Casado: “Fiaros de mí, no voy a ser parte del problema”
El presidente del PP imploró a sus barones en la noche del miércoles al jueves una salida digna para el congreso de abril
A las once y media de la noche del pasado miércoles, Pablo Casado tomó la palabra, agotado, después de haber escuchado a los 17 líderes territoriales decirle sin paños calientes que había llegado su final como presidente del PP. Hasta los más afines, como el de Murcia, Fernando López Miras, le enseñaron la puerta de salida.
—Mira, Pablo, en lo personal sabes que yo te apoyé, pero políticamente esto es insostenible, le...
A las once y media de la noche del pasado miércoles, Pablo Casado tomó la palabra, agotado, después de haber escuchado a los 17 líderes territoriales decirle sin paños calientes que había llegado su final como presidente del PP. Hasta los más afines, como el de Murcia, Fernando López Miras, le enseñaron la puerta de salida.
—Mira, Pablo, en lo personal sabes que yo te apoyé, pero políticamente esto es insostenible, le dijo el murciano.
—Vete ahora mismo para evitar problemas, le pidió otro líder regional.
—Has perdido el relato. La militancia está con Ayuso. Contra eso no puedes hacer nada, presidente, apuntó otro barón.
Casado había ido tomando notas, escuchando pacientemente las duras intervenciones que le exigían una dimisión inmediata, y que señalaban la situación crítica en la que se encontraba el partido por sus errores durante la brutal guerra de poder con Isabel Díaz Ayuso. Los presentes describen al líder del PP con el rostro demacrado de cansancio por muchos días sin dormir y todavía impresionado por lo sucedido.
Casado tomó aire e inició su relato repasando la historia de su presidencia los últimos cuatro años; explicó que había encontrado el partido hundido y lo reflotó; y dio su versión de los hechos del choque con Ayuso, quejándose del acoso mediático y de la situación tan injusta en la que él creía que se le iba a expulsar de la presidencia del PP. Dio su palabra de que no se presentaría al próximo congreso extraordinario e imploró a sus barones que le permitieran despedirse de los afiliados de la misma forma que le eligieron, en el congreso. Al final, terminó apelando a la dureza de lo que estaba viviendo a nivel familiar y humano.
—Podré haber hecho algo mal, pero no he hecho nada malo. Es injusto. Pensad en mis hijos, en mi mujer. Os pido que no hagáis más sangre de la necesaria. Fiaros de mí, no os preocupéis. Si yo soy el primero que apoyo a Alberto [Núñez Feijóo]. Os doy mi palabra de honor.
Su discurso fue determinante, coinciden todas las fuentes consultadas, para que los barones desterraran la idea de hacerle dimitir esa misma noche. Casado transmitió con claridad que se apartaba de la presidencia de PP y que no iba a ser un problema, y además pidió algo que desde el punto de vista humano todos entendieron: despedirse con dignidad de su puesto en un congreso, de la misma forma que fue elegido. Según la reconstrucción por numerosas fuentes presentes en la reunión, el líder popular se afanó en convencerles de que no había ninguna duda de que tenía asumido su final.
—Cuando firmo que se hace un congreso extraordinario, estoy diciendo que no me presento yo. No tengáis ninguna duda de que no me voy a presentar. Lo justo es que pueda despedirme de plenario del congreso, de la misma forma que llegué. Yo no voy a ser parte del problema, insistió Casado.
La desconfianza la había prendido la entrevista de su ya ex secretario general, Teodoro García Egea, la noche anterior en La Sexta. Nada más dimitir, García Egea levantó sospechas en relevantes baronías porque en esa entrevista aseguró que existía un 7, 5 sobre 10 de probabilidades de que apareciera una candidatura distinta de la de Núñez Feijóo en el congreso extraordinario. El ex secretario general se había dejado ver, además, el martes por la mañana en el Congreso reuniéndose con diputados. Disparó las alarmas. “Teníamos la sensación de que se iba a preparar una candidatura alternativa”, reconoce un líder autonómico. Algunos no se fiaban de Casado y de García Egea, y pensaban que pretendían quedarse en Génova, 13 hasta el congreso de abril para controlar el aparato y tener mano en la organización del cónclave. Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León, se lo dijo a Casado en la reunión.
