LA ESPUMA DE LOS DÍAS

Pulp, Barricada y el Parque del Oeste

Me interesaría mucho un debate bobo sobre cuál es el mejor parque de Madrid para hacer picnics. El del Oeste es el más británico de todos

Barricada durante su concierto de 1986 en paseo de Camoens, en homenaje a Tierno Galván.RTVE

La semana pasada, se discutía en redes (la denominación genérica que los periodistas utilizamos para referirnos a ese vertedero universal llamado Twitter) si habían sido mejores Oasis o Blur. Ambas son bandas británicas que alcanzaron la gloria en los años 90. Se trataba, por tanto, de un debate generacional, además de bobo, dicho esto con todo el respeto a las bobadas. ¿Cómo sobreviviríamos sin ellas? La primera banda, en una de sus más célebres canciones (Live Forever) decía que tú y yo vamos a vivir para siempre. La segunda, e...

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La semana pasada, se discutía en redes (la denominación genérica que los periodistas utilizamos para referirnos a ese vertedero universal llamado Twitter) si habían sido mejores Oasis o Blur. Ambas son bandas británicas que alcanzaron la gloria en los años 90. Se trataba, por tanto, de un debate generacional, además de bobo, dicho esto con todo el respeto a las bobadas. ¿Cómo sobreviviríamos sin ellas? La primera banda, en una de sus más célebres canciones (Live Forever) decía que tú y yo vamos a vivir para siempre. La segunda, en uno de sus temas más conocidos (Parklife), hacía una oda al picnic, esa angloafición que los madrileños estamos empezando a aprender gracias a la predilección de la covid-19 por los espacios cerrados.

La concejala de Cultura de Madrid, Andrea Levy, zanjó salomónicamente: los mejores eran Pulp. Esta tercera banda, británica también, tiene una memorable tonada (The Trees) que habla de cómo los árboles, que nos proporcionan sombra curativa cuando el sol es más inclemente y que convierten los rayos del astro rey en clorofila, contemplan impasibles nuestros dramas de humanos para seguir trascendiendo en vertical hacia un futuro que ni siquiera las generaciones más jóvenes -a las que les importan un rábano Twitter, Blur y Oasis- pueden imaginar.

Siento un poco de pena por los que niegan la existencia del coronavirus y se resisten a ponerse mascarillas. Como los enamorados que no aceptan que ya nos les quieren y siguen soñando, usan un mecanismo de defensa más viejo que los árboles.

Me interesaría mucho un debate bobo sobre cuál es el mejor parque de Madrid para hacer picnics. Mi favorito es el del Oeste, el más británico de todos. Cien hectáreas donde crecen hayas, tilos, robles, cedros, álamos, tejos, abedules y madroños (el más madrileño de los árboles) sobre un espacio que en el siglo XIX fue basurero municipal. En él se celebró en 1986 un concierto homenaje a Don Enrique Tierno Galván, el primer alcalde de la ciudad que conectó con los votantes jóvenes a través de la música. Tocaron Barricada y Burning (¿cuál de los dos eran mejores?).

El Parque del Oeste, con su trazado lleno de fuertes desniveles recuerda mucho al de Hampstead Heath, en Londres, lugar donde Sigmund Freud y su hija, Anna, residieron hasta su muerte. La hija de Freud fue la primera teórica en hablar de los mecanismos de defensa de la psique humana. Uno de los más importantes es la negación y consiste en evitar un trauma real cerrándose en banda a reconocer su mera existencia.

Siento un poco de pena por los que niegan la existencia del coronavirus y se resisten a ponerse mascarillas. Como los enamorados que no aceptan que ya nos les quieren y siguen soñando, usan un mecanismo de defensa más viejo que los árboles. No quieren renunciar a ese mundo feliz que conocimos en el que, apelotonados en conciertos, gritábamos a voz en cuello, nos escupíamos cerveza y nos besábamos. Es muy difícil aceptar la nueva realidad y no sentir desesperanza. A mí, cuando me pasa, me pongo la canción de Pulp y me agarro a que el Parque del Oeste un día fue un vertedero asqueroso y miradlo ahora. Verde y frondoso.

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