La nueva costumbre masculina: retoque cada viernes por la tarde en la barbería
Las peluquerías de hombres han renacido en España gracias a que muchos jóvenes se arreglan el pelo semanalmente antes de salir de fiesta
Hace calor en Parla a las cuatro de la tarde del último viernes de agosto pero ocho jóvenes aguardan a las puertas de MohaBarberStar. Es la hora de la siesta y algunos andan en chanclas y parecen amodorrados. El joven barbero dueño del negocio y otros dos ayudantes llegan puntuales, abren el local y los clientes pasan para desplomarse en los sofás y atender a sus móviles mientras llega su turno. Es la hora en que arden WhatsApp o Tinder. En la pantalla deciden sus planes nocturnos y en la barbería se ponen a punto.
Una escena parecida a la de este municipio al sur de la región de Madrid...
Hace calor en Parla a las cuatro de la tarde del último viernes de agosto pero ocho jóvenes aguardan a las puertas de MohaBarberStar. Es la hora de la siesta y algunos andan en chanclas y parecen amodorrados. El joven barbero dueño del negocio y otros dos ayudantes llegan puntuales, abren el local y los clientes pasan para desplomarse en los sofás y atender a sus móviles mientras llega su turno. Es la hora en que arden WhatsApp o Tinder. En la pantalla deciden sus planes nocturnos y en la barbería se ponen a punto.
Una escena parecida a la de este municipio al sur de la región de Madrid se repite en barrios de toda España: visitar la barbería cada viernes es una nueva costumbre que choca a las generaciones mayores para quienes la imagen era menos importante y el significado de la masculinidad era otro. Cualquiera puede ver el impacto en las calles: solo en Madrid ciudad se han sumado al censo municipal casi 1.000 nuevas barberías y peluquerías en cuestión de ocho años hasta las 3.553 actuales. David Calvo, un vecino de Parla de 29 años, habla por muchos jóvenes cuando dice: “El corte de pelo es como el maquillaje de los hombres porque no tenemos mucho más para diferenciarnos: la vestimenta y el pelo”.
Calvo era antes más dejado y solo se pelaba cada dos meses, pero hace un par de años le dio por cuidarse un poco más y empezó a ir todos los fines de semana. “No perdono ni uno”, dice él, un habitual de clubes de techno en el sur de Madrid como Fabrik o Bonamara.
Hay mucho en juego en las discotecas, pero también en los campos de fútbol. El barbero dueño de MohaBarberStar, Mohamed El Assaoui, de 31 años, se pasó la tarde del día anterior en el estadio del Alcorcón Club de Fútbol cortando el pelo a un buen número de jugadores a quienes siempre les gusta estar guapos antes de los partidos. “A veces me ha tocado pasarme por su hotel de concentración tres o cuatro horas antes del partido, pero como este fin de semana les tocaba jugar en Pontevedra hemos adelantado la cita”, dice el Assaoui. En las paredes de su barbería cuelgan camisetas de fútbol dedicadas al barbero por algunas estrellas de LaLiga o de la Premier como José María Giménez, del Atlético de Madrid; Gastón Álvarez, del Getafe; o David Raya, del Brentford.
El primero que sale acicalado por la puerta de MohaBarberStar es Dani Campos, carpintero de 29 años que se ha hecho un degradado, una variante más compleja del corte militar de toda la vida porque el cráneo luce con distintas longitudes de pelo, bien difuminadas. Para conseguir ese efecto, hace falta darse un retoque con una frecuencia semanal. El degradado es también conocido como el corte bacano, un colombianismo que significa guay o cool. En Parla cuesta entre 5 y 10 euros.
“Hoy toca salir con la novia tranqui a tomar algo pero yo todos los jueves o viernes me corto el pelo”, dice Campos. Cuenta que antes iba a otra barbería que abría hasta muy tarde. “Me he llegado a cortar a la una de la mañana y de ahí me he ido directo a la discoteca en Madrid”.
Efecto CR7
Esta moda ha sido una sorpresa para muchos barberos inmigrantes a quienes les chocaba el descuido de los hombres españoles. Hasta hace una década aproximadamente, las barberías en España eran para abuelos y los jóvenes se cortaban el pelo en peluquerías unisex una vez cada mes o dos meses. Algunos melenudos preferían ir a peluquerías de señoras porque allí dominaban mejor ese tipo de cortes.
