La mujer y la nuera del tío Toni le atribuyen el poder absoluto en la secta de La Chaparra y se apean de los abusos a menores: “Era impensable”
Las dos principales acusadas, para quienes piden 65 años de cárcel, niegan también su participación en delitos denunciados por las víctimas e inciden en que los rituales sexuales se ceñían a los adultos
Tras 12 sesiones por las que han desfilado más de medio centenar de testigos y 10 peritos, este lunes han prestado declaración en la Audiencia Provincial de Castellón cinco de los seis acusados en el juicio por presuntos abusos sexuales, también a menores, en la secta que operó durante tres décadas en la masía de La Chaparra, en el pueblo castellonense de Vistabella.
El turno de declaraciones ha abierto con las dos principales acusadas, la compañera sentimental y la nuera de Antonio Garrigós, el tío Toni, el líder de la secta fallecido en prisión tras su arresto en la redada que desarticuló La Chaparra en 2022. Ambas se enfrentan a las máximas penas de las solicitadas por la Fiscalía: 65 años de prisión cada una por abusos a menores.
Han respondido únicamente a las defensas y, siguiendo un relato prácticamente idéntico, han insistido —incluso entre sollozos— en que desconocían los abusos contra menores: “Nunca he sabido nada, ni nadie me ha dicho nada; me he enterado ahora”, ha afirmado la pareja del gurú, de 74 años, quien ha matizado que, si Antonio perpetró esos abusos, “lo tenía muy escondido”.
Según ellas, los rituales sexuales se realizaban solo con adultos y tenían un fin sanador. “Nunca se me pasó por la cabeza que pudiera estar haciendo lo mismo con menores; me parece impensable”, ha indicado, por su parte, la nuera, de 48 años. “Ojalá, de haber ocurrido así, hubiera podido darme cuenta; he querido mucho a esas niñas, las he visto nacer”.
También, al igual que han hecho los otros tres procesados que han declarado en la misma sesión, han negado haber formado parte de los hechos delictivos en los que varias de las víctimas las han implicado en sus testimonios. La nuera del líder sí ha reconocido “una sola ocasión” en la que, dice, fue testigo del uso de la “maquinita” —el vibrador que aplicaba el gurú sobre los genitales de las mujeres para curar los “ovarios negros”— a una menor. La denunciante señaló que la procesada la agarró de las manos para impedir que se moviera durante la agresión, que tuvo lugar en la cama del líder. Este lunes ha dicho que pensaba que la víctima era mayor de edad y que “creía firmemente en que era una terapia curativa”. “Estuve a su lado cogiéndole de la mano para que estuviera tranquila”, ha declarado.
“No pintábamos nada”, han coincidido las dos en otro momento del relato, desvinculándose de la pertenencia a ese círculo de poder próximo a Antonio que, según las acusaciones y varios peritos, actuaba como brazo ejecutor de las prácticas delictivas promovidas por el gurú, con graves problemas de salud derivados de la poliomielitis y sus problemas respiratorios.
A las historias de ambas procesadas las une, han declarado, la profunda admiración inicial por el tío Toni, pero también el “miedo” que les infundía su figura, el desencanto tras descubrir el “engaño” y los intentos por desvincularse del hombre al que sirvieron durante décadas.
La que fue su pareja hasta el fallecimiento del gurú ha dicho hoy que nunca estuvieron casados. “Se decía que era mi marido; dormíamos separados”, ha indicado. Conoció al tío Toni a través de una expareja. Se presentaba ya como un enviado de Dios, que predecía catástrofes. “Empecé a creerlo, claro; nos decía que el mundo estaba mal y que podíamos, como seres de luz, ayudar a la gente; nos comió el coco”, ha asegurado la procesada. Durante su testimonio ha ofrecido una imagen de sumisión por la manipulación del líder: “Nos tenía absorbida la mente”. Ha asegurado que dependía de Antonio: “Yo era una ama de casa; me daba 50 euros para ir a Castellón una vez a la semana”. Precisamente por coger dinero de la cartera sin su permiso le “pegó un bofetón”. La incluyó en los “triángulos de luz” y en el “círculo de las siete elegidas”, donde estaban las “mujeres más evolucionadas espiritualmente” y en los que, al margen de escuchar música, rezar y hablar de Dios, había relaciones sexuales. “Sí, porque con ellas daríamos luz al mundo y evitaríamos las catástrofes”, ha señalado. Toni acabó desterrándola del círculo de las siete elegidas. “Se enfadó conmigo y me mandó a mi habitación”, ha agregado. En el citado círculo participaba una menor, según las acusaciones y varios testigos. Tanto la mujer como la nuera del tío Toni han indicado que desconocían su edad y que “parecía más mayor”.
