El parque que resurgió de la basura en Iztapalapa
Cuitláhuac se está construyendo con materiales reciclados sobre lo que una vez fue un gigantesco tiradero. Cuando se complete será el segundo parque más grande de Ciudad de México
Alan García recuerda con nitidez la pestilencia. El olor se impregnaba durante horas en su pequeña nariz aunque pasara velozmente por allí. Las bolsas de basura formaban montañas imposibles mientras decenas de personas las escalaban, recolectando todo aquello que pudieran reciclar después. Cuando lo conoció a los seis años, Santa Cruz Meyehualco ya no era lo que había sido. Para ese entonces solo quedaba una pequeña parte de lo que en los años 50 fue el mayor tiradero de México, en pleno corazón de Iztapalapa. Parte del imperio de ...
Alan García recuerda con nitidez la pestilencia. El olor se impregnaba durante horas en su pequeña nariz aunque pasara velozmente por allí. Las bolsas de basura formaban montañas imposibles mientras decenas de personas las escalaban, recolectando todo aquello que pudieran reciclar después. Cuando lo conoció a los seis años, Santa Cruz Meyehualco ya no era lo que había sido. Para ese entonces solo quedaba una pequeña parte de lo que en los años 50 fue el mayor tiradero de México, en pleno corazón de Iztapalapa. Parte del imperio de Rafael Gutiérrez, el Rey de la Basura. Un lugar del que llegaron a vivir 5.000 familias.
Ahora, a sus veinte años, Alan se echa al hombro una pequeña mochila y se sube a su patineta en dirección al vertedero. La basura sigue allí, pero se presenta ante él de diferentes formas: donde ve un poste de luz, en realidad se esconden cientos de botes vacíos de jabón para la ropa. Cuando se agarra de un pasamanos, lo que toca son bolsas de suero de los hospitales. Y en la pista de skate, patina sobre toneladas de cascajo. Si el ave Fénix resurgió de sus cenizas, este parque llamado Cuitláhuac lo está haciendo de su basura. La magia del reciclaje.
Al coordinador del proyecto, Armando Alonso, no le gustan las acepciones de la palabra basura que vienen en los diccionarios. “Residuos desechados y otros desperdicios”. “Cosa repugnante o despreciable”. Su obsesión por darle una nueva vida a la basura ha logrado que el 80% de los materiales utilizados en la primera fase del parque sean reciclados. Para el resto del proyecto, el porcentaje aumentará hasta el 90%. “Te podría dar ejemplos inverosímiles de cosas que estás viendo que no creerías que son recicladas”, dice orgulloso. Los adoquines de un camino. La madera de una pasarela. Las bancas para sentarse.
El trajín de camiones no cesa durante todo el día. La primera etapa del parque se inauguró en septiembre de 2020, pero la tarea por delante todavía es titánica: el terreno abarca 145 hectáreas y allí se levantarán un estadio de béisbol -señal inequívoca del interés presidencial en el proyecto-, un kartódromo con especificaciones profesionales y un foro al aire libre. Cuando se complete en 2023, Cuitláhuac se convertirá en el segundo parque más grande de Ciudad de México, solo por detrás de Chapultepec. Para su construcción llegan hasta aquí diariamente 1.500 toneladas de escombros que se transforman en materiales nuevos, como adoquines o concreto.
Bajo las ruedas de la patineta de Alan nada revela que allí están enterradas toneladas y toneladas de basura. Agarra velocidad en el skatepark, el más grande de Latinoamérica, y salta mientras la tabla gira en el aire. Entretanto, un chaval que no supera los 10 años se tira en su bicicleta por lo que parece un mortífero precipicio y regresa minutos después con una pirueta de vértigo. Cuenta que, antes de que se abriera el parque, solía pasear con su bicicleta por las callejuelas del barrio.
En este monstruo desigual que es Ciudad de México, cuando se habla de Iztapalapa se dibuja en la mente una imagen de delincuencia, marginación y pobreza. Aunque es la alcaldía más poblada de la capital con casi dos millones de habitantes, pocas veces es tocada por la gracia divina de la inversión pública. Y las estadísticas lo confirman: tiene el índice más bajo de arbolado por habitante de toda la capital con tres metros cuadrados, frente a los 20 que disfrutan los barrios ricos.
Cuitláhuac viene a cambiar, aunque sea un poco, esa situación. El “Chapultepec de Iztapalapa”, como ya lo conocen por estos rumbos, aumentará en un 20% las áreas verdes de la alcaldía. La inversión también ha sido onerosa: en la primera fase del proyecto se destinaron 235 millones de pesos y en la segunda etapa, que se inaugurará este mes de julio, otros 200. El secretario de obras de la ciudad, Jesús Antonio Esteva Medina, dice que el proyecto busca disminuir las anquilosadas desigualdades de la ciudad. Disfruta imaginando que visitantes locales y extranjeros vendrán hasta Iztapalapa para conocer “el parque que se hizo de basura”.
A Esteva Medina también le gusta destacar que se ha instalado una planta de tratamiento de aguas negras que nutre las casi 15 hectáreas de humedales artificiales que se han creado en el parque. Sin embargo, prefiere no entrar en detalles sobre los tules (juncos) que han traído desde Xochimilco, donde la construcción de un puente vehicular también a su cargo ha destruido parte del último humedal natural de la capital. Es mejor ceñirse a la historia de éxito.
Y, desde luego, la Administración de Claudia Sheinbaum se quiere anotar un tanto con Cuitláhuac. Muchas habían sido las autoridades que intentaron, desde los años 90, transformar el vertedero de Santa Cruz Meyehualco en un parque. Pero los resultados habían sido escasos, si no desastrosos. Las inversiones nunca fueron suficientes, ni estuvieron bien planeadas, y el suelo -que al fin y al cabo no es más que basura-, terminó por hundirse.
Armando Alonso está convencido de que ahora las cosas serán distintas. Reunió a un equipo de más de 200 especialistas, desde biólogos hasta arquitectos, para elaborar un proyecto integral basado en decenas de estudios del lugar. El reciclaje, que reinó desde sus orígenes en Santa Cruz Meyehualco, es el eje gravitatorio del parque. Y, sobre todo, aseguró su permanencia con la estabilización del terreno: el equipo colocó unas mallas de plástico reciclado sobre las que se volcó concreto hecho de escombros para fijar el suelo. Así, Cuitláhuac le dice a la basura que se acumuló allí durante casi cuatro décadas que se quede ahí enterrada, que ahora los skaters quieren patinar.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país