Una vida dedicada al derecho penal en la Universidad y la abogacía
El catedrático y letrado Juan Córdoba Roda, de 86 años, falleció el 21 de noviembre
El 21 de noviembre nos dejó Juan Córdoba Roda, después de 86 años de una vida profesional dedicada al derecho penal en la Universidad y en el ejercicio de la abogacía. Formado en la Universidad de Barcelona junto a Octavio Pérez-Vitoria y también en la Universidad de Múnich, obtuvo la cátedra de Derecho Penal de la Universidad de Oviedo en 1964, permaneciendo allí hasta que se trasladó a la Universidad de Valencia en 1966, donde impulsó la creación del Instituto de Criminología y Ciencias Penales y donde se le recuerda con especial cariño.
En 1971, regresó a la Universidad de Barcelona,...
El 21 de noviembre nos dejó Juan Córdoba Roda, después de 86 años de una vida profesional dedicada al derecho penal en la Universidad y en el ejercicio de la abogacía. Formado en la Universidad de Barcelona junto a Octavio Pérez-Vitoria y también en la Universidad de Múnich, obtuvo la cátedra de Derecho Penal de la Universidad de Oviedo en 1964, permaneciendo allí hasta que se trasladó a la Universidad de Valencia en 1966, donde impulsó la creación del Instituto de Criminología y Ciencias Penales y donde se le recuerda con especial cariño.
En 1971, regresó a la Universidad de Barcelona, de cuya Facultad de Derecho fue decano y de la que fue catedrático hasta su jubilación. Después de muchos años de dedicación exclusiva a la Universidad, en 1980 fundó el bufete de abogados que lleva su nombre, trasladando al ejercicio de la abogacía su extenso bagaje teórico y su defensa de los derechos de los sometidos a un proceso penal.
Juan Córdoba Roda fue un introductor destacado de la dogmática jurídica propia de la ciencia penal alemana, no solo con la traducción del tratado de Maurach que nos permitió a muchos adentrarnos en ella, sino especialmente con dos monografías cruciales, El conocimiento de la antijuridicidad en la teoría del delito (1962) y Una nueva concepción del delito. La doctrina finalista (1963), que supusieron el asentamiento en nuestro país de una sistemática de la teoría del delito determinante de las elaboraciones doctrinales posteriores. Entre otros muchos trabajos, siguieron Las eximentes incompletas (1966) o Culpabilidad y pena (1977), sin olvidar nunca —como nos dijo muchas veces— que la función de los penalistas dedicados a la elaboración teórica no puede limitarse a la abstracción conceptual, sino que debe proporcionar instrumentos para la interpretación y la aplicación práctica del derecho penal. Muestra de ello son los monumentales Comentarios al Código Penal, junto a otros profesores en 1972 y, ya en solitario en el tercer tomo de 1977, fundamentales para todos los penalistas de mi generación.
Con la promulgación del Código Penal posconstitucional, su preocupación por servir a la aplicación del derecho le llevó a impulsar los tres tomos (2004 y 2011) de unos nuevos comentarios en los que participé junto a otros profesores de la Universitat Autónoma de Barcelona y que tuve el honor de codirigir gracias a su generosidad académica. Porque Juan Córdoba fue, además, maestro de penalistas en cuya escuela tengo la suerte de incluirme junto a Santiago Mir Puig, también tristemente desaparecido este mismo año.
Sus méritos académicos pueden ser comprobados por todos quienes nos dedicamos al derecho penal, pero quienes nos formamos bajo su dirección y quienes trabajaron junto a él podemos dar fe además de su gran condición humana. Juan Córdoba no buscó y, a veces, incluso rehuyó los reconocimientos públicos y los honores que merecía. Fue una persona amable, que hizo fácil la convivencia académica y cuyo trato exquisito quedará en nuestro recuerdo junto al de su honestidad personal e intelectual.
Mercedes García Arán es catedrática de Derecho Penal de la Universitat Autónoma de Barcelona.