El pueblo de 174 habitantes con más de 30.000 libros a la venta

En la localidad oscense de Azanuy se encuentra la librería más grande de Aragón y una de las 35 primeras de España en volumen de ejemplares clasificados. José Antonio Ors y Ana Obis fundaron Librovicios en 2013 y así la han convertido en un referente en la venta de obras de segunda mano exclusivamente por Internet

Como tantas otras ideas de éxito, aunque sin tanto bombo, la del matrimonio José Antonio Pep Ors y Ana Obis también comenzó en un garaje. Hasta 2013, Ors vivía a caballo entre Barcelona y Azanuy (Huesca), el pueblo de su mujer. En la ciudad condal trabajaba como director de una sala de bingo y, en sus días libres, viajaba hasta el pequeño municipio de Huesca donde le esperaba Obis con sus hijos.

Pero ese trajín cambiaría cuando Ors fue despedido… para bien. Su agotadora doble vida encontraría por fin el equilibrio en la tranquilidad de un municipio rural que según el INE cuenta actualmente con 177 vecinos. Elegida la paz del campo frente a la vorágine de la ciudad había que plantearse de qué vivirían. La pasión por los libros de Ors, que atesoraba en su biblioteca hasta 6.000 volúmenes, apareció como una opción ilusionante y tal vez viable. Ese fue el origen de Librovicios, una librería dedicada a la venta online de ejemplares de segunda mano y descatalogados. Y el matrimonio decidió dar el salto mortal: preparar miles de envíos para seguir alimentando la imaginación y el deseo de los lectores.

Los recursos eran limitados, pero, como explica Ana Obis, “decidimos arriesgarnos y emprender el negocio en esta zona rural. Teníamos dos opciones: irnos o quedarnos. Nos quedamos pese al esfuerzo”. El matrimonio comenzó de cero reinvirtiendo el dinero de la indemnización en el negocio y eligiendo ese lugar tan icónico como es el garaje de su casa como oficina y almacén. Hoy, Obis afirma, orgullosa: “Hemos conseguido que sea viable”.

Ors y Obis colocando varios libros en las estanterías tras indexarlos. La venta en línea, como ellos mismos confiesan, resta romanticismo a la compra en una librería tradicional, pero el olor a papel viejo queda intacto. Javier Martín

Diez años después, Librovicios cuenta con más de 30.000 obras a la venta, situándola entre las 35 primeras librerías de libro antiguo en España por volumen de ejemplares y en la primera de Aragón, según la Asociación Profesional del Libro y Coleccionismo Antiguos (Uniliber). Y todo través de Internet. Para su distribución, tanto por España como por el resto del mundo, cuentan con la ayuda y servicio de Correos, la empresa encargada de distribuir los entre 600 y 700 ejemplares que venden al mes.

Una vida entera dedicada a la lectura

La razón de ser de este proyecto no se entiende sin el amor y la afición por la literatura de Pep Ors. Los tres camiones de mudanza que hicieron falta para transportar su biblioteca hasta Azanuy son la mejor prueba de una vida dedicada a marcar y leer miles de páginas. Recuerda cómo su padre, también ávido lector, recurría a los diccionarios enciclopédicos cada vez que se quedaba sin lecturas pendientes en casa. “Yo leía cualquier cosa que pillaba. Mi abuela siempre me decía: ‘Niño, tú de mayor vas a tener una gran librería, ya verás’. Y mira, qué razón tenía la mujer”, relata Ors entre risas. La profecía de su yaya se cumplió.

Reconocen que el comienzo fue especialmente duro, vendiendo únicamente como tienda física, pero la digitalización de su negocio a través de distintas plataformas de venta como Amazon, Iberlibro o Fnac fue lo que realmente les dio a conocer: “En cuantos más portales de venta estés, más opciones de visibilidad tienes. Estos canales y alguna que otra aparición en medios locales fue lo que nos ayudó a escalar en menos de tres años”, explica Obis. Sin embargo, confiesan que no habrían llegado tan lejos sin la ayuda de la Oficina de Correos de Binéfar (Huesca). Un apoyo indispensable para la resistencia de un negocio ubicado en un lugar tan remoto y poco poblado. “En la España rural no hay ningún tipo de ayuda. De no haber sido por Correos nos habríamos tenido que volver a la ciudad. Para nosotros son fundamentales”, confiesan. Cada mañana, un cartero se desplaza hasta su domicilio para recoger cajas de libros dispuestos a ser enviados a cualquier rincón del mundo.

