Si tu hijo es un adolescente con altas capacidades, ayúdale a entender cuáles son sus fortalezas y debilidades
Un joven superdotado tiene unas características personales, académicas y familiares particulares que requieren una atención personalizada. Los padres deben aprender a reconocer y valorar sus capacidades y detectar sus necesidades, pues son más propensos a sufrir acoso o a perder la motivación en clase
Para las familias, acompañar a un adolescente con serenidad y empatía resulta muy complejo. La adolescencia es una etapa convulsa donde el joven debe hacer frente a multitud de cambios que le generan mucha inestabilidad. Un período de desarrollo vital tremendamente complejo donde puede mostrar dificultades para modular correctamente sus emociones y entender el mundo que le rodea. Si además ese adolescente es un...
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Para las familias, acompañar a un adolescente con serenidad y empatía resulta muy complejo. La adolescencia es una etapa convulsa donde el joven debe hacer frente a multitud de cambios que le generan mucha inestabilidad. Un período de desarrollo vital tremendamente complejo donde puede mostrar dificultades para modular correctamente sus emociones y entender el mundo que le rodea. Si además ese adolescente es un chico o chica con altas capacidades, exige un entendimiento y acompañamiento individualizado. Según la doctora en Educación y experta en la atención de la alta capacidad Yolanda López (Igualada, 48 años), un alumno con altas capacidades es un joven con características personales, académicas y familiares particulares que, en muchas ocasiones, requiere una atención personalizada para poder dar respuesta a sus necesidades y fortalezas particulares. López aconseja que los padres y madres aprendan a reconocer y valorar sus capacidades y a detectar sus necesidades específicas para poder darles respuesta y ayudarle a lograr un desarrollo óptimo como persona.
“Suelen ser niños que aprenden a hablar, leer o escribir muy tempranamente y casi de manera autodidacta y que presentan buenas capacidades de comunicación, también tienen una rapidez e inagotable deseo de aprender y suelen rechazar las tareas mecánicas y repetitivas”, prosigue López. Además, según señala, estos adolescentes presentan una excelente memoria y capacidad para procesar la información; tienen mucha creatividad y gran capacidad de liderazgo y muestran un interés especial por cuestiones sociales y morales.
La también doctora en Educación Marta Tourón (Vigo, 45 años), especialista en altas capacidades y desarrollo del talento, afirma que para estos chavales la educación, sobre todo la etapa de Secundaria, está repleta de desafíos: “Son chicos que tienen las mismas características que sus iguales, independientemente de su capacidad, tienen también necesidad de autoafirmación, espíritu crítico o cuestionamiento de la autoridad de padres y maestros”. Y añade: “Pero para ellos, su nivel de inconformismo o acentuación de lo anteriormente señalado puede ser mucho más profundo y con razones que no siempre son fáciles de rebatir”.
Además, esta experta explica que es esencial destacar los logros y las habilidades únicas de estos chavales y fomentar una mentalidad de crecimiento, donde los desafíos se vean como oportunidades para aprender: “El apoyo social jugará un papel crucial en su desarrollo porque le conectará con otros adolescentes que compartan sus intereses y le proporcionará un entorno de apoyo mutuo”. Y Tourón añade que los programas académicos, artísticos o deportivos, por ejemplo, contribuirán positivamente a su crecimiento.
Para Tourón estos chicos y chicas también pueden sentir rechazo y exclusión en la relación con sus iguales, y en muchas ocasiones son gregarios y buscan el grupo ante el que quieren reafirmarse y mostrar su valía: “Se saben diferentes y los demás los reconocen como tal. Sin embargo, por paradójico que parezca, algunos de ellos también pueden ser muy crueles e intolerantes con las diferencias”. Por ello, según explica, estos chavales no siempre son tolerados por los demás: “Esto conduce a situaciones de bullying dándose cifras hasta tres veces más que en otro tipo de jóvenes”, asegura, señalando las conclusiones de la investigación ¿Son los estudiantes superdotados más víctimas que los estudiantes no superdotados? Una comparación en prevalencia y relación con variables psicológicas en la adolescencia temprana, realizada en junio de 2022.
López apunta que los profesores y padres deben ayudar al adolescente a conocerse, quererse y respetarse: “Que el joven aprenda a ser él mismo y a relacionarse con compañeros con los que comparta intereses, con los que disfrute y se sienta acogido”. Esta experta alerta que existe un alto porcentaje de que jóvenes con altas capacidades abandonen sus estudios: “La velocidad con la que son capaces de aprender provoca que aquello que pasa en el aula no les acabe de interesar porque no supone un reto intelectual para ellos o no existe conexión alguna con los temas que les motivan y de los que les gustaría saber mucho más”. Esto, según explica, provoca que su afán por el aprendizaje desaparezca y emerjan la desmotivación o conductas poco apropiadas propiciadas por el aburrimiento y el desánimo.
El papel de la familia ante un diagnóstico de altas capacidades
“Aunque algunos padres y madres tienen miedo a hablar con sus hijos sobre las altas capacidades porque piensan que supondrá ponerles una etiqueta que les hará sentirse distintos a los demás niños, informarles sobre qué significa el diagnóstico y ayudarles a entender cuáles son sus fortalezas y debilidades influirá muy positivamente en su autoconocimiento, confianza y autoestima”, retoma López.
Tourón subraya que es fundamental que se establezcan espacios en casa para el diálogo, construyendo un buen ambiente familiar que permita hablar de muchos temas y conocer las preocupaciones de unos y otros: “También es muy importante validar las emociones del niño o adolescente, desde un enfoque sosegado y equilibrado que le ayude a reconocer y comprender sus sentimientos, ofreciéndole un lugar seguro para que pueda expresarlas”. Además, recomienda enseñarle estrategias efectivas de regulación emocional, proporcionándole herramientas prácticas o la canalización creativa, por ejemplo a través del arte o el deporte.
“La motivación es muy importante para que estos menores avancen en su aprendizaje, así que las familias deben impulsar sus ganas de aprender e investigar, ofreciéndoles oportunidades significativas y estimulantes para hacerlo”, agrega. Los progenitores deben también exigirles, añade Tourón, responsabilidad y compromiso con lo que hacen, animándolos a asumir retos: “El talento que no se cultiva, se pierde, seamos capaces de acompañar el desarrollo del mismo”.
López incide en que es importante que los progenitores se formen para entender qué son las altas capacidades y conocer cómo pueden acompañarlas. Además, deberían ponerse en manos de especialistas y dejarse asesorar tanto en la fase de diagnóstico como en la posterior atención: “En España existen numerosas asociaciones que están realizando un trabajo maravilloso para ayudar a estos jóvenes e intentar dar la mano a las escuelas para conseguir un trabajo en equipo. El objetivo final es que las familias aprendan a ver las altas capacidades no como un problema, sino como un regalo y una oportunidad”.
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