El río Magro se cebó con los más mayores en Utiel: “Estaba con el agua al cuello y dejaron que se muriera”

El municipio valenciano llora la muerte de al menos seis vecinos. Numerosas personas con movilidad reducida quedaron atrapadas en sus casas

Un grupo de personas comienzan a limpiar su casa tras quedar anegada, este miércoles. Foto: MANU FERNÁNDEZ (ASSOCIATED PRESS/LAPRESS) | Vídeo: EPV

El río Magro, que normalmente atraviesa Utiel con un hilillo de agua, se transformó este martes en un monstruoso torrente de lluvia y barro que arrasó lo que encontró a su paso. Hay neveras en las esquinas, sillas en los tejados y coches del revés tras el paso ...

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El río Magro, que normalmente atraviesa Utiel con un hilillo de agua, se transformó este martes en un monstruoso torrente de lluvia y barro que arrasó lo que encontró a su paso. Hay neveras en las esquinas, sillas en los tejados y coches del revés tras el paso de la peor gota fría en lo que va de siglo. La corriente entró con fuerza en todas las casas de los márgenes del río en esta localidad valenciana (12.000 habitantes), inundando los hogares hasta el techo y ahogando a algunos de sus inquilinos. El alcalde, Ricardo Gabaldón, confirmó este miércoles la muerte de al menos seis vecinos, la mayoría, según una portavoz municipal, de entre 80 y 90 años. “Lo peor ha sido para las personas mayores, sin movilidad, que se quedaron atrapadas”, lamenta Carlos Hernández, mientras lucha con el barro espeso que se ha comido su casa. “Mi vecina”, dice señalando la casita de la esquina, “no pudo salir y la familia, que vive al otro lado del río, no pudo venir”.

Fernanda Miota observa cómo su compañero relata a un programa de televisión la pesadilla que acabó con la muerte de su madre. La vio morir por una especie de claraboya que conecta las dos plantas de la vivienda donde vivía la familia. “Estaba con el agua al cuello y dejaron que se muriera”, maldice. El agua embarrada le llega ahora por los tobillos, pero apenas 12 horas antes había engullido la casa de sus padres. Hasta el techo. Por la ventana puede verse el destrozo después de que los muebles flotasen a su antojo por el salón. Está todo dado la vuelta, cubierto por una espesa manta de arcilla.

Un hombre contempla los estragos dejados por la dana en Utiel, anegado por el río Magro. Diego Radamés (Europa Press)

“Sobre las 11 de la mañana [del martes] vimos el agua corriendo por el río y cubriendo las aceras. Llamé por teléfono a mi madre para que se subiese a mi casa, en el piso de arriba, pero me dijo que no”, relata. “Mis padres le quitaron importancia, ya habían visto muchas tormentas, pero estábamos en una ratonera y todo pasó demasiado rápido”, explica.

Según se avecinaba la crecida, Miota llamó al 112 para que sacasen a sus padres, pero, al otro lado del teléfono les informaron que estaban recibiendo demasiadas llamadas. “Llamé entonces a mis amigos, a todo el mundo”, lamenta. Su pedido de auxilio corrió como la pólvora entre los vecinos, algunos con barcos de pesca que se lanzaron al rescate de quienes encontraban, pero la corriente se abrió rápidamente paso en la vivienda. “Desde que llamé, oía pasar helicópteros y yo miraba al cielo pensando que por fin me tocaría a mí, pero no. Vinieron antes a rescatar a los que estaban al otro lado del río que, para mí, no corrían tanto peligro”, asegura.

El agua subió hasta llegar a la lámpara de candelabro que colgaba del techo, mientras la pareja de ancianos intentaba encaramarse en una especie de peldaños de hierro incrustados en la pared que llevan al piso de arriba. Miota y su pareja tiraban de ellos, pero la madre no aguantó.

Dos hombres arrastran efectos dañados por la riada.Manu Fernandez (AP/LaPresse)

María, con 83 años, y una operación de cadera, no podía moverse bien y murió sobre las seis de la tarde. Cree su hija que fue de hipotermia, después de horas metida en el agua. “Estamos destrozados”, dice, aún en estado de shock.

En los alrededores de esa casa, en el barrio de La Alameda, solo hay destrucción, barro con olor a gasoil y una movilización enorme de los vecinos que se han volcado en limpiar hogares que quizá nunca vuelvan a recuperarse. Son decenas, hasta un centenar, de viviendas arrasadas. En el salón de Marbelis Chinchilla y su marido, el agua reventó las paredes y se han colado los muebles embarrados de su vecina. Ellos se salvaron porque la tromba de agua les pilló en el médico, pero de la cadera de Chinchilla cuelga un collar azul con una chapita plateada con forma de hueso. Era el collar de Nico, el yorkshire que los esperaba en casa.

Captura de video que muestra el río Magro desbordado en Utiel, este martes.Emergencias 112 Valencia/EFE

En el centro del pueblo, mientras la UME achica el agua de los comercios con las bombas de sus camiones, Dioni es la única que se mantiene tras un mostrador. Al mando de una tienda de golosinas, hasta ahora compaginaba su trabajo con el cuidado de una pareja de ancianos del pueblo. Cuenta que ellos también han muerto. “¡Qué impotencia!”, clama. “El único consuelo es que se murieron como ellos querían: juntos”.

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