‘El cielo de Madrid te ama’

Cuando los hermanos Delgado hablaban sobre cómo enfocar el diseño del Oso y el Madroño que querían presentar al concurso ¡Muchas Gracias, Madrid!, fue Paloma la que encontró la inspiración. Y lo hizo con una leyenda castiza como pocas y por todos conocida: ‘De Madrid al cielo’. A partir de ella, Vicente, profesor de diseño e ilustración, se puso a trabajar para expresar con claridad una idea: “Cómo el cielo de Madrid ama a los que nos han abandonado por el virus”. Por eso, los ganadores del primer premio del concurso vistieron al icono de la capital con un traje de nubes de un intenso color azul.

Pero el diseño tiene una simbología mucho mayor. Vicente Delgado, de 57 años, lleva más de dos décadas trabajando en una escuela de arte en Singapur, “aunque nadie me quitará que, vaya donde vaya, siempre seré de Madrid”, recalca con satisfacción. En este país, igual que en gran parte del sudeste asiático, la despedida a los seres queridos es muy ceremoniosa y particular: se realizan distintas ofrendas, desde velas en los ríos para que se las lleve la corriente hasta el lanzamiento de lámparas de papel al cielo, ambas acciones metáforas del tránsito del mundo terrenal a otro espiritual. Y en esto es en lo que se inspira el otro gran símbolo del diseño de los Delgado, el globo rojo: “Representa un mensaje de los que nos quedamos en la Tierra para todos aquellos que ya no están: que les amaremos siempre”, resume Vicente.

La colocación del globo no es casual. Está centrado a la altura del corazón del animal, para ahondar aún más en el amor y el recuerdo “que sentimos aquellos que hemos perdido a alguien por culpa de esta enfermedad”. Para este diseñador, la idea también está contextualizada desde la mirada de un niño al que se le escapa un globo y aprovecha para lanzar un deseo hacia las nubes, toda una referencia al grafitero británico Banksy.

Aunque le encanta vivir en otro continente, Delgado reconoce que su día a día desde que empezó la pandemia es bastante más restrictivo que en España: “Allí todo es infinitamente más estricto. Si te saltas el confinamiento domiciliario puedes tener consecuencias legales muy graves. Es imposible que eso no termine afectándote psicológicamente”, se sincera.

Estar tan lejos no le ha restado ni un ápice de orgullo hacia nuestro sistema sanitario, multiplicado incluso desde que comenzó el coronavirus: “Sé que suena a tópico, pero el valor que tiene un médico es algo impresionante. Ellos también son humanos; creo que nadie está preparado para vivir algo así, no les valoramos lo suficiente”, argumenta.