pensado enviar ayuda militar a Ucrania, a diferencia de países europeos. “Nosotros no mandamos armas, somos pacifistas”, ha afirmado el presidente. Una vez más, sin sorpresas: principio de no intervención, privilegio a la resolución pacífica de controversias.
México tampoco ha anunciado sanciones económicas contra el Kremlin. ¿Están completamente descartadas? Feller dice que el país no suele utilizar ese tipo de herramientas, salvo que emanen de resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y no de iniciativas unilaterales. “No es que México esté opuesto a las sanciones”, apunta Feller, que enfatiza que deben ser proporcionales y justas. “Serían un acto simbólico”, dice Sberro, por los vínculos económicos entre Moscú y México.
Las prioridades
Para México es “crucial” proteger a sus ciudadanos afectados por la guerra. La protección consular es uno de los pilares de la diplomacia mexicana, afincada en una tradición migratoria permanente con Estados Unidos. La Cancillería ha apoyado a que 81 personas lleguen a territorio mexicano, la inmensa mayoría mexicanos en Ucrania y familiares directos de otras nacionalidades. En ese grupo viajaron siete ecuatorianos y un peruano, parte de un esfuerzo con más de una decena de Gobiernos latinoamericanos para responder en conjunto. Se tiene constancia de que entre 100 y 130 connacionales han abandonado la zona del conflicto por sus propios medios o con ayuda de la Embajada, aunque algunos han decidido quedarse en países aledaños. Antes de la invasión se tenía registro de unos 220 ciudadanos en territorio ucranio. Es posible que haya otros vuelos humanitarios para evacuar a la mayor cantidad de personas posible. “Vamos a sacar a todos”, ha afirmado López Obrador y ha agregado que las puertas están abiertas para la acogida de refugiados.
En los próximos días, el Gobierno también concentrará sus esfuerzos en el ámbito multilateral. México ocupa un asiento temporal en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y desde ahí votó a favor de una resolución que “deploraba” la invasión rusa el viernes pasado. El proyecto fue vetado por Moscú, que tiene ese derecho al ser miembro permanente. Un documento similar promovido por miembros de la Unión Europea se adoptó esta semana en la Asamblea General de la ONU, donde no existen los vetos. La representación mexicana empujó una cláusula en la que “urge la resolución pacífica e inmediata del conflicto”.
México se unió a Francia desde el fin de semana pasado para que se votara otra resolución en el Consejo de Seguridad enfocada en que la ayuda humanitaria llegue a las manos de quienes la necesitan y en la que exige un cese al fuego. El proyecto no se ha votado y la negociación ha sido compleja. La prensa francesa dice que el “timing” ha sido complicado, citando incluso diferentes posiciones entre los aliados occidentales, y que las negociaciones entre Kiev y Moscú para crear corredores humanitarios han obligado a pensar el asunto en otros términos.
Feller ve la participación en el Consejo de Seguridad como “una gran oportunidad” para el país. Latinoamérica ha estado permanentemente lejos de los centros de poder de las potencias mundiales y se ve obligada a acudir a foros multilaterales para hacer oír sus prioridades y preocupaciones. Por eso, defender el derecho internacional es clave para varios Gobiernos de la región, que han expresado su condena en casi todos los casos, salvo los Estados que tienen una alianza con Rusia y que tienen que considerar otros factores en esa ecuación. Ese equilibrio —el cúmulo de aspectos mundiales, nacionales e individuales— da el margen de maniobra para los siguientes pasos en un conflicto que se desarrolla a más de 11.000 kilómetros de suelo mexicano, pero que encarna consecuencias y temores para el mundo entero.
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