Los clubes temen que la crisis por el virus derive en un declive social y deportivo

Las entidades sufren una drástica caída de ingresos y la huida de parte de sus socios. Alertan de que pueden perder capacidad competitiva y piden ayudas

Un operario trabaja en el mantenimiento de la piscina del Club Natació Sabadell.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

Los clubes deportivos catalanes fueron los primeros en parar su actividad por la crisis sanitaria y serán de los últimos en volver a empezar. “Nuestra naturaleza mueve a un gran número de masas, y esto es incompatible con las medidas sanitarias actuales”, explican presidentes de clubes y federaciones.

El parón ha debilitado a todas las entidades. Muchos clubes han sufrido bajas de abonados y no pueden ofrecer servicios deportivos que complementan sus ingresos anuales. “Los socios son copropietarios del club”, recuerdan las entidades. “No pagan solamente para recibir una contraprestación...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Los clubes deportivos catalanes fueron los primeros en parar su actividad por la crisis sanitaria y serán de los últimos en volver a empezar. “Nuestra naturaleza mueve a un gran número de masas, y esto es incompatible con las medidas sanitarias actuales”, explican presidentes de clubes y federaciones.

El parón ha debilitado a todas las entidades. Muchos clubes han sufrido bajas de abonados y no pueden ofrecer servicios deportivos que complementan sus ingresos anuales. “Los socios son copropietarios del club”, recuerdan las entidades. “No pagan solamente para recibir una contraprestación, sino para formar parte de un proyecto y una masa social”.

Waterpolo

Chema Buenache trabaja de 8.00 a 12.00. Su tarea y la de sus compañeros de mantenimiento del Club Natació Sabadell es garantizar que la temperatura y el estado del agua de la piscina sea el correcto. Pero no hay bañistas ni usuarios en el vestuario. Buenache está solo con otros dos trabajadores en una instalación con capacidad para centenares de personas. Es el guardián del vacío. “Esto es como ir a Las Vegas, pero sin luces. Es la misma ciudad, pero no tiene nada que ver”, compara. Buenache es uno de los 12 trabajadores activos de los 250 en nómina en el club para garantizar la higiene de las instalaciones y su mantenimiento. “Ahora tenemos unos gastos fijos, pero casi no tenemos ingresos. E irá a peor”, avanza el presidente del club, Claudi Martí.

La situación del club de Sabadell es calcada a la de la mayoría de clubes deportivos de Cataluña. Sin competiciones ni servicios que ofrecer, los gastos son ahora mucho mayores que los ingresos. La dirección ha aplicado un ERTE a todos sus trabajadores, y parte de sus socios se han dado de baja. “Estimamos que hemos perdido el 15% de la masa social. Pero si esto se alarga unos meses más, podemos quedarnos sin el 50%”. A Martí le da miedo el día después de la crisis. “Empezaremos con el 100% de los gastos que teníamos antes, pero con el 50% de los ingresos. Las cuotas de los socios son la parte principal de los ingresos”, alerta. “Necesitamos liquidez de manera urgente”. La Generalitat anunció el jueves que aportará 61 millones este año. “Está muy bien y lo valoro, pero que antes nos paguen el total de las subvenciones que nos deben desde el 2017”, apunta Martí.

Parte de los socios del club se han mostrado disconformes por haber tenido que pagar la cuota del mes de abril. “Pero al ser un club privado, debemos abonarla por estatutos”, explica el presidente. A diferencia de los abonados en gimnasios, por ejemplo, los socios del CN Sabadell y otras entidades privadas son copropietarios y no pagan por una contraprestación, sino por formar parte del club. “El próximo mes reduciremos el importe”, avanza el dirigente del club, que cuenta con unos 28.000 socios.

Crisis deportiva

Para fidelizar a sus socios, el Reus Deportiu ofreció una entrada extra por cada día de confinamiento. Nadie esperaba la respuesta de uno de los abonados. “Pues yo me doy de baja, y vendré al club con las entradas adicionales que recibirá mi mujer”. En el club aún alucinan. De los cerca de 6.500 socios del Reus, unos 650 devolvieron el último recibo. “Algunos te explican que tienen dificultades en sus trabajos”, explica la presidenta, Mònica Balsells. “Otros se dan de baja sin explicaciones”. La Generalitat tuvo que aclarar hace unos días la situación en un comunicado: “Estas cuotas son aportaciones a fondo perdido para contribuir al mantenimiento de la entidad y reflejan la adhesión y pertenencia a un proyecto compartido para todos los asociados”.

Balsells y el Reus Deportiu tenían previsto recibir en verano a unos 500 niños por semana en sus campus deportivos. A falta de dos meses para las actividades, la entidad desconoce qué pasará. “La incertidumbre es lo peor. Seremos los últimos en volver a ponernos en marcha [por celebrar actividades masivas], pero lo que no haremos será abrir las instalaciones para que se disputen competiciones profesionales a puerta cerrada, y que los usuarios sigan sin poder venir. Sería una incongruencia. O todos, o ninguno. Tenemos que pensar en cada uno de los miembros del club, no solo en nuestros equipos profesionales”, afirma Balsells.

Los clubes temen que el rendimiento deportivo de sus equipos profesionales acabe afectado. “Si tengo que prescindir de un jugador profesional o de un empleado de mantenimiento, lo tengo claro, tendré que renunciar al deportista y quizás al nivel competitivo actual”, lamenta Martí. “Tenemos la plantilla del próximo curso cerrada y confiamos en poderla mantener”, explica Balsells.

Para Martí, el éxito de los clubes catalanes dependerá de la reacción del resto de países. “Si el resto de Europa baja, bajamos todos; y nos mantenemos. Pero hay otros países que han reaccionado mucho mejor que nosotros. Y ahí está el problema”. El CN Sabadell es el gran dominador del waterpolo femenino español, base de la exitosa selección nacional; y el Reus ha ganado ocho Copas de Europa de hockey patines. Gran parte del tejido deportivo catalán nutre a las federaciones nacionales y, a un año de los Juegos, la situación es incierta. “Si el CN Sabadell se constipa, la federación catalana coge la gripe, y la española enferma”, refleja Martí. “Es difícil que el deporte español vuelva al mismo nivel para preparar los Juegos”, añade.

Sin niños, usuarios ni equipos en las instalaciones, los trabajadores como Buenache toman un protagonismo esencial. “Mucha gente puede pensar que ahora no hace falta mantener la temperatura de la piscina”, avanza el empleado, “pero si la dejas a cero, el gasto de gas para recuperarla es bestial. Bajarla un grado puede suponer unos 8.000 euros. Esto hay que explicarlo a la gente”, afirma. “Ahora la piscina está 27 grados”, añade. Pero sigue vacía.

Sobre la firma