“Cuando llegué a España en 2003 vi que los hombres no se cuidaban tanto como en Venezuela, donde tenemos una adoración por la imagen”, dice el barbero Hildemaro Aponte, profesor de barberos en la academia madrileña Baranda Barbers. “En Latinoamérica es normal que los hombres hagan fila los jueves, viernes y sábados esperando al peluquero el tiempo que haga falta”.
Algo pasó en torno al 2010 que despertó el interés por el cabello, pero no está claro si fue Instagram, la barba hipster, el reggaeton o el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid. El caso es que desde entonces ha crecido el número de españoles que se preocupan por su look capilar, un auge de la apariencia que ha impulsado también a gimnasios o salones de tatuajes.
El barbero Mehdi Boudeh da las gracias a CR7 porque vio cómo niños de siete años para arriba hacían cola en su negocio en Pueblo Nuevo, en el este de Madrid, cada vez que el astro portugués cambiaba de look. En el césped surgen tendencias y los futbolistas se han convertido en aliados de los barberos: “Me vienen muchos chicos de equipos de barrio porque cuando juegan preguntan a los del equipo contrario ‘oye me gusta eso, ¿quién te lo ha hecho?’”, dice Boudeh.
Espacio para hombres
Luego está el creciente poder de los tiktokers. MohaBarberStar dice que a veces le llegan clientes mostrándole en el móvil el corte de Hugo Rico, un chico de Parla de 17 años que tiene más de 91.000 seguidores de sus bailes en TikTok. Han visto su éxito, significativo a nivel local, y quieren imitar su estilo. “El pelo es súper importante para la autoestima”, dice este adolescente que luce un mullet, un corte parecido al de los mohicanos.
Las pocas barberías de abuelos que han sobrevivido se han transformado para acomodar a los jóvenes. En Peluquería Masculina Muñoz, abierta en el centro de Parla desde 1967, celebran el retorno de los jóvenes tras décadas de sequía. “El hombre ha encontrado de nuevo el espacio para hablar de sus cosas porque la peluquería es como un confesionario”, dice el hijo del fundador del negocio, Carlos Muñoz, de 52 años.
Cuando se acerca el cierre, en la Peluquería Ayoub de Parla suena música ibicenca y en una pantalla grande se ve un mar azul lleno de yates donde bailan chicas en bikini. Es un buen ambiente para calentar motores. Javier Odilas, de 34 años, se sienta en la butaca y le pide un corte bacano a su barbero, Abdellah. Odilas es DJ y se corta en función de la discoteca que le contrate. Hoy pincha en una de estilo popular. Si le tocara en un club pijo de Madrid no se haría un degradado ni loco. “En el norte de Madrid no gusta un DJ rapao. Todos van con pelo largo y patilla ancha”.
En poco más de 20 minutos el corte de Odilas está listo. “De aquí a cenar a casa y a la discoteca”, dice él. Atardece en Parla, se apagan las barberías y los machos salen a competir.
Casi 1.000 negocios más en solo ocho años
Hay tantas barberías en Madrid que a veces conviven pared con pared. En dos manzanas al sur de la capital, en Villaverde, operan 15 negocios de este tipo. Algunos han bautizado a esa zona como “la mata del flow” (mata, por cabello, y flow por estilo en inglés). La competencia hace difícil la prosperidad. “En este barrio la gente no se enamora, buscan lo más barato y no hay pastel para todos”, dice un barbero de 27 años, Edwin Manuel.
La capital ha pasado de tener 2.809 comercios de este tipo en 2014 a los 3.553 actuales, según un análisis del censo de locales del Ayuntamiento hecho por EL PAÍS. Los datos, un 33% más, corresponden al número de rótulos que incluyen palabras como barbería o peluquería, porque ese registro no contiene un epígrafe específico que incluya exclusivamente a los negocios del ramo.
Es fácil abrir una peluquería o barbería. Tanto que algunos barberos aprenden en tutoriales de YouTube o cortando a sus amigos y familiares para luego alquilar un local y convertirse en empresarios, según se quejan algunos veteranos. La asociación Peluqueros Unidos de Madrid reivindica que sea necesario un título académico para montar estos negocios. Su presidente, José Pérez Romero, dice que el intrusismo es un riesgo: “Hay peluqueros aficionados que incumplen normas de higiene básicas como cambiar de cuchillas delante de cada cliente”.
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