La Policía investiga el origen de la explosión de Vallecas que causó la muerte de Villa mientras arreglaba su casa
El edificio afectado, atravesado por una enorme grieta lateral, ha sido apuntalado y acordonado mientras los técnicos valoran su estabilidad
Villa es el apellido por el que conocen en el barrio de San Diego, en el distrito madrileño de Vallecas, al ciudadano colombiano de 52 años fallecido en la explosión de un local este sábado. Aunque aún no se ha determinado el origen concreto de la deflagración, que se produjo sobre las 15.00, un portavoz de los bomberos aseguró que se d...
Villa es el apellido por el que conocen en el barrio de San Diego, en el distrito madrileño de Vallecas, al ciudadano colombiano de 52 años fallecido en la explosión de un local este sábado. Aunque aún no se ha determinado el origen concreto de la deflagración, que se produjo sobre las 15.00, un portavoz de los bomberos aseguró que se debió a “una concentración de gases”. Según una pareja que conocía a la víctima, el hombre estaba arreglando un sótano que tenía en su casa, en el suelo de su habitación, y que estaba lleno de humedades y con el techo descascarillado. La mujer se acercó hasta la zona con su pareja, tras visitar a su otro amigo, Julián, también colombiano de 44 años, ingresado en la UCI del Hospital de La Paz, “completamente quemado”. “Julián estaba ayudando a Villa a arreglar ese sótano”, explicaron mientras mostraban en sus teléfonos móviles las fotos del hombre intubado y postrado en una cama, cubierto de telas.
Villa y Julián, compatriotas y amigos, ambos trabajadores de la construcción, según sus conocidos, se encontraban el sábado arreglando supuestamente un sótano de ese local, en el número 3 de la calle Manuel Maroto. Un espacio, en los bajos de un edificio de ladrillo visto de tres plantas, que previamente había sido convertido en vivienda. En ese bajo vivían desde hace aproximadamente medio año Villa y su mujer, que fue quien alertó a los agentes de la comisaría de policía de Vallecas el sábado por la noche, al no encontrar a su esposo entre los 25 heridos, cinco de los cuales fueron trasladados graves a hospitales de la capital tras la brutal deflagración.
Uno de ellos era Julián, al que los bomberos lograron sacar con vida de debajo de los cascotes. A Villa, en cambio, lo encontraron ya de madrugada, cuando una unidad canina de la Policía Nacional y los bomberos regresaron al lugar ante la insistencia de su mujer. Los equipos de rescate se habían ido hacia las 20.00 del sábado, convencidos de que “no había nadie más ahí atrapado”, como dijo la vicealcaldesa de Madrid, Inma Sanz a los medios de comunicación en el lugar de los hechos.
El cuerpo sin vida de Villa estaba bajo más de un metro de escombros y arena, según explicaron después fuentes de los servicios de Emergencias del Ayuntamiento de la capital. “Hemos venido hasta aquí para ver si alguien nos dice dónde podemos ir al velorio”, decía Pilar, que no tenía el contacto de la esposa del fallecido y que había alertado a los parientes de Julián en Colombia de su grave situación, “porque él aquí no tiene a nadie”, aseguraba. Según ella, la esposa de Villa trabaja en un restaurante, y ese sábado tenía jornada hasta bien entrada la noche. “Tienen hijos en Colombia y en Estados Unidos, pero aquí vivían ellos solos”, comentaba.
Mientras los heridos más graves evolucionan en el Hospital de la Paz y en el 12 de Octubre, 18 vecinos del inmueble afectado permanecen realojados por el Ayuntamiento a la espera de saber cuándo podrán volver a sus viviendas, si es que finalmente pueden hacerlo. La deflagración, cuyo origen todavía investigan los agentes de la Policía Científica, afectó principalmente a ese local convertido en vivienda y unido al portal del edificio por una puerta interna. De tal forma que todos los vecinos entraban y salían por el mismo portal, que también resultó gravemente dañado, al igual que el bar contiguo, Mis Tesoros, regentado por otra familia latinoamericana, y cuya pared colindante con el portal se vino abajo cuando estaba lleno de gente.
“La explosión no fue en el bar”, decía este sábado su propietario ante las cámaras de televisión. “De haber sido en el bar, yo no estaría aquí contándolo”, aseguraba. Tanto su mujer como su hija estaban en el interior del bar en el momento de la explosión y resultaron afectadas por la deflagración, aunque leves.
Desde el bajo más afectado se observa una enorme grieta que asciende por el lateral del edificio acordonado hasta la segunda planta, que muestra a simple vista el grado de los daños causados por la explosión. Según explicaron los vecinos, la reja de la fachada del local convertido en vivienda se había clausurado y estaba siempre cerrada, pero la fuerte explosión la expulsó con gran fuerza hacia el exterior, junto a una gran cantidad de enseres, entre ellos los sofás de la vivienda. En ese instante preciso pasaba un coche, que fue desplazado hasta el otro lado de la calle por toda esa onda expansiva, y cuya conductora resultó también herida, según relataron testigos presenciales.
Los técnicos del Ayuntamiento advirtieron de que los daños en el edificio afectan, al menos, a una sección de entre 50-60 metros cuadrados. Todo el interior ha sido ya apuntalado y algunos vecinos pudieron entrar a lo largo de la mañana de este domingo y de manera controlada recoger algunas de sus pertenencias.
El popular barrio madrileño de San Diego, que concentra un amplio volumen de población inmigrante, principalmente latina, volvía poco a poco a la normalidad de sus músicas y de sus comidas, pero en sus calles, bares, terrazas, portales y esquinas no se hablaba de otra cosa que de la explosión que sintieron el sábado y de sus consecuencias.