Aragonès defiende en la escéptica Francia que “el independentismo es profundamente europeísta”
El presidente de la Generalitat debate en un foro empresarial con el exprimer ministro socialista Cazeneuve, el presidente corso Simeoni y la vicepresidenta de Guadalupe Penchard
La jacobina Francia, apegada a una República de “libres e iguales” sin comunidades separadas ni privilegios, nunca fue el país más receptivo en Europa para la independentismo catalán. No lo fue en el momento más convulso del intento de secesión en 2017. Tampoco lo es ahora, cuando las aguas se han calmado y los independentistas ensayan un diálogo con el Gobierno español. Así pudo comprobarlo este martes el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, quien intentó explicar en un foro de empresarios en París que el ...
La jacobina Francia, apegada a una República de “libres e iguales” sin comunidades separadas ni privilegios, nunca fue el país más receptivo en Europa para la independentismo catalán. No lo fue en el momento más convulso del intento de secesión en 2017. Tampoco lo es ahora, cuando las aguas se han calmado y los independentistas ensayan un diálogo con el Gobierno español. Así pudo comprobarlo este martes el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, quien intentó explicar en un foro de empresarios en París que el independentismo catalán, que él representa, es “profundamente europeísta” y de ningún modo plantea una ruptura con la Unión Europea (UE).
Para el independentismo catalán, la comparación con movimientos populistas de ruptura contemporáneos como el Brexit siempre fue incómoda. El apoyo de la Unión Europea a España durante el pulso y el referéndum unilateral de hace cinco años alimentó el euroescepticismo en algunos sectores del independentismo. Aragonès, en París, quería deshacer esta imagen, que colocaría a su campo en el de los populistas que en la última década han desafiado las democracias liberales desde dentro.
“Cataluña es profundamente europeísta. El movimiento catalanista, el nacionalismo catalán, el independentismo catalán es profundamente europeísta”, dijo Aragonés. Pero recordó: “No pedimos a Europa que solucione el problema de Cataluña con España. Tenemos un proceso de negociación con el Estado”.
Un centenar de personas ocupaba las gradas del hipódromo de Longchamp, donde se celebraba la Universidad de verano del Movimiento de las empresas de Francia (Medef). Aragonès habló en catalán; sus interlocutores lo seguían con auriculares, de los que muchos en el público prescindieron.
El presidente catalán, en declaraciones a los periodistas tras el debate, abundó en la de una Cataluña europea cuando defendió, como hace el Gobierno español, el proyecto de gaseoducto MidCat entre la Península Ibérica y Francia y el resto de Europa. La infraestructura pasa por Cataluña. ”Si una infraestructura clave para Europa tiene un elemento central en Cataluña”, dijo, “esto evidentemente es importante para el país y subraya la importancia geoestratégica de Cataluña y las aportaciones de Cataluña al proyecto europeo”.
Junto a Aragonès, participaban en el coloquio, titulado Autónomo o independiente, pero europeos ante todo, el exprimer ministro socialista francés Bernard Cazeneuve, el presidente de la región francesa de Córcega, Gilles Simeoni, y la vicepresidenta de la región francesa antillana de Guadalupe, Marie-Luce Penchard. Lo moderaba la periodista Saveria Rojek. El invitado estrella, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, se ausentó a última hora.
El debate no se centró específicamente en Cataluña, pero permitió constatar que catalanes y franceses –incluidos los corsos y los guadalupeanos– hablan lenguajes distintos. La primera pregunta de la moderadora a Aragonès: “Cataluña es una de las regiones, si no la región más autónoma de Europa. Sin embargo, reivindican la independencia, ¿qué aportaría?”. En su primera intervención, Simeoni, un autonomista (pero no independentista) al frente de una región con una marcada identidad pero sin poderes legislativos, enumeró las diferencias entre Cataluña y Córcega: la población (7 millones de habitantes; 300.000), la potencia económica catalana por contraste con la precaria economía corsa, y el hecho de que “Cataluña se beneficia ya de una autonomía muy amplia”. “Córcega esta muy lejos”, lamentó. Después, el socialista Cazeneuve recogió el primer aplauso al afirmar: “Para mí no hay más que un pueblo, es el pueblo francés”.
Contrarreloj, a diez minutos para el final, y después de que el presidente de la Generalitat insistiese repetidas veces en el argumento del europeísmo independentista, Cazenueve volvió a tomar la palabra. “Creo que a estas alturas del intercambio hay que recordar lo que es el derecho de la Unión para el caso en el que un proceso de independencia se produjese en estados”, dijo. Explicó que la UE “en ningún momento interviene en la organización interna de los estados”. Y recordó que, “si un territorio de un estado miembro obtiene su independencia y pide quedarse en la Unión Europea, esta adhesión en ningún caso será automática”. El tiempo se agotaba, y Aragonès no replicó.