Nuevos narcos gallegos recuperan la vieja ruta panameña para importar cocaína

El último alijo interceptado era la prueba piloto de una cadena de envíos que tenía como destino Vigo, pero llegó por error a Barcelona

Efectivos policiales incautan cuatro toneladas de cocaína durante una operación contra el narcotráfico, el pasado abril en Vigo.Salvador Sas (EL PAÍS)

La vieja ruta de Panamá para el transporte de cocaína ha vuelto a ser utilizada por nuevos grupos de narcos gallegos. Recientes operaciones policiales constatan esta tendencia, tanto para los grandes cargamentos enviados en mercantes como en pequeños alijos que se ocultan en contenedores que llegan a puertos de Galicia y Portugal.

En una intervención conjunta de agentes de Greco Galicia y Udyco de la Policía fueron localizados 15 kilos de cocaína en el puerto de Barcelona, el viernes 4 de noviemb...

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La vieja ruta de Panamá para el transporte de cocaína ha vuelto a ser utilizada por nuevos grupos de narcos gallegos. Recientes operaciones policiales constatan esta tendencia, tanto para los grandes cargamentos enviados en mercantes como en pequeños alijos que se ocultan en contenedores que llegan a puertos de Galicia y Portugal.

En una intervención conjunta de agentes de Greco Galicia y Udyco de la Policía fueron localizados 15 kilos de cocaína en el puerto de Barcelona, el viernes 4 de noviembre, antes de que narcos gallegos pudieran retirarlos. La droga venía oculta en el interior del equipo de refrigeración de un barco procedente del puerto panameño de Balboa que traía en sus bodegas una carga legal de bananos.

Pero esta operación no era una más para los receptores de la droga, un nuevo grupo de traficantes de Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), según fuentes policiales. La banda pretendía coronar una cadena de envíos más importantes utilizando la ruta marítima entre Panamá y Vigo y testaron el plan con estos primeros fardos. Pero la prueba piloto fracasó.

La droga se ocultaba en un equipo de refrigeración de un barco procedente del puerto panameño de Balboa que traía en sus bodegas una carga de bananos. EL PAÍS

El alijo, de elevada pureza y valorado en medio millón de euros, iba a llegar al puerto de Vigo la pasada semana, mientras un dispositivo policial le seguía la pista, coordinado con agentes antidroga de Panamá. Por motivos que todavía se desconocen, probablemente un fallo de logística, los fardos se desviaron a Barcelona. El grupo planeaba importar cantidades de droga mucho mayores si este transporte salía bien, según la investigación de la Brigada Central de Estupefacientes.

A principios de noviembre, la Policía Nacional de Panamá se incautó de un importante cargamento, más de una tonelada de cocaína, en un contenedor procedente de Guayaquil (Ecuador) cuyo destino era España. Fue una de las 78 redadas que en 2020 se han llevado a cabo en el país centroamericano en las que se han decomisado 41.828 fardos de droga. En 2019 se batió una cifra récord en este país con 90.000 toneladas de droga intervenida, la mayoría cocaína.

En marzo, agentes de la Guardia Civil y del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) interceptaron 160 kilos de cocaína de gran pureza en el puerto de Marín (Pontevedra). El barco también había efectuado escalas en Balboa (Panamá) y después en Algeciras, otro semáforo rojo del narcotráfico, aunque la droga se había embarcado en Guayaquil (Ecuador).

Los narcotraficantes utilizaron el método del gancho ciego, aprovechando el transporte de una mercancía legal, en este caso material de construcción, para romper el precinto e introducir la droga sin que al parecer lo supiesen los responsables del envío.

Los orígenes del narco

Panamá ha resurgido en el esquema logístico del narco, cuatro décadas después de haber sido el principal punto de referencia para las viejas organizaciones gallegas, tanto en el embarque de cargamentos transoceánicos como en el blanqueo de dinero y abanderamiento de buques. El puerto franco de Colón (y luego el de Balboa) fue en los años noventa del pasado siglo la principal base de operaciones para los históricos narcos como Sito Miñanco o Los Charlines.

Las tripulaciones gallegas se desplazaban por aquel entonces hasta la ciudad de Panamá y allí se compraban los barcos nodriza de segunda mano para emprender una travesía por el Atlántico que podía durar dos meses. Una semana después de zarpar, las lanzaderas colombianas con sus tripulantes armados, alijaban la cocaína en alta mar. Los proveedores se fiaban de los gallegos y estos les pagaban una vez distribuida la droga, hasta que la confianza se quebró.

Las condiciones de navegación de algunos de estos navíos que procedían de desguaces eran pésimas, por lo que hacían su último viaje hasta Galicia a duras penas. Una vez desembarcada la cocaína en planeadoras por las Rías Baixas, estos narcobuques acababan en el fondo del mar.

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