Galicia, otro síntoma del retroceso territorial del PSOE

El éxito logrado al formar Gobierno tras las generales del 23-J no oculta el declive de los socialistas en el mapa autonómico y municipal

Una mujer ejerce su derecho al voto en un colegio electoral en A Coruña, durante la jornada electoral de este domingo.ÓSCAR CORRAL

En Europa se reconoce a España y a Portugal como países donde sus gobiernos han puesto dique a la ultraderecha. Esta es una medalla que el PSOE y su líder, Pedro Sánchez, pueden exhibir con razones fundadas. Pero el resultado electoral de este domingo en Galicia, con un fracaso estrepitoso de los socialistas, puede interpretarse en clave exclusivamente gallega o como reflejo de la debilidad territorial del PSOE. La ...

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En Europa se reconoce a España y a Portugal como países donde sus gobiernos han puesto dique a la ultraderecha. Esta es una medalla que el PSOE y su líder, Pedro Sánchez, pueden exhibir con razones fundadas. Pero el resultado electoral de este domingo en Galicia, con un fracaso estrepitoso de los socialistas, puede interpretarse en clave exclusivamente gallega o como reflejo de la debilidad territorial del PSOE. La apariencia triunfal que salió de las elecciones generales del 23 de julio, y la formación de gobierno con las minorías nacionalistas, no puede ocultar el declive socialista en las comunidades autónomas, con la excepción de Cataluña —donde el PSC, sin gobernar, se mantiene como primera fuerza política— y los ejemplos meritorios de Asturias y Castilla-La Mancha.

El PSOE tiene una imperiosa necesidad de analizar por qué otras fuerzas de la izquierda —el BNG, desde luego, pero también Más Madrid en la capital y Bildu en el País Vasco— les ganan en atractivo y atracción. Por otro lado, el proyecto de Yolanda Díaz de articular una izquierda a la izquierda del PSOE ha quedado varado, y Podemos no aparece en el tablero político como fuerza política que pueda obtener representación en ninguna instancia, salvo probablemente en las elecciones europeas por ser circunscripción única.

El éxito del PP lo es del partido y de Alberto Núñez Feijóo. El líder nacional de los populares se ha resarcido de la amargura de no ser presidente del Gobierno de España. La campaña errática, extraña y de tinte nacional —primero con la amnistía como centro del discurso y después con Bildu, calcada de la actuación del PP cada día en el Congreso— le ha salido bien y, al PSOE, mal. El PP y su líder, instalado en Galicia, nacionalizó la campaña al máximo. Su candidato, Alfonso Rueda, proclamó durante semanas que su adversario era Pedro Sánchez. Los socialistas siguieron esa estela y, aunque su candidato, José Ramón Gómez Besteiro, desgranó hasta la saciedad su proyecto para Galicia, fue más poderoso el altavoz del PP, por un lado, y de la candidata del BNG, Ana Pontón, por el otro.

La candidata del Bloque no se desvió de su línea por mucho que desde el PP la convirtieran en la adversaria a batir. Nadie duda en Galicia de que el BNG es nacionalista, pero su proyecto convive e incluso se superpone a la defensa de la identidad gallega para adentrarse en el terreno socioeconómico y muy pegado a la tierra. Cuando el PP advertía de que votar a Ana Pontón era votar a Arnaldo Otegi, la aludida o no respondía o ironizaba respecto a que para los populares “todo es ETA”, dicho con una amplia sonrisa.

El presidente de la Xunta de Galicia y candidato a la reelección por el Partido Popular, Alfonso Rueda, votaba en Pontevedra este domingo.ÓSCAR CORRAL
La candidata del BNG a la presidencia de la Xunta, Ana Pontón, ejerce su derecho a voto en un colegio electoral en Santiago de Compostela.Samuel Sánchez
El candidato del PSdeG a la Xunta de Galicia, Xosé Ramón Gómez Besteiro, ejercía su derecho a voto, en el CEIP Rosalía de Castro, este domingo.Carlos Castro (Europa Press)
La candidata de Sumar a la presidencia de la Xunta, Marta Lois, vota en el IES Antón Fraguas, en Santiago.Samuel Sánchez
Armando Ojea, candidato al Parlamento gallego por Democracia Ourensana, ejercía su derecho a voto en el colegio Cardenal Cisneros en Ourense, este domingo. Brais Lorenzo (EFE)
Una persona disfrazada votaba en un colegio electoral en Xinzo de Limia (Ourense), este domingo, coincidiendo con las celebraciones de carnaval. Brais Lorenzo (EFE)
Dos personas en las cabinas de votación, este domingo en el Centro Galego de Arte Contemporánea, en Santiago de Compostela.Samuel Sánchez
Un hombre acercaba una lupa pare leer los carteles este domingo en el IES Rosalía de Castro, en Santiago.Samuel Sanchez
Ambiente electoral en el colegio electoral del IES Antón Fraguas, en Santiago.Samuel Sanchez
Un hombre votaba durante las elecciones autonómicas al Parlamento de Galicia, este domingo en un colegio de Pontevedra.ÓSCAR CORRAL
Decenas de personas acudían a las mesas electorales en el pabellón municipal de O Milladoiro, este domingo en Ames (A Coruña). ÓSCAR CORRAL
Dos mujeres acudían a votar al IES Rosalía de Castro, en Santiago, este domingo.Samuel Sanchez
Una persona disfrazada, en un colegio electoral en Xinzo de Limia (Ourense), este domingo. Brais Lorenzo (EFE)
Una trabajadora de Correos entregaba votos por correo en un colegio electoral de Santiago, este domingo.Samuel Sánchez
Varias monjas hacían cola para votar en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo en Santiago, este domingo. Samuel Sánchez
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La sobriedad del candidato de los socialistas no ha tenido correspondencia en el electorado, que le ha dado menos apoyo que hace cuatro años a Gonzalo Caballero. Cada elección en Galicia llevaba consigo un nuevo candidato. Esta es historia de los socialistas gallegos de los dos últimos decenios. Pero no parece que esa sea la única razón de la derrota.

Después del 18-F, el PP retoma con nuevos bríos su labor de oposición férrea en Madrid, con la amnistía en primer plano. Este mismo miércoles en el Congreso se apreciará con claridad.

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