Ironía, espontaneidad y estilo naíf: así echó raíces el grafiti en Castellón
‘Un viatge per les parets de Borriana a Vinaròs’ explora a través de entrevistas, recortes de prensa y fotografías inéditas recopiladas durante 40 años los orígenes de la expresión gráfica de la cultura hip hop en la provincia
El 9 de febrero de 1980, un día después del asesinato del líder de The Beatles, las paredes de Castellón amanecieron con frases como “John Lennon vive” o “All you need is love”. Su autor fue José Luis Lorente, El Chino, músico local reconocido como batería de Morcillo El Bellaco. Para Alberto Ramos, MC Alberto, licenciado en Bellas Artes y autor del libro Un viatge per les parets de Borriana a Vinaròs. Orígens del grafiti a Castelló, El Chino fue “pionero visceral del grafiti castellonense”. “Su mensaje marcó una inflexión, ya no era político, sino la expresión de un senti...
El 9 de febrero de 1980, un día después del asesinato del líder de The Beatles, las paredes de Castellón amanecieron con frases como “John Lennon vive” o “All you need is love”. Su autor fue José Luis Lorente, El Chino, músico local reconocido como batería de Morcillo El Bellaco. Para Alberto Ramos, MC Alberto, licenciado en Bellas Artes y autor del libro Un viatge per les parets de Borriana a Vinaròs. Orígens del grafiti a Castelló, El Chino fue “pionero visceral del grafiti castellonense”. “Su mensaje marcó una inflexión, ya no era político, sino la expresión de un sentimiento, la rabia, a través del arte”, asegura Ramos.
Esta anécdota es uno de los documentos que reúne Un viatge per les parets de Borriana a Vinaròs, junto a la primera mención en prensa local al grafiti como tal y no como “pintada”, en 1982; titulares que plasman su transición de acto de vandalismo a expresión artística y el salto de las páginas de sucesos a las de cultura; o decenas de fotos históricas de los primeros grafitis, algunas inéditas.
La película Beat Street sobre la cultura hip hop en el Nueva York de los 80 y el manual Los graffiti, de Craig Castleman, guían la titánica recopilación documental que plasma el libro en sus 400 páginas y 40 años de investigación. Dos hitos para Alberto Ramos, coautor junto a Sergio Esteve MAV de este primer análisis historiográfico, etnográfico y sociológico del fenómeno del grafiti -la expresión gráfica de la cultura hip hop, incide- en la provincia desde sus orígenes, en 1980 y 1990, hasta el legado más reciente. “Vi Beat Street con 7 años y descubro que todo lo que me atraía: grafiti, breakdance, rap… es cultura hip hop y empiezo a documentarla”, relata.
Nace así “un libro de consulta que veía necesario porque da valor al grafiti huyendo de estereotipos, y sobre todo porque se ha hablado mucho de él en la escena estatal, pero parecía que en Castellón no hubiera nada, y no es así”. Su irrupción aquí fue “espontánea, inocente; creamos cultura hip hop de la nada”, avanza. Sin base militar americana ni Movida madrileña, canalizadoras del movimiento hip hop en ciudades como Madrid o Zaragoza, en Castellón, el cine -con el estreno de Beat Street y Breakdance en las extintas salas Azul y Casalta en 1984- fue, junto a la música de importación de Discos Medicinales, Discos Ritmo o Zic Zac Import Records, la vía de acceso de esta revolución cultural sólida ya al otro lado del Atlántico.
Esta emergencia sin guion dio a las creaciones de los escritores de grafiti pioneros, FM MC (Francis Monferrer), Freddy, Nicol, Javi Bougi, Ram J o Sick en Castelló, el propio MC Alberto o Ato en Borriana, o Chile en Vinaròs, un estilo propio: “Esa ironía y humor ácido y una variedad temática, de los mensajes de disfrute y evasión a las propuestas más reivindicativas contra una sociedad de la que el grafiti, una vez más, era espejo”, explica ‘MC Alberto’. Destaca su carácter integrador, “no prevalece la competición en las formas de expresión de la cultura hip hop, cada uno hace lo que siente, de ahí la versatilidad y apertura, bien por la mediterraneidad o por su forma inocente de emerger”.
Castelló fue además pionera en impulsar, entre 1983 y 1986, el arte urbano con un museo al aire libre sobre medianeras de edificios con obras de Prades, Tasio o Ripollés “para salvar las irregularidades urbanísticas”, explica.
Aunque el libro transita en esta retrospectiva a los orígenes del grafiti por la Plana Alta, Plana Baixa y Baix Maestrat, se proyecta más allá a través de las miradas de quienes lo vivieron y alentaron desde fuera. Relatos y anécdotas narradas en las 100 entrevistas realizadas por el propio Ramos. Entre ellas, a Craig Castleman -que cedió la portada de Los graffiti-; a la fotógrafa estadounidense Martha Cooper, reconocida divulgadora de la cultura hip hop, o Miguel Trillo, una institución en la escena estatal.
Aun con ese origen idiosincrático, el libro plasma que, en su evolución, el grafiti en Castellón siguió el patrón internacional: ese tránsito desde lo naíf, con mensajes más sociales que estéticos esculpidos desde la clandestinidad y como acto de liberación con spray o kanfort, hacia una versión menos intuitiva y más técnica.
Partiendo de ese gesto primigenio de quien se rebela y lo expresa aquí y ahora, “es cierto que el grafiti hoy pierde romanticismo”, pero gana proyección, reconoce Ramos. “Su normalización ha favorecido saltar de la calle a museos o festivales; crear un legado del arte mural como herramienta educativa y de cambio social”. Es el caso del MIAU de Fanzara, un proyecto de cohesión en torno al grafiti ante la división vecinal por una incineradora. O los recorridos turísticos de arte urbano que cosen Geldo o Torreblanca. Muestra de esta apertura es también la primera exposición sobre grafiti y cultura hip hop en el Museo Nacional de Antropología de Madrid (2022) con la que cierra este viaje por las raíces del grafiti provincial, incluido en aquella muestra. “El broche para empoderar su mensaje de aceptación y gritar: ¿veis dónde hemos llegado?”.