S.O.S. rutina en pareja: cómo nuestra casa puede ayudarnos a recuperar el romanticismo perdido

Porque a la hora de vivir en pareja, la decoración cobra especial relevancia, de la mano de IKEA y su estudio ‘Hogares con Psicología’ hemos desarrollado un decálogo de buenas prácticas para que cada pareja encuentre su estilo compartido y burle la rutina

A Fréderic Beigbeder no le salían las cuentas. “Si una pasión dura una media de 317,5 días, ¿qué diablos ocurre durante la última media jornada?”, se preguntaba el escritor francés en El amor dura tres años, una pequeña novela, punzante y ácida, en la que nos presentaba el amor como un fenómeno de la misma brevedad; una especie de comedia romántica en tres actos: un primer año de pasión, seguido de un año de ternura y, finalmente, un año de aburrimiento. “Hay que encontrar a la persona con la que tengas ganas de aburrirte; ya que la pasión eterna no existe, busquemos al menos un tedio agradable”, recomendaba el autor para burlar las estadísticas.

Pero en la vida real, las relaciones son lo bastante complejas e intrincadas como para encontrar herramientas con las que sostener el romanticismo o tener que elegir, pasado el tiempo de rigor, entre la ruptura o la rutina. Esta última opción incluso puede darnos un respiro. “Cuando te enamoras hay un motor muy importante que es la ansiedad: el cerebro nos dice que hemos conocido a la persona perfecta, la hemos proyectado, la hemos idealizado, pero todavía no sabemos si eso es recíproco, si va a durar, si esa persona va a fallarme o va a desaparecer…”, le comenta el psicólogo y sexólogo José Bustamante a la periodista Elia F. Granados en el podcast Mañana Empiezo. Un nuevo episodio en el que vuelven a sumergirse en los resultados de la investigación Hogares con psicología, elaborada por IKEA en colaboración con el Consejo General de Psicología y la Psicofundación, sobre cómo la vivienda influye en los distintos aspectos de nuestro bienestar, entre ellos, nuestra vida en pareja. ¿Y si la clave para despertar el romanticismo estuviera entre las paredes de nuestra casa?

Según el experto, el miedo y la inseguridad en la que nos movemos al principio de la relación es la que desata los nervios —las famosas “mariposas en el estómago”—, altera nuestro apetito o nos priva del sueño… Una montaña rusa de emociones que la cultura pop se ha empeñado en hacernos creer que era el amor –o la enajenación romántica– al que deberíamos aspirar. “Todo el mundo sabe que no existe la media naranja y tenemos más datos para saber que no es verdad que el enamoramiento tenga que durar para siempre; pero en la práctica, algunas personas confunden esos sentimientos y siguen considerando que al final, lo normal cuando quieres a alguien es sentir lo que estabas sintiendo al principio. Si encima, lo intentas llevar a la práctica y persigues esa sensación, te conviertes en un monógamo consecutivo que vas encadenando una y otra relación, en búsqueda de la pareja perfecta”. O, por el contrario, como puntualizan en el podcast, caes en la infidelidad.

Del mismo modo que nos repartimos tareas y responsabilidades, los expertos insisten en la importancia de compartir aficiones, incluso algo tan cotidiano como la cocina, la jardinería o la decoración pueden sacarnos de la rutina y estrechar la relación.

Perdernos en esos dos caminos nos priva de alcanzar el amor maduro, el broche final de tantas películas y novelas románticas. “Aquí el motor de la relación ya no son tanto los proyectos ni el mirarnos uno al otro, sino el sentir que el uno y el otro formamos ya un núcleo. Tiene que ver con un nivel de vinculación que nos convierte en uno como parte del camino del otro”, puntualiza Bustamante. Una compenetración única que también necesita de cierto grado de diversión y novedad —tanto en el ámbito sexual como cotidiano—, para no caer en la rutina malentendida. “En ocasiones les pregunto a las parejas que vienen a consulta qué harían si se separaran y la gente suele contar unas cosas que parecen súper emocionantes: hablan de viajar, de actividades que hace tiempo querían hacer… Compatibilicemos parte de esto que os ilusiona dentro de la relación, ¿por qué esperar a separarse para empezar a hacer de tu vida un lugar emocionante? A veces, sin darnos cuenta, vemos a la pareja como el carcelero que no nos permite vivir la vida que queremos vivir”, reflexiona el psicólogo.

