México busca más de 200 millones de dosis para vencer la pandemia
Los ensayos clínicos en voluntarios marcan el inicio de un momento decisivo en los esfuerzos del Gobierno por asegurarse vacunas suficientes contra el coronavirus
México está en una fase decisiva de la pandemia. Tras sumar un millón de contagios, más de 100.000 defunciones confirmadas y la pérdida neta de unos cinco millones de empleos por el coronavirus, las esperanzas del país están puestas en tener acceso a una vacuna. El Gobierno firmó el pasado 13 de octubre una serie de acuerdos que formalizaban su intención de comprar más de 198 millones de dosis que, como algunas necesitan aplicarse dos veces,...
México está en una fase decisiva de la pandemia. Tras sumar un millón de contagios, más de 100.000 defunciones confirmadas y la pérdida neta de unos cinco millones de empleos por el coronavirus, las esperanzas del país están puestas en tener acceso a una vacuna. El Gobierno firmó el pasado 13 de octubre una serie de acuerdos que formalizaban su intención de comprar más de 198 millones de dosis que, como algunas necesitan aplicarse dos veces, pueden beneficiar a 116 millones de personas, más del 90% de la población. Falta el resto para lograr una cobertura total y el país espera seguir consiguiendo lotes. Pero hay una letra pequeña. Estos prototipos solo verán la luz si se comprueba su efectividad, si se descarta que tengan efectos secundarios graves y si su distribución es viable. Los ensayos clínicos que han iniciado este mes en voluntarios mexicanos pondrán a prueba el prototipo de CanSino, la vacuna china, y acercan la hora de la verdad sobre los tiempos, los recursos y los pronósticos de México en la lucha contra el virus.
¿Cuándo habrá una vacuna contra el coronavirus?
El pronóstico del Gobierno es que las primeras dosis lleguen en diciembre y se apliquen en marzo de 2021. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en cambio, ha moderado sus expectativas y calcula que, a pesar de que los científicos trabajan a marchas forzadas, no estará disponible de forma masiva antes de 2022. Martha Delgado, subsecretaria para Asuntos Multilaterales y una de las funcionarias a la cabeza del despliegue diplomático para conseguir la vacuna, dice en un cuestionario contestado por escrito que “habrá buenas noticias pronto”, pero prefiere la cautela por el impacto que tendría un anuncio precipitado en la población. “Tenemos todos los elementos para ser optimistas”, agrega.
Los problemas que quedan por resolver
“Con la vacuna buscamos un bien que aún no existe y que absolutamente todos quieren”, afirma Delgado. La principal incógnita es cuáles vacunas funcionarán y podrán comercializarse. Pfizer anunció que su vacuna tiene más del 95% de efectividad, pero la OMS dijo que se necesita una amplia red de ultracongelación para distribuirla, una red que ningún país tiene hasta ahora. Eso provocó que el portavoz para la pandemia, Hugo López-Gatell, adelantara que la compra no se podrá concretar si no se soluciona este punto. Aún no está claro si se adquirirá o no, pese a que la farmacéutica ya ha solicitado a EE UU que se apruebe su comercialización. En otros casos, la aparición de voluntarios con complicaciones ha obligado a pausar algunos ensayos clínicos, como en el caso de AstraZeneca, que ya los ha reanudado.
Otro tema es cómo se repartirá. “Se aplicará primero la vacuna al sector salud, primera línea de defensa contra la pandemia, y a los grupos vulnerables. El siguiente paso debe ser pensar en los grupos productivos y la población más saludable”, señala Delgado. En el caso de la vacuna contra la influenza, la respuesta de la población fue tal que se agotaron los primeros lotes y hubo denuncias de robos y ventas irregulares de dosis. La promesa del Gobierno es que habrá una cobertura “universal y gratuita”, pero se perfila que el reparto sea paulatino y tendrá que enfrentarse al miedo y a la desinformación que afecta a grandes sectores de la población. Eso vendrá después. El escollo más inmediato e importante es terminar de probar las vacunas.
La recta final de la fase experimental: Los ensayos clínicos
Un enorme cargamento de 7.000 vacunas chinas y 7.000 placebos llegó por avión el pasado 11 de noviembre. Hubo otro envío el pasado 30 de octubre. Estas son las sustancias experimentales que se probarán entre 10.000 y 15.000 adultos de más de una decena de Estados, con una inversión de 140 millones de dólares, que correrá a cuenta de CanSino. Este ensayo es prioritario para el Gobierno porque, a diferencia de las otras vacunas que se han tanteado, esta solo necesita una aplicación. El acuerdo que firmó México le garantizaría 35 millones de vacunas.
