El jurado declara culpables a los dos acusados por el crimen de la Guardia Urbana

Rosa Peral y Albert López, policías y amantes, trazaron un “plan” para matar al novio de ella

Rosa Peral durante el juicio. En vídeo, el momento de lectura del veredicto.Vídeo: MASSIMILIANO MINOCRI | EPV
Barcelona -

Rosa Peral y Albert López, amantes y agentes de la Guardia Urbana de Barcelona, se confabularon para matar al novio de ella, el también policía Pedro Rodríguez, en el contexto de un envenenado triángulo amoroso. Ese es el veredicto que dio a conocer este lunes el jurado popular sobre el novelesco crimen de la Guardia Urbana. Ninguno de los dos protagonistas estuvo presente para escucharlo. Peral, que la semana pasada dio positivo por coronavirus, está aislada en un hospital penitenciario de Terrassa; López, ingresado en la cárcel de Quatre Camins.

Tras cinco días de deliberación, el ver...

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Rosa Peral y Albert López, amantes y agentes de la Guardia Urbana de Barcelona, se confabularon para matar al novio de ella, el también policía Pedro Rodríguez, en el contexto de un envenenado triángulo amoroso. Ese es el veredicto que dio a conocer este lunes el jurado popular sobre el novelesco crimen de la Guardia Urbana. Ninguno de los dos protagonistas estuvo presente para escucharlo. Peral, que la semana pasada dio positivo por coronavirus, está aislada en un hospital penitenciario de Terrassa; López, ingresado en la cárcel de Quatre Camins.

Tras cinco días de deliberación, el veredicto fue alcanzado por mayoría y no por unanimidad: ocho votos a uno en el caso de Peral; siete a dos en el de López. Los ciudadanos concluyeron que los dos policías son culpables de un delito de asesinato con alevosía. El magistrado deberá imponer ahora la pena. La fiscalía reiteró ayer su petición inicial: 25 años de cárcel para ella y 24 para él, además del pago de casi 900.000 euros a la familia del fallecido. Las defensas solicitaron que se imponga la pena mínima para esas circunstancias: 15 años.

Los hechos ocurrieron la madrugada del 1 al 2 de mayo de 2017 en el domicilio que que Peral y Rodríguez compartían en Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Los acusados decidieron “drogar o medicar” a la víctima para “anular sus capacidades físicas” y asesinarle sin que pudiera oponer resistencia, según el veredicto. El guardia urbano no esperaba que su pareja le agrediese “por el profundo enamoramiento que sentía por ella”. Hubo alevosía porque aprovecharon que Rodríguez estaba “dormido o descansando”, lo que impidió que ejerciera una “defensa eficaz frente al ataque mortal del que fue objeto”.

Peral y López habían sido amantes. Rodríguez se enteró de la infidelidad, lo que abrió una etapa de “celos” y “desconfianza”. En paralelo, durante la primavera de 2017 se produjo un “acercamiento emocional y sentimental” entre los dos acusados. Los guardias llegaron a la conclusión de que el novio de ella era un obstáculo para vivir libremente su amor. Fue entonces cuando “empezaron a trazar un plan con el fin de quitarle la vida”, según el veredicto, que recoge las tesis de la Fiscalía.

Tras asesinarle en la casa, introdujeron el cadáver en el maletero de un vehículo, prendieron fuego al coche y lo abandonaron en una pista forestal del pantano de Foix. Aquella maniobra, que buscaba “eliminar el máximo número de pruebas posibles”, ha impedido conocer durante la investigación cuál fue la causa de la muerte de Rodríguez. Pero no ha sido suficiente para impedir la condena de sus responsables.

Durante el juicio, Peral y López mantuvieron una estrategia de enfrentamiento, con versiones opuestas: se presentaron como meros encubridores y se acusaron mutuamente del crimen. Las pruebas, sin embargo, han sido letales para el destino de ambos: los cientos de conversaciones por WhatsApp son elocuentes; además, las geolocalizaciones de sus móviles les sitúan a ambos en la escena del crimen la noche del asesinato. Un testigo, también agente de la Guardia Urbana, declaró que López le preguntó cómo se desharía de un cadáver. Su respuesta (quemándolo) anticipó la realidad. Unas semanas antes del asesinato, López regaló a Peral un anillo de compromiso. Ella lo lució sin disimulo en una mano; en la otra llevaba la alianza que, más o menos por las mismas fechas, le había regalado la víctima.

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