El estado de nuestra casa también es sintomático del estado de nuestra relación. Si antes teníamos cenas a la luz de las velas y ahora comemos lo primero que pillamos frente al televisor; o si aquella ropa de cama especial ha dado paso a complejas combinaciones de pijama y calcetines en rincones inesperados, quizás ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto. “La decoración de nuestro hogar es fundamental a la hora compartir actividades en pareja. Por ejemplo, el momento de ver juntos una serie o disfrutar de una cena en pareja son claves para romper la rutina y disfrutar de un momento de calidad”, explica Icíar García, responsable de la estrategia de interiorismo de IKEA. Junto a la firma, hemos elaborado un decálogo de interiorismo para que el hogar sea el reflejo de cada persona que lo habita y encontrar en él, tanto el espacio propio como el de la pareja que queremos, o solíamos, ser.

Ni tuyo ni mío: un hogar debe ser un reflejo de la personalidad de las dos personas y para lograrlo, la negociación es la clave. Espacios en común como el salón deben albergar rincones propios y para compartir.

Dos personalidades, un mismo espacio

Si el amor es un cóctel de atracción, admiración e intereses compartidos, a la hora de dar forma a la personalidad de nuestro hogar debemos aplicar ese mismo criterio: incorporar aquello que más nos gusta de la otra persona y que, a su vez, más encaje con nosotros mismos. “Esta tarea no es complicada si entre las dos personas se eligen fotos de cada una para las estancias de nuestra casa”, propone la interiorista, una especie de brainstorming en donde, a partir de las ideas y propuestas individuales que tenemos para cada rincón, vayamos seleccionando, debatiendo o cediendo, hasta crear un estilo propio: “el nuestro”.

Tampoco todas las estancias de la casa son iguales. “El hogar está formado por el espacio público o compartido con los demás y el espacio privado de la pareja; por esto, es importante que la personalidad de las dos personas y las necesidades de estos espacios esté reflejada en las dos zonas, pero de forma un poco diferente”, apunta García. El recibidor, la cocina, el salón o el aseo conformarían la arquitectura pública de la casa, en donde manda, sobre todo, el uso que hacemos de ellos. “En estos espacios es importante que la función de cada sitio esté bien pensada y organizada. No es lo mismo un salón de una pareja joven para recibir amigos que un salón de una pareja mayor para recibir a sus nietos. Otro factor fundamental es que la personalidad de cada uno se vea reflejada para que, cuando tengamos invitados o estemos solos disfrutando de estas zonas, nos sintamos orgullosos y que formamos parte de él”.

Por otro lado, el espacio privado estaría formado por el dormitorio y el baño, en donde cada pareja debe encontrar y delimitar su lugar. “Debemos tener también muy presente la función y la personalidad de cada uno, pero en este caso es muy importante asegurar que cada uno tiene espacio para sus cosas y que el reparto ha sido equitativo”, zanja la experta en interiorismo, subrayando la importancia del almacenaje. “Una de las partes de la pareja puede tender a invadir el espacio de la otra con sus pertenencias y esto siempre es fuente de conflictos. Tener tu propio lugar dentro del espacio más tuyo del hogar es muy importante y para eso, contar con soluciones modulares de almacenaje (permiten ampliaciones a lo largo del tiempo según tus necesidades) y personalizables (mediante los accesorios de interior pueden diseñarse dos espacios totalmente iguales por fuera pero diferentes por dentro, adecuándose a las necesidades individuales de la pareja) juegan un papel fundamental para que el almacenaje de ropa y accesorios no se convierta en un problema de convivencia”.

Distribuir el espacio de forma equitativa y apostar por el almacenamiento es una forma de mantener la convivencia en orden y evitar fricciones de pareja.

