Vino, botellas de alcohol y un viaje en bus de 24 horas: Cádiz declara non grato el Carnaval de borrachera

El Ayuntamiento crea una zona disuasoria para quienes no vienen a escuchar coplas: “El Carnaval no es un botellón y no es bienvenida la gente que solo viene a beber”

Una agrupación 'ilegal' actúa en los aledaños de la Catedral mientras en el Teatro Falla se celebra la final del Concurso de agrupaciones del Carnaval de Cádiz durante la fiesta de 2022.Fernando Ruso

Un bus de ida y vuelta a Cádiz en menos de 24 horas, tinto de verano “para todos”, una botella más de regalo para grupos de 10 personas —”vodka, whisky, gin o ron a elegir”— y un sorteo donde prometen rifar aún más alcohol o un jamón. El reclamo, por 25 euros por cabeza, tiene una contradictoria nota al pie: “Promueve el respeto y el civismo en la ciudad y consume de manera responsable”. El Ayuntamiento de Cádiz ha decidido declarar non gratos este tipo de anuncios que pululan por la red, incitando a los jóvenes de diversos puntos de Andalucía a apuntarse al plan del ...

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Un bus de ida y vuelta a Cádiz en menos de 24 horas, tinto de verano “para todos”, una botella más de regalo para grupos de 10 personas —”vodka, whisky, gin o ron a elegir”— y un sorteo donde prometen rifar aún más alcohol o un jamón. El reclamo, por 25 euros por cabeza, tiene una contradictoria nota al pie: “Promueve el respeto y el civismo en la ciudad y consume de manera responsable”. El Ayuntamiento de Cádiz ha decidido declarar non gratos este tipo de anuncios que pululan por la red, incitando a los jóvenes de diversos puntos de Andalucía a apuntarse al plan del Carnaval de borrachera, con un nuevo paquete de medidas para un problema con el que la ciudad lleva ya más de una década lidiando.

“El Carnaval no es un botellón y no es bienvenida la gente que solo viene a beber”, explica contundente la concejala de Fiestas, Beatriz Gandullo. Y así lo dejó claro el Pleno del Consistorio de Cádiz cuando el pasado 27 de enero el secretario municipal leyó una declaración institucional con el apoyo de todos sus concejales: “El Carnaval de Cádiz es una fiesta de libertad donde, afortunadamente, la prohibición se prohibió hace muchos años, pero eso no es óbice para que nosotros, como Ayuntamiento, no instemos a todas esas empresas que organizan ese tipo de viajes a que no incentiven el consumo de alcohol o la práctica del botellón entre los jóvenes de Andalucía”, arranca el texto, planteado a instancias del PP. Justo después propone manifestar el profundo rechazo a esos reclamos, remitir esas palabras a las principales agencias de viajes y poner en marcha una campaña informativa contra el turismo de borrachera.

Ese paso institucional dado, más político y simbólico que con consecuencias prácticas, es solo la última medida de una batalla que Cádiz comenzó hace ya más de una década contra quienes vienen a su fiesta principal solo a convertir sus calles en un macrobotellón. La guerra tiene un perfil concreto: jóvenes que en la mañana o la tarde del Sábado de Carnaval —que este año cae el 1 de marzo— desembarcan masivamente de autobuses, disfrazados en grupos, con alcohol al ristre en bolsas y ya entonados desde que ponen el primer pie en la ciudad. Son visitantes que pueblan calles y plazas hasta el final de la madrugada a los que, habitualmente, poco les importan las actuaciones de agrupaciones callejeras o la programación carnavalesca ideada por el Ayuntamiento. Es, también, un público que tras de sí deja destrozos, toneladas de basura y que los últimos años se ha hecho tan fuerte que pocos son los gaditanos o agrupaciones que se atreven a salir esa noche a la calle.

La guerra contra ese turista borracho no conoce colores políticos y comenzó ya en 2009, en tiempos de la alcaldesa popular Teófila Martínez, y continuó con el Gobierno de José María González Kichi con diversas campañas informativas. Pero el esfuerzo “no ha logrado que el fenómeno del botellón se haya diluido como era deseable”, como apunta la declaración. Así que el nuevo gobierno de Bruno García (PP) ha decidido dar una vuelta de tuerca más. Al texto oficial, el equipo de Fiestas de Gandullo ha sumado una serie de medidas prácticas que buscan desincentivar que, una vez en Cádiz, ese turista que solo viene a beber estropee el ambiente nocturno en el casco histórico. Para ello, el Consistorio ha habilitado una suerte de botellódromo en las inmediaciones de la estación de tren, donde se instalarán unos escenarios con música de DJs, pensadas para “quien viene a no escuchar coplas”, como reconoce Gandullo sin rodeos.

Ese punto disuasorio —ubicado justo a la puerta de la gran carpa del Carnaval que todos los años se instala fuera del casco histórico— arrancará a las seis de la tarde, justo a la hora en la que terminará la programación de Carnaval que ahora se ha ubicado en la plaza de la Catedral, uno de los puntos calientes del botellón en años atrás. Ahora, en ese gran espacio —además de vallarse la escalinata al templo— se colocarán dos escenarios para celebrar batallas de coplas, un modelo de actuación en el que dos agrupaciones contraponen sus repertorios. Ese nuevo ciclo diurno y que se dejará notar el primer fin de semana de aglomeraciones tiene nombres, como Dos palos al botellón —reservado para los cuartetos—, que no dejan lugar a las dudas sobre el problema a atajar. “No tengo una solución mágica para este tema, pero la idea es invitar a la gente a irse a las zonas para ello. Es un problema complejo, pero nunca se hizo nada al respecto”, apunta la edil.

El Ayuntamiento es consciente que un problema de tan largo recorrido no se arreglará de la noche a la mañana. Tanto es así que la declaración institucional del pasado 27 de enero apenas parece haber tenido incidencia en las agencias que ofertan este tipo de paquetes de borrachera. Una sencilla búsqueda en internet devuelve resultados de, al menos, tres organizadores distintos que ya las están organizando, replicadas a su vez por otras webs de planes y eventos.

Todas comparten características como el precio —casi todas, a 25 euros—, el tinto de verano gratis en el viaje, rutas que enlazan Cádiz con Málaga, Sevilla, Córdoba, Jaén o Granada en maratonianos viajes que parten por la mañana del sábado y que parten de regreso a las 6 de la mañana del domingo. Los anuncios tampoco dejan lugar a la duda de que el objetivo es emborracharse y de que el público al que están dirigidos es a jóvenes. EL PAÍS se ha puesto en contacto con hasta tres agencias que ofertan estas rutas, aunque todas han declinado hablar. Al menos a una de ellas parece haberles ido tan bien con el reclamo que aseguran ya tener repleto el primer cupo y solo ofrecen ya viajes de uno segundo, a un precio más caro.

Gandullo asume que todos esos buses desembarcarán en Cádiz sí o sí el próximo 1 de marzo, de ahí que tenga claro que su única opción “es actuar en destino, no en origen”, con esas medidas disuasorias, con las campañas informativas que se han hecho ya en años anteriores o prohibiendo la música enlatada en las barras callejeras. “En el Carnaval, el día es para escuchar coplas”, aclara. Una vez terminada la fiesta de 2024 y sabedora de que ese es el principal problema que asedia a la fiesta, la edil no oculta que intentó hacer aún más. “Pregunté [a las fuerzas y cuerpos de seguridad] qué herramientas legales tengo para impedir la llegada del turismo de borrachera y no hay, pero al menos no se lo vamos a poner fácil”, zanja la edil gaditana.

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