En Barajas, de acampada

Una veintena de bolivianos duerme en el aeropuerto tras cinco días de cancelaciones en cascada

Viajeros en la terminal T4 del aeropuerto Adolfo Suárez, este miércoles.David G. Folgueiras

Ruth Marianela Sarmiento, una empleada del hogar boliviana de 48 años, cumplía este miércoles dos noches y tres días durmiendo en la terminal 4 de Barajas. Su menú ha dependido de las máquinas expendedoras, básicamente sándwiches y Coca-Cola, y su aseo personal de toallitas húmedas. “He pedido unas mantas a la compañía, pero no han querido dármelas. Hemos pasado mucho frío”, se queja. Su vuelo a Cochabamba (Bolivia) fue cancelado el sábado por el temporal y reprogramado para el lunes. El lunes, cuando ya estaba en el ae...

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Ruth Marianela Sarmiento, una empleada del hogar boliviana de 48 años, cumplía este miércoles dos noches y tres días durmiendo en la terminal 4 de Barajas. Su menú ha dependido de las máquinas expendedoras, básicamente sándwiches y Coca-Cola, y su aseo personal de toallitas húmedas. “He pedido unas mantas a la compañía, pero no han querido dármelas. Hemos pasado mucho frío”, se queja. Su vuelo a Cochabamba (Bolivia) fue cancelado el sábado por el temporal y reprogramado para el lunes. El lunes, cuando ya estaba en el aeropuerto, supo que tampoco saldría. Sin casa en Madrid, sin dinero para un hotel, con la ciudad cubierta de hielo y sin derecho a que la compañía le cubra el alojamiento, montó su campamento en la terminal junto a decenas de compatriotas. Su avión está programado por fin para esta noche. “Vamos a ver si sale”, desconfía.

Tras cinco días de cancelaciones en cascada, el principal aeropuerto de España intenta retomar el ritmo, pero no está resultando fácil. Los trabajos para despejar la nieve y el hielo parecen no acabar nunca y las condiciones meteorológicas continúan jugando en contra. Durante el día, el sol derrite parte la nieve que se desliza por las pistas y que por la noche, con temperaturas bajo cero, se congela de nuevo. Y vuelta a empezar.

Desde el sábado 128 militares del Ejército de Tierra y de la Unidad Militar de Emergencias (UME) trabajan con 67 máquinas en pistas y márgenes, pero tienen que sacar la pala y arremangarse cuando lo que hay que retirar es la nieve y el hielo bajo los aviones. “Es un trabajo delicado y difícil”, advierten desde la UME. En total, más de 1.500 personas trabajan a la carrera para devolver la normalidad. El lunes, entre las terminales 1, 4 y su satélite, la 4S, ya se operaron 120 vuelos y el martes otros 200. El ritmo va acelerándose aunque los vuelos actuales aún están lejos de los 400 anteriores al temporal, una operación que ya estaba reducida debido a la pandemia.

Las decenas de personas que han dormido estos días en los asientos frente a los mostradores de facturación han ido desapareciendo rumbo a sus destinos. Fuentes de Aena calculan que el viernes 600 personas pasaron la noche en el aeropuerto. Este miércoles apenas quedaba un grupo de una veintena de bolivianos cansados y confiados en que su vuelo saliese al anochecer.

La advertencia de las compañías y de Aena era no acudir a Barajas sin la confirmación de que el viaje se produciría, pero a muchos los avisos les pillaron ya en la terminal. Algunas compañías se comprometieron a reembolsar noches de hotel. Otras solo han cubierto a los pasajeros que llegaron a Madrid con conexión a otros destinos, pero quien llegó por su cuenta hasta la capital ha tenido que asumir el coste de la espera o instalarse junto a los mostradores de facturación. Filomena, recuerdan varias empresas aéreas consultadas, les exime de esta responsabilidad.

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