De las cientos de vacunas que se desarrollan en todo el mundo, alrededor de una decena son las más avanzadas y ya se encuentran en fase III, es decir, ya se prueban en grupos de miles de personas. En este grupo de punteros están tres laboratorios con los que México tiene una intención formal de compra: CanSino, Pfizer/BioNTech y el prototipo de la Universidad de Oxford y AstraZeneca. A parte, dos farmacéuticas estadounidenses buscan hacer ensayos clínicos en el país: Janssen, que ya tiene autorización, y Novavax, que está tramitando su permiso. Hay también pláticas para evaluar con voluntarios mexicanos la Sputnik V, de Rusia, y la de Moderna, de Estados Unidos. Curevac de Alemania también ha mostrado interés.
¿Qué ha hecho México para conseguir tantas posibles vacunas?
“A las puertas de México tocarán los grandes proyectos para hacer investigación clínica en fase III porque encuentran un buen trayecto regulatorio a nivel local”, apunta Mauricio Rodríguez, profesor de Virología de la Universidad Nacional Autónoma de México en un foro sobre el tema. Sin voluntarios, los laboratorios no pueden avanzar en sus investigaciones. Además de la flexibilidad legal para probar la vacuna, el país ha puesto sobre la mesa de negociaciones con las farmacéuticas experiencias exitosas en campañas de vacunación y, en algunos casos, una industria manufacturera con capacidad de producirlas y distribuirlas.
México ha compensado los rezagos en su infraestructura de ciencia y tecnología con una estrategia diplomática que ha sido “agresiva y exitosa”, en palabras de la Cancillería. El país ha entrado al mecanismo Covax, que tiene varias vacunas en su portafolio y funciona como una especie de póliza de seguro, en la que los países con más recursos adelantan parte de los costos de las inyecciones para financiar las investigaciones y los más pobres reciben vacunas de forma humanitaria. A cambio de 320 millones de dólares, Covax da acceso a México a vacunas para 25 millones de personas. La vacuna de Moderna, con una efectividad reportada del 94%, está en este portafolio.
Hubo también negociaciones con los laboratorios. En agosto, el Gobierno anunció un compromiso para producir y distribuir 250 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca, en asociación con Argentina y la fundación del magnate Carlos Slim. El acuerdo de octubre con ese proyecto implica inmunizar a casi 39 millones de mexicanos y el resto de dosis se repartirá en Latinoamérica. Estaba previsto que el trato con Pfizer beneficiara a 17 millones de personas. Rusia, además, quiere enviar 32 millones de dosis (de dos aplicaciones), pero no se ha cerrado un trato hasta que las autoridades mexicanas den su visto bueno.
Si se concretan los acuerdos que ya se tienen, la inversión será de 35.153 millones de pesos (casi 1.660 millones de dólares), con pagos diferidos que se saldarán el próximo año. Esta cifra puede aumentar si se cierran tratos con Novavax, Moderna o Janssen, por ejemplo. Tendrán que ponerse de acuerdo Exteriores, que ha buscado varias vacunas candidatas; Salud, que define los criterios técnicos, y Hacienda, que hará los pagos.
Tener una o varias vacunas no pondrá automáticamente fin a la pandemia
Tener inmunidad ante el virus es crucial para combatir la crisis económica, pero los especialistas advierten de que la vacuna no será una varita mágica para volver a la normalidad. Luis Antonio Gorordo, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Juárez, apunta que la vacuna será “un pilar” para dejar atrás la pandemia, pero que habrá que mantener ciertas medidas porque como ningún prototipo garantiza inmunidad al 100%, habrá gente que se siga enfermando de covid-19. Las dosis, además, toman tiempo para aplicarse y hacer efecto en el organismo. En el caso de la vacuna rusa, por ejemplo, hay que esperar 21 días para administrar la segunda dosis y esperar un tanto más a que haga efecto.
“Siempre he dicho que esto va a terminar unos meses después de la vacuna”, vaticina Gorordo. Su colega Gabriel Reyes, jefe de Urgencias, anticipa que habrá que esperar al menos dos años, contando desde marzo pasado y dependiendo de los resultados de los ensayos clínicos. “No tenemos nada cierto”, agrega Reyes. Otros expertos pronostican que seguirán saliendo cada vez más prospectos en los meses y años que vienen, por eso se habla de vacunas, en plural.