Maduro intenta tranquilizar a Repsol sobre sus inversiones en Venezuela en plena crisis con España

El mandatario venezolano ordena a su ‘número dos’, Delcy Rodríguez, que reciba a directivos de la petrolera española

La vicepresidenta de Venezuela y ministra del petróleo, Delcy Rodríguez, en una sesión de la Asamblea Nacional en Caracas en abril pasado.Foto: Miguel Gutiérrez (EFE)

Una de cal y otra de arena. Este viernes, mientras el canciller venezolano Yván Gil recibía en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en Caracas al embajador español, Ramón Santos, para darle una severa reprimenda por las palabras de la titular española de Defensa, Margarita Robles, quien había llamado dictadura al régimen de Maduro, la vicepresidenta Delcy Rodríguez hacía la propio con el jefe de la unidad de negocio...

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Una de cal y otra de arena. Este viernes, mientras el canciller venezolano Yván Gil recibía en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en Caracas al embajador español, Ramón Santos, para darle una severa reprimenda por las palabras de la titular española de Defensa, Margarita Robles, quien había llamado dictadura al régimen de Maduro, la vicepresidenta Delcy Rodríguez hacía la propio con el jefe de la unidad de negocios de Repsol en Venezuela, Luis Antonio García Sánchez.

Frente a un canciller que advertía solemnemente al representante diplomático español de que el régimen chavista “no permitirá ninguna acción injerencista por parte del Gobierno de España en asuntos que son de competencia exclusiva de los venezolanos y venezolanas” y “adoptará las medidas necesarias para proteger su soberanía”, la número dos de Maduro explicaba al directivo de la compañía española que Venezuela “sigue avanzando en sus planes de cooperación energética y en las alianzas con empresas que, como Repsol, confían en invierten en la primera reserva petrolera del mundo”, según informó la televisión estatal VTV.

No fue una falta de coordinación, al contrario. Delcy Rodríguez recibió a los directivos españoles en la sede del Ministerio del Poder Popular del Petróleo, el más poderoso del país, cuya dirección asumió el pasado 27 de agosto y lo hizo, según dejó constancia en su canal de Telegram, “siguiendo las directrices del presidente Maduro”.

Fuentes diplomáticas explican que el Gobierno venezolano ha querido tranquilizar a la principal compañía española que opera en el país y dejar claro que la actual crisis diplomática –el canciller también llamó a consultas a su embajadora en Madrid, Gladys Gutiérrez– no afecta a las relaciones económicas, al menos no en el sensible campo del petróleo, a pesar de que el presidente de la Asamblea Nacional, el chavista Jorge Rodríguez, amenazó con la ruptura de todas las relaciones diplomáticas, consulares y económicas con España.

“Para Maduro, echar a Repsol sería dispararse en un pie”, explica un diplomático con larga experiencia en el país caribeño. La petrolera española está presente en Venezuela desde 1993 y hace un año que ha vuelto a extraer petróleo a pleno rendimiento gracias al permiso de las autoridades estadounidenses, que suavizaron temporalmente el embargo al régimen. Actualmente es la única compañía europea con autorización de Washington para operar en Venezuela.

En los últimos meses se han multiplicado las importaciones de crudo venezolano, que ha sustituido al ruso, sancionado por la UE, hasta convertirse en el quinto mayor suministrador español, con una cuota superior al 7%. Más del 80% de los 619 millones de euros que España importó de Venezuela el año pasado corresponden a petróleo pesado.

La reactivación de las exportaciones ha permitido a Repsol reducir a la mitad su nivel de exposición en el país caribeño e incluso acometer proyectos con la estatal PDVSA para ampliar la producción de los campos que explotan conjuntamente. La industria petrolera venezolana, tecnológicamente obsoleta por la falta de inversiones, necesita socios como Repsol para modernizarse. Su sustitución por petroleras chinas o indias requiere tiempo y el petróleo es prácticamente la única fuente de divisas del país, explican los expertos.

Por estas razones, fuentes diplomáticas creen que la crisis diplomática entre los dos países no pasará del terreno de la retórica en el que se ha movido hasta ahora ni afectará a las relaciones comerciales y económicas bilaterales. El Ministerio español de Asuntos Exteriores ha dejado claro que no aplicará la reciprocidad ni llamará a consultas al embajador español en Caracas para no alimentar la espiral.

No obstante, las mismas fuentes admiten que el régimen de Maduro es imprevisible, más aún si se ve acorralado por la comunidad internacional. La próxima semana, el Parlamento Europeo votará, a propuesta del PP, una resolución que reconoce a Edmundo González Urrutia como ganador de las elecciones del pasado 28 de julio, en contra de lo que proclama Maduro sin mostrar las actas de las mesas electorales. Más allá de lo que haga la UE, la Administración estadounidense, que ha reconocido la victoria del candidato opositor, podría dar una nueva vuelta de tuerca a las sanciones, lo que obligaría a Repsol a paralizar su actividad, pese a las palabras tranquilizadoras de Delcy Rodríguez.

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