La gota fría congela el tiempo en Lepe
El temporal inundó un colegio de la localidad onubense y sus alumnos se tuvieron que refugiar en la segunda planta
El director del colegio Alonso Barba de Lepe (Huelva), Jesús Ortiz, se dio cuenta a las 10.30 del pasado jueves que la cantidad de lluvia que caía era insólita. Ordenó a profesores y alumnos refugiarse en la segunda planta del edificio ante el miedo a que el agua, que ya cubría los tobillos, inundase las aulas. Media hora más tarde, los padres de los estudiantes acudieron al colegio, pero el acceso estaba cerrado y las líneas telefónicas no funcionaban. Ortiz mandó mensajes a los familiares para mantener la calma.
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El director del colegio Alonso Barba de Lepe (Huelva), Jesús Ortiz, se dio cuenta a las 10.30 del pasado jueves que la cantidad de lluvia que caía era insólita. Ordenó a profesores y alumnos refugiarse en la segunda planta del edificio ante el miedo a que el agua, que ya cubría los tobillos, inundase las aulas. Media hora más tarde, los padres de los estudiantes acudieron al colegio, pero el acceso estaba cerrado y las líneas telefónicas no funcionaban. Ortiz mandó mensajes a los familiares para mantener la calma.
Sin embargo, a las 12.20 una multitud rodeaba el centro mientras los pasillos continuaban inundándose, el agua superaba el metro y medio de altura, y la calma se rompió. “Un padre entró en pánico y se saltó la valla. Consiguió llegar al colegio casi a nado. Nosotros lo veíamos desde la ventana, perplejos. Consiguió llegar, pero acabó exhausto. Le recriminamos la imprudencia, porque además de que le pudo pasar algo, no ayudaba a mantener la calma”, explica el director del centro.
Lepe (27.000 habitantes) fue una de las localidades más afectadas por la gota fría que el pasado jueves azotó el sur de la Península y Baleares y que en pocas horas alcanzó hasta 50 litros por metro cuadrado. La tromba de agua inundó las calles, arrastró coches y atascó los colectores de agua.
El colegio Alonso Barba está situado en el barrio de El Cornacho, muy cerca de un arroyo. El agua se desbordó y arrasó todo a su paso: primero cruzó un descampado, después derrumbó el muro de un campo de fútbol colindante con el colegio, y finalmente inundó el centro y varias calles de casas unifamiliares.
Rocío Cortés es una de las madres que acudió al colegio: “Sentí que no iba a volver a ver a mis niños y se me cayó el mundo encima”, recuerda emocionada. Cortés tiene dos hijas como alumnas, una de once años y otra de seis. Cuando bajó a la calle esa mañana, ya casi no se podía andar, pero aun así consiguió hacerse camino.
Ella, junto a otros padres, estuvo dos horas esperando sin poder acceder y la única información que recibían era la del director del colegio. Sobre las 12.45 llegaron la Guardia Civil y los bomberos para comenzar las labores de rescate. Los niños salieron por la escalera de emergencia de uno en uno. Los primeros fueron aquellos cuyos padres se encontraban allí, y a medida que el resto acudía, los niños eran evacuados con sus padres.
Este viernes más de 50 profesores, padres, antiguos alumnos y personal del Ayuntamiento se afanaron en las labores de limpieza: “Nos va a quedar un colegio mucho más bonito”, comentaba una de las profesoras, sin perder la sonrisa pese al destrozo evidente. El barro cubría casi todo a su paso y para entrar en el centro era necesario remangarse los pantalones por el nivel del agua. Los 30 coches en el aparcamiento quedaron destrozados. El vehículo de Ortiz, por ejemplo, aún tenía agua en su interior. A pocos metros, un Citroën se apoyaba sobre el capó de un Audi. “Nosotros ya los damos por perdidos, pero en ningún momento nos importó, lo principal era que todos estuviesen bien”, aseguraba el director.
Por las calles, además de vecinos, también acudían de puerta en puerta por las calles trabajadores sociales y un equipo de psicólogos. Amparo, psicóloga de los servicios comunitarios de Lepe, describía el estado de conmoción de los vecinos: “Poco a poco empezamos a ver una toma de consciencia de lo que han perdido. Se ha volcado todo el pueblo a ayudar y nosotros prestamos apoyo emocional a quien lo necesite”, explicaba.
Las personas mayores de Lepe recuerdan que esta es la segunda vez que sufren las consecuencias de una gota fría. En 1978 la lluvia provocó que el mismo arroyo se desbordase y arrasara todo a su paso. Manuel Fernández, de 76 años, lo recuerda muy bien: “Esta ha sido más impresionante, pero tenía 38 años cuando viví algo parecido, entonces también lo tuve que tirar todo. Aunque hoy, como entonces, los vecinos nos ayudamos entre todos”, concluía. Este viernes el Ayuntamiento lepero acordó pedir al Gobierno la declaración de zona catastrófica para facilitar las labores de reconstrucción.
El pleno del ayuntamiento aprobó en la mañana de este viernes durante una sesión extraordinaria y por unanimidad solicitar al Consejo de Ministros la declaración de zona gravemente afectada debido a la magnitud de los destrozos. Igualmente, el Consistorio realizará una valoración de los daños producidos por la tormenta en las infraestructuras públicas y privadas. Desde la alcaldía se ha recomendado a los ciudadanos que realicen su propia estimación y si pueden, que tomen fotografías de todos los desperfectos.
Algunos servicios como Correos no funcionaron este viernes. Durante la mañana, los trabajadores de la empresa pública se dedicaron a retirar el agua acumulada en sus oficinas. Algunos colegios del pueblo permanecieron cerrados, y se esperaba que esta situación se mantenga un tiempo. Por el momento nadie quiere hablar de los siguientes pasos. Todos los esfuerzos están centrados en la retirada de escombros y la limpieza de la zona, que puede durar días.