A la nuera de Antonio Garrigós se le ha quebrado la voz en varias ocasiones. La primera, cuando ha narrado que tras conocer al gurú con 15 años abusó de ella. “Mis padres estaban preocupados porque yo era muy retraída y contactaron con Toni. Empezamos a hablar. Se ganó la confianza de mi padre, que le dejó las llaves de casa; alguna vez venía al instituto a recogerme y luego íbamos al piso, estábamos solos. Allí me dijo que me quitara los pantalones. Lamió mis partes y se masturbó. Yo no sabía qué pasaba, no había tenido nunca sexo. Me dijo que no lo contara, que era un secreto y nadie lo iba a entender”. A los 16 usó con ella la “maquinita”, para “romper el bloqueo” de sus ovarios. Asegura que por aquel entonces su percepción estaba totalmente distorsionada: “Creía que era una terapia, pero luego vi que se aprovechaba”. El propio Antonio narró al resto de mujeres de la comunidad aquel episodio siendo ella menor: “Creí que lo compartió porque había sido excepcional”.
Con 17 años el tío Toni ejerció de celestino y emparejó a la ahora procesada con su hijo. “Yo no quería casarme, pero insistió. Yo no tenía ningún mando ni poder de decisión, de hecho, todas las decisiones de mi vida las tomaba él: desde cuándo podía ver a mis padres a cuándo debía acostarme con mi marido o cuándo irme a dormir”.
Tanto la Fiscalía como las acusaciones particulares y varios peritos inciden en que la longevidad de la secta no se entiende sin el grupúsculo que, al parecer, integraban los seis acusados. Pero durante la sesión de este lunes todos se han afanado en desligarse de cualquier órbita de privilegio o poder decisorio por su proximidad al líder. También la nuera se ha presentado como diana del carácter agresivo del gurú. En una ocasión, por el daño provocado al introducirle una cánula del tratamiento médico que llevaba, le dio “una hostia” y “la tiró contra la pared”. Las humillaciones, ha relatado de nuevo entre sollozos, eran otra respuesta a la desobediencia. Se quedó embarazada de Antonio: “No le encajó mucho, me dijo que nos fuéramos al monte con la moto, por un camino lleno de piedras; al día siguiente tuve un aborto natural”.
También ha llorado cuando se ha referido al momento en el que su “referente” se rompe. Fue a raíz de la visita de una de las jóvenes de La Chaparra, hija biológica del tío Toni, describiendo lo que su padre le había hecho siendo niña. “Me dio un clic, y empiezo a plantearme si hay algo de verdad en todo lo que se estaba diciendo”, ha señalado en alusión a las denuncias.
Más tarde ha declarado otra exintegrante de la comunidad, quien ha negado haber mantenido relaciones con uno de los menores denunciantes y que desconocía que hubiera sexo con niños en la comunidad; el único de los hombres procesados, sobre el que pesan también acusaciones de abuso sexual por parte de dos menores, que ha negado; y la cuarta de las mujeres sentadas en el banquillo, a la que una sobrina acusa de haber presenciado un abuso contra ella siendo menor. “Por supuesto que eso no pasó”, ha concluido.
Los cinco procesados han atribuido las denuncias de las víctimas a celos, malas influencias o temas económicos. El martes declarará la sexta y última acusada, y Fiscalía y acusaciones trasladarán si modifican o mantienen las conclusiones provisionales.