Estados Unidos juega la carta de la diplomacia para negociar la reforma eléctrica de México
Washington busca un trato “justo y parejo” para los empresarios estadounidenses, dialoga con Morena y confía en que se respete el tratado comercial
Estados Unidos ha optado por jugar la carta de la diplomacia para evitar que una posible aprobación de la reforma eléctrica repercuta en sus intereses, es decir, sus inversiones y su apuesta por las fuentes renovables. La Administración de Joe Biden ha suavizado el tono después de que hace dos semanas la visita a México de la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, terminara de forma agria, con el acento puesto en las preocupaciones que cunden en Was...
Estados Unidos ha optado por jugar la carta de la diplomacia para evitar que una posible aprobación de la reforma eléctrica repercuta en sus intereses, es decir, sus inversiones y su apuesta por las fuentes renovables. La Administración de Joe Biden ha suavizado el tono después de que hace dos semanas la visita a México de la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, terminara de forma agria, con el acento puesto en las preocupaciones que cunden en Washington. El propósito es lograr un trato “justo y parejo”, en igualdad de condiciones, para los empresarios estadounidenses del sector energético y que no haya incumplimientos del tratado comercial T-MEC entre los dos países y Canadá.
El debate de la reforma eléctrica, una iniciativa con la que el presidente Andrés Manuel López Obrador busca desmontar el modelo vigente y conceder a una empresa del Estado —la Comisión Federal de Electricidad (CFE)— la gestión mayoritaria del mercado, será la próxima batalla del Congreso. Allí, el partido oficialista Morena no tiene los números suficientes para promover la reforma constitucional que se requiere para su aprobación, dos terceras partes del poder legislativo. Sin embargo, aún no está descartado que una parte de la bancada del PRI acabe apoyando el cambio legal y por eso todos los actores afectados, entre ellos Estados Unidos, se preparan para ese escenario.
El jueves el máximo representante de la Casa Blanca en Ciudad de México, el embajador Ken Salazar, se reunió con la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y lanzó unas declaraciones que sorprendieron por su tono y un aparente giro de guion. “México ya lleva desde 2013 con esta ley que tiene. El presidente tiene razón en decir ‘vamos a hacer cambios para la mejora del pueblo”, afirmó en declaraciones a los periodistas. El diplomático agregó que deben entenderse las razones del presidente para plantear este proceso y recordó que él mismo, cuando fue senador, trabajó en tres ocasiones en las leyes energéticas, Por tanto, cree que ahora la reforma se irá entendiendo cada vez mejor durante su fase de tramitación parlamentaria gracias a los debates en la Cámara y en el Senado. “Pero al final vamos a estar muy juntos”, quiso dejar claro.
López Obrador ha reaccionado este viernes con un “muy bien, Ken”. ¿Pero significan las palabras del embajador que la Casa Blanca apoya, de repente, el contenido de la reforma eléctrica? No, y las preocupaciones siguen intactas, aunque Washington sí quiere dialogar al respecto. Salazar ha aclarado la tarde de este viernes a través de las redes sociales que mantuvo varias reuniones con diputados sobre las oportunidades comerciales y económicas de la relación entre México y Estados Unidos. Con respecto al cambio de sistema energético, ha señalado, compartió su visión de “una América del Norte como potencia de energía limpia”. Ese es precisamente uno de los puntos débiles de la reforma si se tiene en cuenta también que las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad son mucho más obsoletas que las de las plantas de renovables de última generación.
Inversionistas y empresas
“Estados Unidos y México fueron dotados de significativos recursos solares, eólicos, geotérmicos e hidroeléctricos que pueden crear una central de energía limpia en América del Norte”, ha proseguido el embajador al recordar que varias empresas de su país “desempeñan papel enorme en este esfuerzo”. Salazar, que la próxima semana visitará algunos proyectos eólicos y solares, ha manifestado que una de sus prioridades como embajador consiste en velar por “inversionistas y empresas estadounidenses para que exista piso justo y parejo”. Con todo, mientras la relación entre Washington y México se consolida con múltiples acuerdos en distintos terrenos, el representante de Biden ha querido dejar claro que Estados Unidos “respeta la soberanía de México y confía en que México cumplirá los compromisos adquiridos bajo el T-MEC al considerar cambios al sector energético”.
Ese ámbito, junto con el de seguridad y la migración, es una de las principales inquietudes de la Administración demócrata, según fuentes estadounidenses. Sin embargo, para lograr un cumplimiento del tratado comercial en materia eléctrica también confían en el diálogo de Morena y concretamente con un sector de la formación. Entre ellos, destacan Ricardo Monreal, jefe de la Junta de Coordinación Política del Senado, veterano político acostumbrado a la negociación y uno de los principales aspirantes a suceder a López Obrador. También pueden desempeñar un papel importante dos de los gobernadores oficialistas que más intereses tienen en la relación y el intercambio comercial con Estados Unidos, Alfonso Durazo y Marina del Pilar, cuyos Estados, respectivamente Sonora y Baja California, limitan con Arizona y California. En definitiva, el debate sobre la reforma eléctrica, una apuesta central de la llamada Cuarta Transformación, anticipa meses de tensiones y negociaciones no solo internas sino también a escala regional e internacional.
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