Además de gestionar el trato con el cliente y de ayudar a su marido con la clasificación de los libros, Ana Obis se encarga de preparar y empaquetar los pedidos.Javier Martín

Rastrear para encontrar aquellos libros sin dueño

Para este matrimonio, salir en busca y captura de libros es como ir de caza. “Rescatamos de los rincones más insospechados aquellos libros que fueron condenados al ostracismo, al olvido o al exilio. Somos así de románticos”, explica ella. Lo hacen recorriendo bibliotecas públicas, institutos, puntos verdes, conventos de monjas, mercadillos, plazas o rastros de pueblos cercanos, sin desplazarse más allá de Barcelona o Zaragoza. También cuentan con una fiel cartera de clientes dispuesta a donar sus obras antes de deshacerse de ellas. Las anécdotas recorriendo esos lugares se cuentan por decenas: desde un cliente que les acusó de haberles vendido un libro robado de una biblioteca al no haber sido sellado como expurgo, hasta un paquete que fue interceptado por el portero de un monasterio al ver el nombre sospechoso de Librovicios en el remite. Así funcionan desde hace una década: una vez rescatados, los llevan al garaje, los codifican e indexan por apellido del autor y los colocan en un estante hasta encontrarles un nuevo dueño. “Nuestro único objetivo es ofrecerles un hogar y satisfacer las necesidades del lector, porque los libros son inmortales”, asegura Pep.

1. Cada vez que llega una nueva remesa de libros, Pep Ors se dedica a clasificarlos e indexarlos por nombre y autor. 2. A parte del garaje ubicado debajo de su domicilio, estos libreros tuvieron que comprar el local contiguo para almacenar todos sus ejemplares. 3. De media, Ana Obis empaqueta una veintena de sobres al día.

Una clientela que llega hasta las cárceles de EE UU

El público objetivo de Librovicios es, además de heterogéneo, muy peculiar y cosmopolita: “Nos sorprendemos con frecuencia por los títulos que compran y, sobre todo, desde dónde lo hacen. Hemos llegado a mandar paquetes a cárceles de EE UU y a vender libros sobre cómo arreglar motores de combustión de los años 60 o manuales Senda de EGB”, comentan. Entre sus clientes más curiosos se encuentra un ciudadano japonés que pide libros en catalán y un marinero del buque de la Armada española Juan Sebastián de Elcano desde el Puerto de Santa María (Cádiz).

Pero hay algunos géneros o clásicos que siempre triunfan por encima de otros. Son especialmente las obras de Agatha Christie o la novela negra y el thriller en general. También notan cómo aumentan exponencialmente las ventas cada vez que fallece un autor, como sucedió con Almudena Grandes o, recientemente, con el dibujante Francisco Ibáñez. Los libros de autoayuda, de política y de historia rusa –a raíz de la ocupación de Ucrania por Rusia- también se encuentran entre los más reclamados. “Cuando estalló la pandemia, a la gente le dio por leer novelas sobre desastres médicos. ¡Vaya forma de deprimirse aún más en el confinamiento! Nunca dejarás de sorprenderte”, bromea Obis.

Pep Ors y Ana Obis son optimistas. Están convencidos de que el hábito por la lectura no se está perdiendo, pero sí creen que podría ocupar un puesto imprescindible entre nuestras aficiones si no viviéramos bajo un ritmo tan frenético y una sociedad tan pendiente de las redes sociales. Mientras tanto, continúan su andadura descubriendo en los lugares más inesperados futuros libros que esperan un nuevo propietario. “Aunque la vida en un pueblo es tranquila y sosegada, trabajamos 24/7. Para nosotros lo más importante es satisfacer y cuidar siempre al lector”, sentencian.

El rostro detrás de la oficina de Binéfar

Gloria Jubero y sus otros cinco compañeros de la oficina de Correos de Binéfar (Huesca) son los responsables de que los libros de Librovicios lleguen hasta Nueva Zelanda, Singapur, Japón o Israel: “Les hacemos un seguimiento exhaustivo con todos sus paquetes y envíos ordinarios. Nos parece un negocio tan valiente que sentimos un agradecimiento mutuo por habernos dejado ayudarles en esta aventura”, afirma Jubero. Esta trabajadora lleva 18 años dirigiendo la oficina, y reconoce que la atención personalizada y minuciosa que ofrece su delegación no se encuentra en cualquier parte: “La frialdad de las urbes no es lo mío. Siempre diré que yo estoy hecha para el pueblo”, añade. Empezó a trabajar en el año 1983 como encargada de los teletipos en la oficina de Monzón (Huesca). Desde entonces, ha podido experimentar en primera persona todo el crecimiento y evolución de su empresa: “Es asombroso ver cómo ha crecido Correos y cómo ha ido incorporando las últimas innovaciones a sus servicios”, reconoce.