Apocalipsis contigo

El amor madrileño en tiempos de pandemia

Un camarero enciende unas luces en la terraza de la Cervecería Alemana de la plaza de Santa Ana en Madrid en octubre de 2020.Andrea Comas

“Porque estoy a régimen, si no, cogía…” Nos lo suelta Paca la Piraña, con su acento almeriense, mirando el plato lleno de chucherías encima de la mesa. Nos reímos, estamos sentados en la terraza del Gorila, con la tradición del vermú. Ella sube por la Corredera Baja de San Pablo, cuando está a punto de volverse Alta, y va cogida del brazo de Jedet, puro veneno para tu piel. De paseo.

De repente, Madrid vuelve a ser por unos pocos segundos esa ciudad en la que los extraños te hablan, con esos momentos improvisados que nadie espera, que nadie calcula… Y que solían ser seña de identidad de...

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“Porque estoy a régimen, si no, cogía…” Nos lo suelta Paca la Piraña, con su acento almeriense, mirando el plato lleno de chucherías encima de la mesa. Nos reímos, estamos sentados en la terraza del Gorila, con la tradición del vermú. Ella sube por la Corredera Baja de San Pablo, cuando está a punto de volverse Alta, y va cogida del brazo de Jedet, puro veneno para tu piel. De paseo.

De repente, Madrid vuelve a ser por unos pocos segundos esa ciudad en la que los extraños te hablan, con esos momentos improvisados que nadie espera, que nadie calcula… Y que solían ser seña de identidad de la casa. Esa urbe abierta en la que los desconocidos se buscaban, olfateaban y encontraban, a ser posible entre sombras. Ahora apenas existen las palabras furtivas fuera de tu burbuja. Toca esperar a que pase la cuarta ola, que lleguen las vacunas, que el mundo vuelva a ser mundo. “C’est la vie”, como dirían en la mesa de al lado.

¿Sí o no? ¿Se estarán gustando? ¿Tartamudea de nervios, no? Pon la oreja… ¿Le ha dicho que tiene PCR negativa? Los miro disimuladamente y me resuena en la cabeza todo el rato el temazo, tan 2021,Retiro’, de Auto Sacramental (tradúzcase en madrileño como Jorge Mills). Sonidos ‘new wave’ pandémicos.  Le canta a dos amantes que quedan en el centro del parque, a los pies de la estatua del Ángel Caído. Sólo pueden repetir: “Apocalipsis contigo, apocalipsis contigo, apocalipsis contigo”. Que acabe ya este apocalipsis, estamos demasiado solos.s.n el dedo el final de la calle. Eso, lo más valientes y arriesgados, porque el pavor de los centenares de miles de solteros en la ciudad es enfermar por un beso. Flirteo con antígenos.

Madrid echa de menos ese cosquilleo del primer encuentro seguro, de esa primera vez que se queda. Un lugar más o menos discreto, pero con gente alrededor para que no sea tan brusco. Cotizan al alza los áticos con bar de los hoteles, a ser posible en la Gran Vía. Hay intentos de amantes pasajeros también en las mesas de la calle Argumosa, en los alrededores del mercado de Barceló, en los veladores de Jorge Juan, sentados entre estufas en los cafés de la puerta de Alcalá, al sol entre cañas en Cascorro, esquinados en la plaza del Rey o murmurando en la calle del Rollo.

¿Sí o no? ¿Se estarán gustando? ¿Tartamudea de nervios, no? Pon la oreja… ¿Le ha dicho que tiene PCR negativa? Los miro disimuladamente y me resuena en la cabeza todo el rato el temazo, tan 2021, Retiro, de Auto Sacramental (tradúzcase en madrileño como Jorge Mills). Sonidos new wave pandémicos.  Le canta a dos amantes que quedan en el centro del parque, a los pies de la estatua del Ángel Caído. Sólo pueden repetir: “Apocalipsis contigo, apocalipsis contigo, apocalipsis contigo”. Que acabe ya este apocalipsis, estamos demasiado solos.

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