Un tripulante de la narcolancha acusado de matar a dos guardias civiles en Barbate dijo al piloto: “Si le vas a dar, avísame que estoy grabando”

Los seis detenidos, que defienden su inocencia, cayeron en contradicciones durante sus declaraciones ante la jueza

La Guardia Civil traslada, el pasado 12 de febrero, a los juzgados de Barbate (Cádiz) a uno de los detenidos por la muerte de dos guardias civiles.Román Ríos Román Ríos (EFE)

El atestado de la Guardia Civil que sirvió de base a la jueza para ordenar el ingreso en prisión de los seis detenidos como presuntos tripulantes de la narcolancha que asesinó a dos agentes de la Guardia Civil en Barbate (Cádiz) el pasado 9 de febrero detallaba una decena de indi...

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El atestado de la Guardia Civil que sirvió de base a la jueza para ordenar el ingreso en prisión de los seis detenidos como presuntos tripulantes de la narcolancha que asesinó a dos agentes de la Guardia Civil en Barbate (Cádiz) el pasado 9 de febrero detallaba una decena de indicios que supuestamente los incriminaba. En la vista celebrada en los juzgados de la localidad gaditana tres días más tarde del suceso, y en la que se decidió el encarcelamiento de todos, la fiscalía añadió uno más: en la declaración que horas antes había hecho ante la magistrada uno de los acusados este había asegurado que le dijo al piloto: “Si le vas da dar, avísame que estoy grabando” para poder agarrarse y no caer al mar. No obstante, en sus declaraciones, los seis tripulantes negaron ir a bordo de la narcolancha de 12 metros de eslora que provocó la tragedia, aunque sí admitieron que cuando ocurrieron los hechos estaban en el puerto en una de las otras cinco que aquella noche habían buscado refugio en el puerto.

Durante la vista, a cuya videograbación EL PAÍS ha tenido acceso, la fiscal destacó que todos los detenidos habían reconocido que aquella noche estaban a bordo de una lancha con cuatro motores fueraborda y que, precisamente, aquella noche solo hubo una de estas características en el puerto, aunque ellos aseguraron en los interrogatorios que vieron una segunda en la que iban marroquíes. La representante del ministerio público añadió que, según reflejaba el atestado de la Guardia Civil elaborado gracias a los vídeos grabados del suceso, la embarcación en la que iban los arrestados era, además, la única que tenía dos antenas ―una que servía de radar y otra que daba cobertura a los teléfonos móviles de los tripulantes cuando estaban en alta mar―, lo que coincidía con las características que, según las imágenes, tenía la que causó la muerte de los agentes.

Agente de la Guardia Civil a bordo de una de las lanchas asaltadas en Barbate (Cádiz) el pasado 9 de febrero.

Una de esas antenas, incidió la fiscal durante la vista, estaba desprovista de la carcasa blanca que suele proteger estos dispositivos, lo que también coincidía con la que embistió la zódiac de la Guardia Civil. Durante los interrogatorios, a los que también ha tenido acceso este diario, cuatro de los imputados confirmaron que su narcolancha tenía dos antenas y, de hecho, uno de ellos admitió que era la única que tenía esta características de las seis que estaban aquella noche en el puerto de Barbate.

En su relato, la fiscal detalla que, tras el trágico suceso, se detectó a la narcolancha dirigirse a la localidad de Sotogrande, donde descendieron tres de los ahora encarcelados: Jairo José P. G., José Antonio G. C., alias El Chispas, y David G. N.. Allí fueron detenidos iban a ser recogidos por un coche al bordo del cual iba el padre y un familiar del primero, que también fueron arrestados. Mientras, y gracias a las cámaras del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) y de los equipos aéreos, la Guardia Civil pudo seguir la narcolancha con los otros tres tripulantes durante horas hasta que finalmente se dirigió a la playa de La Hacienda, en La Línea de la Concepción, donde fue abandonada. Poco después eran arrestados los tres últimos tripulantes, José Israel Á. B., Mustafá Ch. y Francisco Javier M. P., alias El Cabra y Kiko el Loco. Este último admitió ser la persona que en todo momento fue a los mandos de la embarcación, lo que fue ratificado por el resto de detenidos.

El atestado policial destaca que el análisis de la narcolancha reveló la presencia en su casco de “daños compatibles con el impacto con otro objeto”, según destacó la fiscalía en su informe para pedir la prisión provisional de los seis detenidos. En concreto, detallaba que tenía daños tanto en la parte inferior del casco como en la línea de flotación que, según el informe de la Guardia Civil, eran “compatibles” con la colisión con la zódiac en la que viajaban los dos agentes fallecidos y sus cuatro compañeros. Esto era supuestamente corroborado por los restos de pintura roja y amarilla que aparecieron en la narcolancha, colores con los que estaba serigrafiada precisamente la embarcación del instituto armado.