Juntos, que no revueltos

La cama es una trinchera: puede ser tanto el núcleo de la pasión como el comienzo de las discusiones. Para evitar amanecer con reproches porque la noche anterior nos han robado la sábana, hemos pasado calor y, en definitiva, no hemos descansado, García nos recomienda personalizar nuestro lado con almohadas y nórdicos individuales. “El cambio de las almohadas está más extendido que el del nórdico, sin embargo, es algo que tiene mucho sentido e incluso respaldo científico: es muy normal que el cuerpo de cada persona regule su temperatura de manera diferente, entonces, ¿por qué no tener un nórdico para cada uno? Lo mismo sucede con la almohada: si dormidos en posturas diferentes y nuestros cuerpos son distintos, ¿por qué no tener la almohada que mejor se adapte a cada uno?”. Para un nivel experto, la especialista amplía la propuesta a estructuras de cama doble, con dos colchones individuales, adaptados al peso, temperatura y ergonomía de cada parte de la pareja. “Este tipo de soluciones pueden reducir fricciones a la hora de dormir en pareja y conseguir un mejor descanso individual, lo que va a revertir positivamente en el estado físico y anímico de ambos de cara a la convivencia”.

Porque en el dormitorio, como nos recordaba Miguel Ángel González, psiquiatra de la Unidad de Sueño de la Fundación Jiménez Díaz, “solamente se deberían tener relaciones sexuales y sueño”. Lo que se traduce, a nivel decorativo, en un refugio íntimo y cómodo, alejado del ruido y las distracciones, que fomente el descanso y la conexión. Por eso es mejor dejar fuera la televisión y sustituirla por algún altavoz inalámbrico para poner algo de música de ambiente. García pone el foco en esos pequeños rituales que realizamos antes de conciliar el sueño. “Por ejemplo, si a alguna de las partes le gusta leer en la cama antes de dormir, lo ideal es tener una luz focal en cada lado de la cama y, a ser posible, de intensidad regulable, para intentar no interrumpir el descanso de la otra persona. Otro ejemplo, para las rutinas de autocuidado en el dormitorio, es importante contar con un rincón dedicado para ello, que sea sencillo de mantener ordenado, para que no se sienta como una ‘invasión’ del espacio de la otra persona y le genere incomodidad”. Los desayunos en la cama, cuando la ocasión lo requiere, tampoco se discuten.

Con unas simples velas, toallas suaves y música 'ambient', cualquier baño es digno de convertirse en un 'spa' afrodisíaco.

Haz del baño un ‘spa’ improvisado

No es casualidad que las bañeras exentas, de líneas minimalistas y sinuosas, se hayan convertido en una de las tendencias más aspiracionales de 2023. “El baño funciona como un laboratorio que la pareja utiliza para ponerse a punto y hacer su cuidado personal. Por lo general, la hora punta del baño suele coincidir, por eso la importancia de que cada uno tenga su espacio y que cada cosa esté en su sitio. También es bueno organizar un horario y normas de uso para que todo funcione a la perfección”. Pero más allá de la ducha rápida y los cuidados matutinos, Icíar García, de IKEA, nos propone explorar su lado wellness y crear un espacio para la relajación y el erotismo: jabones, velas cálidas, un altavoz con música relajante... Y todo ello, sin salir de casa.

El salón es el terreno de experimentación perfecto: cada detalle, desde las disposición de los muebles hasta la intensidad de la iluminación, cuenta a la hora de compartirlo.

Rompe con la rutina creando atmósfera

En realidad, con un poco de intención y creatividad, cualquier estancia de nuestra casa se puede convertir en un campo de experimentación y escapismo. La cocina puede ser una oportunidad para romper con la esclavitud del menú semanal y disfrutar del tiempo juntos probando recetas nuevas. ¿Y a la hora de presentarlo? La experta nos recomienda ir más allá del menú y el menaje, y crear una atmósfera adecuada con luces cálidas, música o flores. “Si contamos con una mesa adicional o carrito para tenerlo todo a mano no tendremos que interrumpir el tema de conversación para ir a la cocina y nos resultará facilísimo luego recoger todo”, apunta.

El salón es otro de los espacios destinados a encontrarse, mirarse y conversar. En este sentido, la disposición de los muebles –como una mesa de comedor redonda o una distribución de sofás y asientos en forma de L–, ayuda a fomentar la comunicación. “En el caso de ver una serie juntos, lo que marca la diferencia es tener un buen sofá en el que tengamos espacio para los dos, unas mantas cerca por si nos apetece acurrucarnos y la luz apropiada para tener un poco de contraste y que nos permita ver bien la serie”. ¿Acaso embarcarse juntos en una maratón no es la mayor prueba de amor de esta época?

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