Un debate entre camisas blancas
Los seis principales candidatos a las europeas del 9-J se han medido en una discusión sin insultos gruesos pero atravesada en varios momentos por los conflictos en clave nacional
A un minuto a pie de la calle de Feijóo en Madrid se ha celebrado esta mañana de lunes el debate organizado por EL PAÍS y la SER entre los seis candidatos a las elecciones europeas del 9 de junio, al que han acudido, por este orden de llegada, los cabeza de lista del PSOE, Sumar, Ciudadanos, el PP, Vox y Podemos. Irene Montero, eso sí, había cogido un pequeño atasco, pero ha llegado puntual. No es nada fácil circular por la izquierda en Madrid.
La primera en llegar ha...
A un minuto a pie de la calle de Feijóo en Madrid se ha celebrado esta mañana de lunes el debate organizado por EL PAÍS y la SER entre los seis candidatos a las elecciones europeas del 9 de junio, al que han acudido, por este orden de llegada, los cabeza de lista del PSOE, Sumar, Ciudadanos, el PP, Vox y Podemos. Irene Montero, eso sí, había cogido un pequeño atasco, pero ha llegado puntual. No es nada fácil circular por la izquierda en Madrid.
La primera en llegar ha sido la ministra socialista Teresa Ribera, ataviada con una camisa blanca y un pantalón verde (obviamente ha defendido un pacto verde y una revolución verde). Estrella Galán, la candidata de Sumar, ha optado por americana blanca, camisa blanca y pantalón gris. El blanco Madrid últimamente suma, por cierto. Llamativa ha sido la entrada de Ciudadanos, que busca ahora la resurrección con Jordi Cañas, europarlamentario de la formación desde hace cinco años. Cañas ha sido el único que ha venido con corbata y con una, dos y tres maletas negras bajo el brazo. ¿Ya de mudanza? No. “Nos vamos después a Barcelona”, ha dicho uno de sus asesores.
Dolors Montserrat, la candidata del PP, vestía con traje blanco y camisa azul clarita. A las 10.02 ha pasado por la puerta Jorge Buxadé, que antes de sentarse en el set de maquillaje ha querido ver el plató. Conviene siempre contemplar el estadio antes de salir al campo, más aún si se juega tan fuera: en la calle de Feijóo. Buxadé, primer botón de la camisa desabrochado para dejar ver un cordón con una cruz ajustadísima al cuello, ha observado su atril y, ya sí, ha salido a la calle a fumarse el típico pitillo de antes. No era de liar.
Casualidad o no, Buxadé e Irene Montero han coincido después en maquillaje. Montero ha elegido vaqueros, tacones rojos y camisa blanca, pero esta serigrafiada: “Confía, coño”, decía el mensaje. De pronto, un técnico con unos auriculares grandes y a modo de piloto de avión ha soltado: “Diez minutos. Entran todos. ¿Vale?” Y de derecha a izquierda —quizá no muy ideológico— se han colocado Irene Montero (Podemos), Jorge Buxadé (Vox), Dolors Montserrat (PP), Teresa Ribera (PSOE) y Estrella Galán (Sumar). Es ahí cuando un asesor de Vox, inquieto, ha llamado al orden a su candidato:
— ¿Tienes todo? ¿Los papeles?
— Sí.
Y, ya sí, ha entrado el candidato de Ciudadanos, Jordi Cañas, que estaba repasando en el despacho los últimos apuntes. El debate ha comenzado puntual. Ha durado 90 minutos, sin cortes ni descansos. La primera en hablar ha sido la socialista Ribera, que ha pronunciado las palabras “extrema derecha” a los dos segundos. Montserrat (PP) ha tardado tres más en aludir a la “infame” ley de amnistía. Galán, de Sumar, siete en decir “genocida”, en referencia a Israel. Montero ha saludado con el clásico: “Buenos días a todos, todas y todes”. Y el de Vox: “Lo que nos caracteriza a nosotros es el amor a España”. El debate ha sido fluido. Rápido. Sin grandes discusiones. Reseñar, eso sí, el pequeño rifirrafe entre Vox y Ciudadanos:
—Es que esto es un cachondeo.
—Es un cachondeo lo tuyo.
Ha habido tiempo también para sacar fotografías. Montserrat ha enseñado a cámara la imagen de Carles Puigdemont y el secretario de organización de los socialistas, Santos Cerdán, reunidos en Bruselas justo después de las elecciones generales de 2023. Buxadé ha llamado “ministro” a Montero, que le ha mirado con el rabillo del ojo del machismo. Ribera ha subrayado varias veces con el rotulador rojo. Tras el minuto de oro —que Buxadé ha terminado con el habitual “¡carajo!” del argentino Javier Milei—, una foto grupal, de todos y sonrientes. Y, poco a poco, han abandonado el estudio, quién sabe si calle de Feijóo hacia arriba. O hacia abajo.