¿Por qué un solo tren puede causar un caos en Madrid? Chamartín-Atocha, el túnel que conecta y también puede colapsar el sistema ferroviario
Adif activa una solución temporal, con el uso de una sola vía en el paso subterráneo de alta velocidad, mientras el tren descarrilado se irá retirando en fines de semana
El que es considerado como el paso central de la red ferroviaria española, el eje Chamartín-Atocha, en Madrid, volvió a colapsar este fin de semana por el descarrilamiento en la tarde del sábado de un tren de Renfe. Sucedió en ...
El que es considerado como el paso central de la red ferroviaria española, el eje Chamartín-Atocha, en Madrid, volvió a colapsar este fin de semana por el descarrilamiento en la tarde del sábado de un tren de Renfe. Sucedió en el paso subterráneo que une ambas estaciones, una de las tres conexiones que constituyen los conocidos como túneles de la risa. No hubo heridos (a bordo viajaban dos técnicos y el conductor), pero miles de viajeros quedaron sin servicio y otros vieron alterados su viaje por fuertes retrasos o tuvieron que ser recolocados. El atasco volvió a demostrar que los vestíbulos de las dos grandes estaciones madrileñas, con importantes proyectos de ampliación, carecen de dimensiones para soportar una crisis de tráfico, que esta vez impactó tanto en la alta velocidad como en Cercanías.
También afloró la dependencia de buena parte del servicio de alta velocidad en España de ese túnel de apenas 7.300 metros que reparte el ir y venir de trenes de alta velocidad con entrada y salida en Madrid, conectando sus dos grandes estaciones y, con ello, las líneas del norte con las del este y sur. La infraestructura, que fue calificada de hito para el transporte en España, facilita los tráficos pasantes y evita transbordos.
Después de 1.072 millones de inversión en ese punto y apenas mes y medio después de su apertura, que tuvo lugar el 1 de julio de 2022, Chamartín se convirtió en cabecera de los servicios de alta velocidad entre Madrid, Alicante y Murcia (antes lo era Madrid-Puerta de Atocha), lo que explica en buena parte que el caos ferroviario del fin de semana impactara especialmente en los viajes a Levante.
En las más de 24 horas de colapso que siguieron al descarrilamiento, con fuerte altavoz en las redes sociales, la gestión de Renfe volvió a quedar en entredicho. De nuevo una tormenta perfecta. Ya pasó en agosto con continuas incidencias en el nuevo tren de alta velocidad Avril, entregado por Talgo con dos años de retraso y una hoja de servicios inicial emborronada por más de medio millar de fallos. Ante el histórico de cruce de acusaciones entre Renfe y Adif cada vez que se cae el sistema, la primera orden que partió el sábado del Ministerio de Transportes fue la de achicar espacios al caos sin reproche alguno: la mayor información posible a los viajeros y coordinación entre la operadora y el gestor de la infraestructura para resolver el cuello de botella que afectaba esencialmente al tráfico de alta velocidad entre Madrid y el Este del país. Ahora viene el capítulo de las reclamaciones.
Las causas de la salida de eje del tren de Renfe están bajo investigación por parte de la compañía que preside Raül Blanco, la citada Adif y la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria. Fuentes cercanas a las pesquisas dan muchas probabilidades a que el fallo haya sido del material rodante y no de la infraestructura. Lo que sí hizo el ministro de Transportes, Óscar Puente, es anticipar que se trataba de un incidente extraño, con lo que también se abren posibilidades como la del sabotaje o el error humano. “No es normal que un vagón se desprenda y acabe chocándose contra un túnel. Es un hecho grave y espero que se esclarezca”, dijo el que en definitiva es máximo responsable de las públicas Renfe y Adif.
Plan B frustrado
El taponamiento del túnel se produjo en torno a las 17:00 horas del sábado con un tren que se dirigía a talleres, con lo que Chamartín y Atocha quedaban aisladas. La primera consecuencia fue la imposibilidad de que los trenes de alta velocidad ubicados en Chamartín, al norte de Madrid, pudieran cruzar la ciudad para enlazar con Atocha, más al sur, y partir hacia Valencia, Alicante o Murcia. También fueron suspendidos servicios pasantes como el Alicante-Ourense o el Valencia-Burgos, que precisan atravesar el túnel del atasco.
En una solución de emergencia, Renfe decidió trasvasar viajeros entre ambas estaciones utilizando el servicio de Cercanías que, también soterrado, recorre Madrid bajo la Castellana. Una alternativa que apenas estuvo unos minutos en pie: a las 19:00 horas un hombre amenazó con arrojarse a las vías desde un paso superior, con lo que se activó un protocolo de emergencia que obligó a dejar sin tensión a los cables (catenaria) que alimentan a los trenes de Larga Distancia, Media Distancia y Cercanías. El parón llegó a ser total durante más de dos horas.
La más afectada del fin de semana fue Renfe, al contar con mayor oferta que sus rivales en la alta velocidad, pero Ouigo tuvo que cancelar la mitad de sus servicios al quedar parte de su flota de trenes aislada en Chamartín, e Iryo también se vio obligada a prescindir de viajes programados.
El domingo fue aún día de notables incidencias, con la supresión de 18 servicios de alta velocidad e Intercity de Renfe con destino u origen en la Comunidad Valenciana. Y en este lunes se impone una normalidad que pasa por la reorganización de personal y trenes mientras queda liberado el túnel Chamartín-Atocha de alta velocidad, en el que funciona una única vía.
Los trabajos para sacar el tren siniestrado se llevarán a cabo básicamente los fines de semana, con lo que Renfe, Ouigo e Iryo deberán reprogramar sus servicios de sábado y domingo.