Adiós, siglo XX
Quizá no tenga sentido pensar en realidades alternativas y finales felices, pero en 2020 nos hemos ganado soñar con uno
A los 21 años estuve ingresada por tuberculosis, una enfermedad que casi un siglo atrás también hizo enfermar a la primera esposa de mi abuelo. Me curé rápidamente gracias a una pauta de antibióticos rutinaria. Ella falleció. Mi abuelo se volvió a casar y con su nueva mujer tuvo un hijo que es mi padre, gran fan de los Beatles y, en sus años mozos, percusionista de un conjunto pop.
Ringo Starr también fue tuberculoso en su juventud y huelga decir que, al igual que servidora, sobrevivió. De hecho, en los meses en los qu...
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A los 21 años estuve ingresada por tuberculosis, una enfermedad que casi un siglo atrás también hizo enfermar a la primera esposa de mi abuelo. Me curé rápidamente gracias a una pauta de antibióticos rutinaria. Ella falleció. Mi abuelo se volvió a casar y con su nueva mujer tuvo un hijo que es mi padre, gran fan de los Beatles y, en sus años mozos, percusionista de un conjunto pop.
Ringo Starr también fue tuberculoso en su juventud y huelga decir que, al igual que servidora, sobrevivió. De hecho, en los meses en los que estuvo hospitalizado aprendió a tocar la batería. Muchas veces me he preguntado qué hubiese pasado si la primera esposa de mi abuelo hubiese sobrevivido a la tisis. Tal vez yo nunca hubiese nacido. Aunque pensar en finales alternativos no tiene sentido. El destino es obstinado y lo que pasó, pasó.
Si el siglo anterior está tardando tanto en morir es porque fue el de la penicilina y las grandes vacunas. Gracias a ellas muchos de sus protagonistas llegaron a viejos y su memoria fue tan larga como sus vidas. Han fallecido tantos mitos longevos de la pasada centuria en los últimos fatídicos 363 días que uno podría pensar que lo que ha muerto en 2020 es precisamente el siglo XX, si no fuese porque Isabel II sigue en pie -estoy cruzando dedos para que esta afirmación continúe vigente mañana- y el año que viene se lanza un nuevo documental de los Beatles.
Qué hastío, ¿no? Podría parecer que no queda nada por contar sobre esos señores en la era de Bad Bunny y Rosalía, que es también la de los documentales y las series. Y sin embargo, aún no ha salido la visita de la Reina de Inglaterra a Madrid en una temporada de The Crown. Fue en 1988, la recibieron el rey emérito, Felipe González y el entonces alcalde de Madrid Juan Barranco. Visitó el Prado, el Congreso de los Diputados y el Ayuntamiento. Brindaron por Gibraltar, el lugar donde John se casó con Yoko. Tampoco sabemos aún qué ocurrió exactamente durante la grabación de Let it be, el disco en el que los Beatles, supuestamente, la odiaron furibundamente, lo que precipitó la separación de la banda. Todo está grabado en 56 horas de metraje que verán la luz en 2021. Su director, Peter Jackson, presentó la semana pasada, la misma en la que se anunció la llegada de la vacuna a España, un avance. Cinco minutos en los que, contrariamente a lo que dice la leyenda, George ríe sin parar, Ringo (con maravillosas camisas) se divierte, Yoko y Linda McCartney charlan distendidamente y John y Paul se llevan estupendamente.
Seguramente haya horas de discusiones dantescas en todo ese metraje y el buen rollo que nos muestran sea producto de un montaje tramposo. Quizá no tenga sentido pensar en realidades alternativas y finales felices. Venga ya. Precisamente en 2020, el año en que murió el XX, nos hemos ganado soñar con uno. Bienvenido, 2021.