—La entrevista de Teo no te ha ayudado.
El nombre del ex secretario general salió a relucir en unas cuantas intervenciones, dejando claro que García Egea había constituido un problema en sí mismo en la relación de la dirección de Casado con los territorios. Hasta el último momento le perjudicó, según distintas fuentes autonómicas, porque si no hubiera lanzado la piedra de una posible candidatura alternativa, Casado no se habría encontrado con tantas peticiones de dimisión inmediata esa misma noche. “Teo quiso limpiar su imagen en esa entrevista, pero nos puso a todos de los nervios”, reconoce un barón. A su llegada a Génova, 13, varios líderes autonómicos llegaron a preguntar a Casado si García Egea había dimitido de verdad, porque no constaba por escrito. La desconfianza era total. Casado tuvo que aclarar que sí, que había dimitido la tarde anterior.
El discurso del líder fue decisivo para despejar esas dudas, pero también su reunión previa de casi dos horas con Alberto Núñez Feijóo, antes de que llegaran el resto. El presidente gallego, al que Casado se comprometió a respaldar como nuevo líder, pactó con Casado su salida y la estructura de la dirección provisional hasta el congreso. Ambos estuvieron de acuerdo en que Cuca Gamarra asumiera el puesto de coordinadora general, y que Esteban González Pons, un político muy próximo a Feijóo, presida el comité organizador del congreso. El periodista Fran Balado cuenta en su biografía autorizada sobre el barón gallego que González Pons iba a haber ocupado el cargo de secretario general de Feijóo cuando este amagó con una candidatura en las primarias de 2018.
Feijóo empezó esa misma noche a ejercer de facto de próximo líder. Asumió junto con Casado la voz cantante, y recibió el apoyo de todos, pero no les desveló su paso adelante. Sí lo dio a entender. Los barones creen que lo anunciará ante la Junta Directiva Nacional del próximo martes.
A medianoche, tras el discurso de Casado, los líderes territoriales decidieron consensuar un comunicado conjunto con lo pactado. No hubo problemas porque ya todos estaban de acuerdo en que Casado seguiría como líder hasta abril, pero varios describen como un malentendido lo que sucedió entonces. El líder extremeño, José Antonio Monago, insistió en que quedara por escrito, y el del PP de Madrid, Pío García Escudero, se quejó.
—Si ya dudamos de la palabra del presidente, no merece la pena nada de esto, dijo García Escudero.
La reunión fue tensa, pero sin malas formas, describen los participantes, a pesar de que algunas intervenciones muy duras. Los momentos de mayor tensión se vivieron a cuenta de una filtración de que Casado empezaba a hablar en ese momento, que era cierta. Después, empezaron a llegar a sus móviles los bulos que empezaron a publicarse como información desde dentro. “¿Pero quién cojones ha dicho algo? ¡Esto no puede ser!”, se quejaron varios. Tuvieron que detener la reunión y avisar a las responsables de comunicación para que alertaran a la prensa de que estaban circulando fake news.
Las baronías más importantes, Feijóo y el andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, templaron los ánimos y apostaron por permitir a Casado la salida digna que quería, aguantar hasta el congreso como presidente simbólico, pero vaciado de poder. Casado también puso de su parte. “Pablo fue muy generoso en todo. En el tono, en las formas. Estaba en uno de los momentos más duros de su carrera política y se comportó como un señor”, opina un barón. En el entorno del líder lamentan el trago que se le hizo pasar. “Que pretendieran que saliéramos por el garaje con las cajas era tremendo. Algunos se han pasado de frenada, ahora reflexionarán”, dice uno de sus afines.
La noche más amarga del líder popular terminó a la una y media de la madrugada, cuando el comunicado pactado se distribuyó a los periodistas. Casado se planteó dar una rueda de prensa a esas horas para explicarse, pero le convencieron de que no lo hiciera. Los barones salieron de Génova, 13 entre una maraña de cámaras, tras el pacto que puso fin a la etapa Casado en el PP. “Él sigue en shock”, cuenta uno de ellos. “Había interiorizado que iba a ser presidente de España”.