El Valencia, problemas fútbol club

La detención del delantero Rafa Mir como presunto autor de una agresión sexual se suma a la pérdida de la ciudad como sede del Mundial por un estadio en construcción que lleva 15 años parado y a la etiqueta de racista

Aficionados del Valencia CF en la grada del Mestalla.Pablo Morano (REUTERS)

La última vez que Rafa Lahuerta subió al graderío de Mestalla fue para ver un partido efervescente. Dos goles de Hugo Duro en la prolongación para empatar 3-3 contra el Atlético. Una fiesta. Luego vinieron los años de luto. Lahuerta, un escritor sin ínfulas pese a ser el autor del gran fenómeno editorial del primer cuarto de siglo en Valencia, la novela titulada Noruega, padre también de La balada del bar Torino, un libro consagrado a su amor por el ...

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La última vez que Rafa Lahuerta subió al graderío de Mestalla fue para ver un partido efervescente. Dos goles de Hugo Duro en la prolongación para empatar 3-3 contra el Atlético. Una fiesta. Luego vinieron los años de luto. Lahuerta, un escritor sin ínfulas pese a ser el autor del gran fenómeno editorial del primer cuarto de siglo en Valencia, la novela titulada Noruega, padre también de La balada del bar Torino, un libro consagrado a su amor por el Valencia CF, ha buscado un exilio emocional que bloquee los sentimientos que le provoca el club de Peter Lim. “He tomado distancia porque si no, te cortas las venas”, se lamenta.

Lahuerta es uno de tantos valencianos apesadumbrados por la deriva de un club venido a menos y con una reputación catastrófica. El equipo va último en la Liga después de haber sumado un punto de los 12 posibles. Dos mujeres han presentado una denuncia por agresión sexual contra el delantero Rafa Mir, uno de los pocos refuerzos de este verano. Los hechos pueden desembocar en una pena de cuatro a doce años de cárcel. Una noticia nefasta que llega semanas después de conocerse que Valencia no será sede del Mundial de 2030, debido a que el nuevo estadio lleva 15 años parado y no hay garantías de que se vaya a reanudar de manera inminente.

En teoría sí. Después de la última negociación entre el club y el Ayuntamiento, el Valencia anunció que en seis meses iba a reanudar las obras tras el visto bueno del Plan de Actuación Territorial Estratégica, que incluye la demolición del antiguo estadio cuando se produzca el traslado al nuevo. La entidad de la avenida de Suecia se comprometió, además, a presentar antes de noviembre un nuevo proyecto de estadio para 70.000 espectadores. Pero muchos temen que Lim vuelva a quedarse de brazos cruzados.

Hay más. Antes del verano, en mayo, el Cristo Redentor de Río de Janeiro, uno de los monumentos más conocidos del mundo, apagó sus luces como un gesto de solidaridad hacia Vinicius jr., víctima de insultos racistas en Mestalla y otros estadios. El suceso, que acabó con el cierre de una parte de la grada de animación del Valencia, dio la vuelta al mundo y el día que el brasileño recibió el Premio Sócrates por su lucha contra la racismo, una de las imágenes que se proyectaron durante su discurso en la gala del Balón de Oro fue la de varios jugadores del Valencia CF rodeando al madridista. El club presentó una protesta, como si su reputación aún pudiera estar a salvo…

Lahuerta no puede evitar preguntar por el resultado del Valencia cada jornada, pero ya cerró sus redes sociales y no tiene WhatsApp. Aislamiento para no sufrir: “Han hecho las cosas tan mal y desde hace tantos años, que hemos llegado al lugar donde era inevitable llegar. Ya llegará alguien y pagará la fiesta. Lo gracioso es que hubo gente hace años que pensó que un señor de Singapur iba a venir a pagarnos la fiesta. Es la consecuencia del infantilismo atroz de esta sociedad y del papanatismo”.

