Opinión

Responsabilidad y sentido de Estado

No nos podemos permitir la parálisis política; más nos vale a todos arrimar el hombro y encontrar espacios de consenso

Ines Arrimadas durante una intervención en el Congreso de los Diputados.J. J. GUILLEN (AFP)

Por ganas, votaría otra cosa”, decía Inés Arrimadas poco antes de que los diez diputados de Ciudadanos en el Congreso votaran a favor de la prórroga del estado de alarma, tras alcanzar un acuerdo con el Gobierno que contempla algunas de nuestras principales condiciones. Se trata de una acción razonable —en términos de Raymond Aron—, pues antepone el bien común al interés partidista o las “ganas” personales. Lo importante, en circunstancias tan difíciles, no deberían ser las afinidades u hostilidades personales o ideológicas, sino la comprensión de la realidad y la ética de la responsabilidad f...

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Por ganas, votaría otra cosa”, decía Inés Arrimadas poco antes de que los diez diputados de Ciudadanos en el Congreso votaran a favor de la prórroga del estado de alarma, tras alcanzar un acuerdo con el Gobierno que contempla algunas de nuestras principales condiciones. Se trata de una acción razonable —en términos de Raymond Aron—, pues antepone el bien común al interés partidista o las “ganas” personales. Lo importante, en circunstancias tan difíciles, no deberían ser las afinidades u hostilidades personales o ideológicas, sino la comprensión de la realidad y la ética de la responsabilidad frente al dogmatismo y la ética de la convicción. De ahí que resulte tan estridente que, en un debate tan concreto y trascendente, se oyeran paralelismos con la matanza de Paracuellos, panegíricos de la secesión e insultos desde la tribuna de oradores. ¡No es esto, no es esto!

Ciudadanos ha decidido por sentido de Estado condicionar y contrapesar al Gobierno en pro del interés general. La solución no será perfecta, pero sí mucho más útil a los españoles que el intercambio ruidoso de reproches. Refleja nuestro compromiso con la sociedad española, nuestra capacidad para acompasar reivindicaciones programáticas a las difíciles circunstancias actuales y la asunción de nuestra responsabilidad por el acuerdo alcanzado. En lugar de dar carta blanca al Ejecutivo para gestionar a su antojo el futuro inmediato, hemos decidido comprometernos condicionando y equilibrando sus pretensiones.

Hemos conseguido que el Gobierno se comprometa a no vincular los ERTE a la extensión del estado de alarma, como irresponsablemente insinuó el presidente Sánchez; a consensuar una salida ordenada del estado de alarma; y a celebrar una reunión semanal con Ciudadanos para acordar medidas de respuesta a la crisis. Hemos tratado de aportar propuestas para el bien común desde el pragmatismo y la convicción de que el interés general no es una abstracción filosófica, sino el bienestar cotidiano de nuestros conciudadanos.

En estos momentos nuestro país no necesita más confrontación irreductible, ni más dogmatismo ni más soflamas ideológicas, sino más compromiso cívico, responsabilidad política, moderación y sentido de Estado para afrontar una situación sin precedentes en nuestra historia reciente. Es momento de tamizar nuestras diferencias ideológicas y pensar en lo que más conviene a los españoles, asumiendo como representantes de la ciudadanía nuestra obligación de llegar a soluciones transaccionales que nunca surgirán de la imposición de un punto de vista sobre otro.

Lo primero que debemos hacer los políticos para estar a la altura de la conciencia de los ciudadanos es poner las cosas en sus justos términos y no favorecer la confusión, como ha hecho el Gobierno vaticinando el apocalipsis si la Cámara no apoyaba la prórroga, pero también algunos partidos de la oposición al presentar la prórroga como el fin del mundo y a quienes la hemos apoyado —con importantes condiciones— como traidores. Las circunstancias exigen prudencia y templanza.

Decía Isaiah Berlin que en política no se puede tener todo lo que se desea, ni en la práctica ni tampoco en la teoría. Pretender imponer por completo una solución de parte conduce inevitablemente a la frustración y el marasmo. Y si algo no nos podemos permitir en estos momentos es la parálisis política, así que más nos vale a todos arrimar el hombro y encontrar espacios de consenso practicables. Probablemente los acuerdos no serán perfectos, pero necesitamos equilibrios razonables, forzosamente contingentes, pero imprescindibles para embridar la situación.

Nacho Martín Blanco es diputado de Ciutadans en el Parlament de Catalunya.

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