En su informe, el ministerio público destacó que los tripulantes de la narcolancha realizaron una navegación “muy peligrosa” en el puerto de Barbate y que, incluso, se alejaron de la zódiac de los agentes para poder coger velocidad antes de embestirla. Para la fiscalía, esta maniobra fue “coordinada y dolosa” ―y no una simple imprudencia― que tenía como objetivo final chocar de manera frontal con la zódiac del instituto armado y “pasar por encima de ella” a pesar de ser conscientes de que era una embarcación policial, como revelaban los distintivos luminosos que llevaba. “La posibilidad [de las víctimas] de defenderse fue nula” y los guardias civiles no pudieron hacer nada por esquivar el ataque, añadió la fiscal.

Detalle del interior de la embarcación en un documento de la Guardia Civil incorporado al sumario.

En este punto, la representante del ministerio público recalcó como un indicio de que todos los tripulantes sabían que se iba a embestir a la zódiac el detalle de que ninguno cayó al agua porque se habían agarrado para evitarlo durante la maniobra. En este punto, la fiscal recuerda que El Chispas, en su declaración ante la jueza, aseguró que le pidió al piloto que si le iba “dar”, le avisara para así poder sujetarse y no caer de la narcolancha ya que estaba grabando lo que pasaba con su teléfono móvil. Este investigado, que se escudó en que subió a la barca únicamente para arreglar un motor, negó sin embargo que la embarcación fuera la que embistió a los agentes e intentó explicar que con la expresión “dar” se refería en realidad a “meter a los mandos” [acelerar los motores] y no abordar a la embarcación donde viajaban los agentes. El Chispa insistió que él lo grabó todo y que esas imágenes demostraban su versión.

“Jugó con la ‘gomita”

En sus declaraciones, los seis detenidos coincidieron en señalar que mientras se producían los hechos, la narcolancha en la que viajaban se mantuvo supuestamente junto a un boya de color rojo situada en la bocana del puerto y que nunca se aproximaron a la zodiac de las fuerzas de seguridad ―llegan a afirmar que se mantuvieron a 600 metros de la misma― y que había otras cinco embarcaciones, entre ellas una más de cuatro motores, que es la que en su versión “jugó con la gomita [zodiac]” de los agentes antes de embestirla. Algunos de ellos afirmaron también que vieron el impacto y que uno de ellos gritó: “¡No veas el porrazo les han dado a los hijos de puta!”. El atestado de la Guardia Civil recalca que en realidad solo había una con cuatro motores, en la que iban los detenidos, y que esa fue la que embistió a sus compañeros, según destacó la fiscal.

En este sentido, el ministerio público añadió que, precisamente, la potencia de la narcolancha por el número de motores y la “capacidad de corte” de las hélices ―que destrozaron los cuerpos de las víctimas―, los seis acusados “debían saber que iba a haber consecuencias sobre las personas” que iban en la zódiac, por lo que destaca que son presuntos autores de dos asesinatos. Para la fiscalía, las declaraciones autoexculpatorias de los seis detenidos “no obedecen a la realidad, sino a un intento de evitar las consecuencias de los actos”. Al término de la vista, la jueza ordenó el ingreso en prisión provisional de todos ellos, donde aún permanecen.

“A mí no me pone usted de mentirosa”

La vista del pasado 12 de febrero en la que se decidía si los seis detenidos acusados del asesinato de los dos guardias civiles en Barbate (Cádiz) entraban en prisión provisional registró momentos tensos entre la jueza que instruía en aquel momento la causa y algunos de los abogados defensores. Cuando dos de los letrados tomaron la palabra para pedir la puesta en libertad de sus clientes, argumentaron que habían sufrido indefensión porque antes de la toma de declaración no habían podido visionar las grabaciones de vídeo incorporados al sumario. La respuesta de la magistrada, que rechazó ningún impedimento para que consultaran la causa, fue tajante:

Jueza. -¿Os he negado los CD? ¿Os he negado el visionado de las imágenes?

Abogado.- Sí, señoría.

Jueza.- ¿Ah, sí? […] A mí no me pone usted de mentirosa.

Poco antes, el segundo abogado había denunciado lo mismo, ante lo que la magistrada volvió a ser tajante: “Otra vez está jugando muy sucio”.

Los abogados también alegaron supuestos malos tratos a algunos de sus clientes por parte de los agentes –“ojos ensangrentados, ojos amoratados, alguno de ellos que probablemente tenga alguna costilla rota”, afirmó uno de los letrados- y criticaron que nadie les hubiera preguntado por estas lesiones. En sus declaraciones ante la juez, varios de los detenidos, siempre a preguntas de sus abogados, afirmaron haber sufrido palizas –“me dieron la de San Quintín”, llegó a afirmar uno- durante la detención o su estancia en calabozos. Sin embargo, ninguno lo había denunciado antes de estar ante la jueza ni pidieron ser vistos por un médico forense.

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