POLÍTICA

Podem: un tren descarrilado

La inestabilidad ‘podemita’ provoca no poca zozobra en las filas de la izquierda valenciana, ante el temor de que gobierno del Consell retorne a manos del PP valenciano, en comandita con Vox

El nuevo vicepresidente segundo y consejero de Vivienda y Arquitectura Bioclimática, Héctor Illueca (i), en el traspaso de poderes en el Palau de la Generalitat el pasado viernes.Rober Solsona (Europa Press)

Los actores más experimentados de la política norteamericana recurren a un viejo aforismo, Nunca te metas en la trayectoria de un tren descarrilado, para indicar que cuando el contrincante ha perdido el rumbo y va del error al desacierto, la mejor estrategia es obviarlo. Acabará estrellándose por sí mismo. Napoleón lo expresó en otros términos: Si el enemigo se equivoca, no lo distraigas.

El tren descarrilado en la política valenciana es Podem. La err...

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Los actores más experimentados de la política norteamericana recurren a un viejo aforismo, Nunca te metas en la trayectoria de un tren descarrilado, para indicar que cuando el contrincante ha perdido el rumbo y va del error al desacierto, la mejor estrategia es obviarlo. Acabará estrellándose por sí mismo. Napoleón lo expresó en otros términos: Si el enemigo se equivoca, no lo distraigas.

El tren descarrilado en la política valenciana es Podem. La errática trayectoria de los morados valencianos, trufada de cainitas luchas por el poder dentro de la organización, amenaza con hacerles perder el favor de buena parte de los más de 213.000 electores (7′97 por cien) que en las últimas elecciones autonómicas respaldaron con su voto a la coalición Unides Podem, integrada por Podemos y Esquerra Unida (EU). La vida inteligente que queda en EU ya anda dándole vueltas a si interesa, o mejor no, repetir experiencias electorales con unos socios de coalición que, sospechan, ya restan más que suman.

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Pero hay otro riesgo derivado de la inestabilidad podemita, de mayor alcance y que provoca no poca zozobra en las filas de la izquierda valenciana, que no siempre coincide con la izquierda institucional: que el gobierno del Consell retorne a manos del PP valenciano, en comandita con Vox, en las próximas elecciones autonómicas. Basta con darse un paseo por las redes sociales o parar el oído en algunos cenáculos para comprobar cómo esa izquierda ciudadana que ejerce, aunque no milita, anda inquieta.

En los cuarteles socialistas valencianos se aprecia, sin embargo, un ambiente de euforia y satisfacción. Las encuestas con las que trabajan abonan el optimismo de sus dirigentes. Su secretario general y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, goza de una buena valoración ciudadana y las siglas PSPV-PSOE cotizan al alza en el mercado electoral, aunque permanecen muy alejadas de una mayoría absoluta que les permita gobernar en solitario y prescindir de los siempre incómodos socios del Gobierno del Botánico. Se puede dar la paradoja de que unos óptimos resultados socialistas se vean comprometidos por el pinchazo electoral de Podem y un crecimiento insuficiente de Més Compromís. Siempre llega el momento que obliga a los socios de una coalición que se disputan espacios electorales coincidentes a romper la armonía para mejorar sus resultados a costa del otro. En estos momentos, ni al PSPV-PSOE ni a Més Compromís les interesa que Podem descarrile del todo, porque no se da la garantía de que sus votantes, hastiados por los nada edificantes espectáculos ofrecidos por los dirigentes podemitas valencianos, opten por siglas amigas en lugar de por la abstención.

No sabemos cuándo tendrá a bien anunciar la convocatoria electoral autonómica el presidente Ximo Puig, de quien depende, ajustándose a marcos legales, designar fecha para la cita con las urnas. Ningún dirigente convoca elecciones para perderlas; quiero decir: si las adelanta, como en la convocatoria de 2019, será porque el algoritmo de las encuestas le invita a hacerlo, y si opta por cumplir con los plazos y estirar la legislatura hasta el final, más de lo mismo. Dificultar que el nuevo liderazgo de Carlos Mazón se asiente y el PP recupere el pulso electoral de la Comunidad Valenciana, invita a el adelanto.

Al otro lado del espectro político la satisfacción no es menor que en las filas socialistas. Que el PP tenga previsto meter a 10.000 personas en la Plaza de Toros de Valencia para celebrar la clausura de su Convención Nacional de octubre, es el mejor termómetro de la temperatura electoral que registran las encuestas, publicadas o no, con las que trabajan. Los sondeos reflejan la regularidad con que el PP está absorbiendo a los antaño votantes de C’s que fueron seducidos por el discurso de Albert Rivera e Inés Arrimadas. En la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón y María José Catalá -en serio ¿van siempre juntos?- dan por hecho que la mayoría de los 470. 676 votantes que tuvo C’s en 2015, virarán en las próximas elecciones autonómicas hacia las siglas PP. Aquella estrategia de Ximo Puig de guiñar el ojo a los votantes de C’s mediante el abrazo del oso a Toni Cantó, se muestra ahora fallida.

Que la Comunidad Valenciana ha recuperado vitola de plaza electoral significada para el antaño bipartidismo, queda acreditado por eventos varios. No es solo que el PSOE y el PP han elegido celebrar aquí sus 40º Congreso Federal y Convención Nacional, respectivamente; es que asistimos al desembarco cotidiano de dirigentes de ambas formaciones por los más variados motivos. Esta semana ha girado visita por Valencia la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño. Lo dije en su momento y lo repito aquí, ajena al sarcasmo: ¿Esta señora sabía que estaba en Valencia? ¿Era conocedora de que la Comunidad Valenciana lidera el ranking de las autonomías peor financiadas del Reino de España? ¿Sabe la ministra Calviño que cada valenciano recibe 600 euros menos per capita que un ciudadano de Cantabria para atender los servicios básicos? Si es que sí, ¿cómo se atrevió a decir que el nuevo modelo de financiación no es lo prioritario en estos momentos? ¿En estos momentos? Oiga, que lleva caducado más de un lustro… Con amigas con la ministra Calviño o el presidente catalán, Pere Aragonés, otro que tal, no necesita enemigos Ximo Puig.

La Plataforma per un Finançament Just -a la que se acaba de incorporar el PP valenciano- convoca manifestaciones en las tres capitales valencianas para el próximo 20 de noviembre. El escultor vasco Oteiza dijo en una ocasión: “No pienso manchar mi hoja de fracasos con un triunfo de mierda”. Ojalá triunfen, pero de verdad.

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