Marruecos: un socio estratégico para contener la inmigración irregular

La inmigración ha sido utilizada por el país magrebí como medida de presión para defender sus intereses y reivindicar los fondos que sufraguen la defensa de las fronteras

Madrid -
Un grupo de personas se hacen con una embarcación de las autoridades marroquíes en la playa de la localidad de Fnideq (Castillejos) para cruzar los espigones de Ceuta, el 18 de mayo de 2021.Mohamed Siali (EFE)

España tiene en Marruecos un socio estratégico en materia antiterrorista, pero sobre todo en el combate contra la inmigración irregular. El control o descuido de las fronteras marroquíes por parte de sus autoridades marca de forma determinante los flujos migratorios hacia España. La inmigración, además, ha sido en varias ocasiones utilizada por Rabat no como ámbito de cooperación, sino como medida de presión para defender sus intereses o ...

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España tiene en Marruecos un socio estratégico en materia antiterrorista, pero sobre todo en el combate contra la inmigración irregular. El control o descuido de las fronteras marroquíes por parte de sus autoridades marca de forma determinante los flujos migratorios hacia España. La inmigración, además, ha sido en varias ocasiones utilizada por Rabat no como ámbito de cooperación, sino como medida de presión para defender sus intereses o reivindicar los fondos que sufraguen su despliegue.

Esta semana se cumplen 10 meses de la entrada masiva en Ceuta de unos 10.000 inmigrantes ante la indolencia de las fuerzas de seguridad marroquíes. Fue la respuesta inmediata de Marruecos a la entrada en España del líder del frente polisario, Brahim Gali, para tratarse de covid-19 en un hospital de Logroño, pero el trasfondo era presionar a España para que abandonase su tradicional postura de neutralidad y, como se ha hecho público este viernes, apoyase el plan de autonomía del Sáhara.

Desde entonces, agentes españoles dedicados al control de fronteras han ido interpretando algunos episodios, como la intensidad de las llegadas en Canarias o los dos saltos en Melilla la primera semana de marzo, como posibles desafíos del vecino del Sur. “De allí no sale nadie si Marruecos no quiere”, ilustraban. Otros, sin embargo, también advierten de que existe una tendencia a pensar que cualquier episodio “tiene una intención de Marruecos detrás”, cuando en el contexto migratorio “el análisis es más complejo” y “se juntan muchos factores”.

Los dos saltos de la valla de Melilla el 2 y 3 de marzo de 2022 en los que entraron más de 850 personas volvieron a despertar las suspicacias. El día del primer salto pudo fotografiarse desde Melilla cómo una enorme columna humana con 2.500 personas se aproximaba hasta la valla. Un agente dedicado al control de fronteras considera, por un lado, que la actuación de las fuerzas auxiliares marroquíes “dejó mucho que desear”. “No tenían más que gas y las defensas. Pero el fallo clave fue esperar a que bajase la columna hasta el vallado”, añade. Al mismo tiempo, no se atreve a afirmar que efectivamente Rabat permitió el salto. “No está contrastado”.

En Canarias, los meses de enero y febrero han registrado récords de llegadas para estas fechas, pero en marzo, sin embargo, la presión se ha reducido. Las islas, en cualquier caso, siguen siendo la vía de entrada principal para la inmigración irregular en España y casi la totalidad de las embarcaciones arribadas al archipiélago han salido o de Marruecos o del Sáhara Occidental, territorio controlado por los marroquíes. En lo que va de año, han desembarcado en el archipiélago 5.552 personas de un total de 8.276, que lo han hecho en el conjunto del territorio, según datos del Ministerio del Interior. En Canarias, el aumento de los desembarcos respecto a las mismas fechas del año pasado es de un 116%, aun tratándose de meses que tradicionalmente reflejan un descenso.

El total de llegadas irregulares ha crecido en el conjunto de España un 76%, un repunte impulsado precisamente por las cifras de Canarias y Melilla. Por el contrario, Marruecos sí mantiene el cerrojo en sus costas del norte del país desde 2019 y las salidas por El Estrecho, a diferencia de la crisis que se vivió en 2018 con un récord histórico de desembarcos, suponen un porcentaje pequeño del total. Las cifras de los que llegan a la Península y Baleares, que reflejan una caída del 5% hasta las 1.650 personas, están determinadas por las salidas de emigrantes argelinos.

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