Por eso, este hincha que fue miembro activo de algunos destacados grupos de animación, dio un paso atrás para evitar el dolor que le produce ver cómo se desmorona el club de su vida. “Yo es que ya no puedo más. Pago mi pase, sigo siendo socio, pero no voy al campo. Me imagino que sigo pagando el pase porque es lo único que no me pueden arrebatar. Aunque tenga la sensación de que me han echado y sea todo una mentira y una trampa, yo soy del Valencia. Y perder el pase a lo mejor ya es demasiado: sería como traicionar a mi padre”. Su último día en Mestalla fue aquel del tanto de Hugo Duro en el último minuto. “Remontamos de milagro y se me disparó la tensión a 20. Ese día decidí que se acabó, que si no dejaba de ir, iba a acabar muriéndome en el campo”.

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El futbolista Rafa Mir (c) llega escoltado por la Guardia Civil al juzgado 8 de Llíria (Valencia) para declarar ante la jueza tras dos días detenido después de haber sido denunciado por una doble agresión sexual.Mònica Torres

Agustín Martín vive una desesperación parecida. De adolescente fue uno de aquellos valencianistas de la General de Pie. Luego vivió durante muchos años lejos de Valencia. Bruselas, Madrid, Londres… Este aficionado dejó la ciudad pero no la militancia. Siguió a distancia al equipo de sus amores durante sus años como alto ejecutivo de Toyota. Antes como presidente en España. Los últimos cinco, como presidente en el Reino Unido. Ese estatus le permitió conocer algunas realidades del fútbol. Como los cinco años, de 2003 a 2008, que duró el patrocinio al Valencia. Después, por algún contacto con clubes de la Premier League. El contraste fue salvaje.

El ejecutivo valenciano vivió muy de cerca el año del triplete, en 2004, cuando el equipo de Rafa Benítez ganó tres títulos: Liga, Copa de la UEFA y Supercopa europea. En ese momento habló con los responsables de la entidad y se llevó una sorpresa desagradable: “Tuve algunas conversaciones y les mencioné el modelo del Manchester United, que entonces era un referente. La respuesta que obtuve fue decepcionante: ‘Nosotros no tenemos que aprender nada de nadie’. La ignorancia es muy atrevida y en su caso rozó la arrogancia”.

Martín asegura que desde entonces ha faltado “gente de club” y han sobrado dirigentes cuyo interés “siempre ha sido personal, para aprovecharse de la plataforma social que te da el Valencia”. Luego vino la venta y el progresivo deterioro en todos los sentidos. “Nunca se ha gestionado el club como una empresa sino como un cortijo. La falta de seriedad y profesionalidad han marcado todos estos años. No sé si es meninfontisme. Ha habido temas políticos que también han influido pero, sobre todo, es que no ha habido una línea profesional que cimentara esto”.

Esa falta de profesionalidad ha coincidido, según el ya ex alto ejecutivo de Toyota, de vuelta a Valencia y a Mestalla (estadio al que siguen acudiendo 40.000 espectadores los domingos a pesar de todo), con una gran profesionalización del fútbol en toda Europa. “Es un doble castigo. No solo no has hecho los deberes todos estos años sino que, además, todos los demás sí los han hecho”.

A Agustín Martín lo invitaron en 2012 a una reunión en Etihad, el hogar del Manchester City. Allí tuvo la oportunidad de dialogar con Ferran Soriano, que acababa de llegar como nuevo director ejecutivo. “El presidente del City nos presentó a Soriano como el fichaje más importante de la historia del club. Y Soriano me dijo una frase que no he olvidado: ‘La pelota no entra solo porque haya un delantero que la meta’. Me contó su estrategia. Primero en la construcción del Barça y ahora su idea para un Manchester City perdurable. Y también me dijo que tenía muy claro que Pep Guardiola tenía que ser su entrenador. En el Valencia, en cambio, no hay ningún plan. No nos terminamos de hundir porque nuestro entrenador es un gran valencianista, Rubén Baraja. Pero yo hago una pregunta que aprendí en Toyota: ¿quién motiva al motivador?”.

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