Consell: más pruebas de vida harían falta
La reunión entre Puig y Oltra se asemeja a un puro trámite con el que había que cumplir para evitar que el desmadre alcanzase cotas más enervantes
La pregunta es: la sucinta información divulgada sobre el contenido del vis a vis mantenido el pasado miércoles entre Ximo Puig y Mónica Oltra ¿se debe a la discreción de ambos políticos o a la prosaica realidad de que lo que sabemos es lo que en realidad sucedió? O sea, entre poco y nada.
La cita protagonizada por el ...
La pregunta es: la sucinta información divulgada sobre el contenido del vis a vis mantenido el pasado miércoles entre Ximo Puig y Mónica Oltra ¿se debe a la discreción de ambos políticos o a la prosaica realidad de que lo que sabemos es lo que en realidad sucedió? O sea, entre poco y nada.
La cita protagonizada por el presidente y la vicepresidenta del Gobierno valenciano había generado elevadas expectativas. La penuria argumental de la política valenciana -todo sigue pasando en Madrid, con episodios en Cataluña y el País Vasco- lleva a convertir en hitos destacados lo que debieran ser gestos cotidianos, como que los máximos responsables de un gobierno de coalición con aspiraciones modélicas de cogobernanza se sienten a despachar asuntos. Por desgracia, esa cotidianeidad se desvaneció hace tiempo.
Las últimas semanas pudimos comprobar en vivo y en directo cómo el Gobierno del Botánico presentaba severas disfunciones; disfunciones que iban más allá de las dificultades habituales que se registran en las distintas consellerias, fruto del llamado “mestizaje”: fórmula que obliga a la convivencia de altos cargos procedentes de las organizaciones -PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos- que integran el Gobierno valenciano. Salvo contadas excepciones, el choque entre los intereses partidistas, las distintas culturas políticas y el afán de protagonismo de unos y otros -trufado todo de desconfianzas mutuas- tensan la gestión en los diferentes departamentos del Consell y emiten un continuo murmullo de crisis.
Los susurros subieron de decibelios con las declaraciones de Oltra denunciando la alteración del presupuesto de su departamento sin haber sido advertida de ello, con sus críticas hacía la futilidad de las medidas restrictivas decididas por Puig para frenar la pandemia en territorio valenciano, o con su matización de que un proyecto presentado solemnemente por el Presidente del Consell como la hoja de ruta de la recuperación post Covid, no pasaba de ser un “documento de trabajo” no consensuado en el seno del Consell. Cóctel explosivo que ofrecía la radiografía de un Gobierno valenciano funcionando por inercia y con nula interacción entre sus más destacados referentes.
Se considera improcedente practicar una crisis de Gobierno en el contexto de una pandemia y con el horizonte económico y social amenazando una DANA de alcance aún insospechado. Aun así, el presidente Puig viene recibiendo sugerencias de dirigentes socialistas para implementar cambios en el Consell que pongan fin al mestizaje y obligue a los responsables de cada Conselleria a asumir íntegramente la gestión del departamento encomendado, sin excusarse en injerencias o zancadillas de terceros. No parece que ese asunto se abordase en la reunión con Oltra. Visto el resultado, más se asemeja el encuentro a un puro trámite con el que había que cumplir para evitar que el desmadre alcanzase cotas más enervantes por la vía de los medios de comunicación y las redes sociales.
Convocar de manera urgente la Mesa Interdepartamental para la Prevención y Actuación ante el Coronavirus -reunida ayer, sábado, por primera vez desde el 23 de marzo- y la incorporación de Oltra y el conseller Vicent Marzá al Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi), además de comprometerse a avanzar en la fórmula de la cogobernanza, se nos antoja un resultado pobretón y de escasa enjundia para calafatear todas las grietas de un barco -Titánic que diría Isabel Bonig- que deberá navegar lo que resta de legislatura en las bravas aguas de múltiples crisis.
Hubieran hecho falta otras pruebas de vida más contundentes para confiar en que este Consell de coalición está vivo. Ni una sobria foto del tête a tête estrechándose las manos se quisieron hacer.
Solo a título de ejemplo: ¿no hubiera ganado en contundencia política la presencia el pasado martes de Ximo Puig en tierras catalanas si hubiese viajado acompañado de su vicepresidenta y líder de Compromís? Al fin y al cabo la “vía valenciana” que defendió el Molt Honorable en la conferencia pronunciada en el Cercle d’Economia se respalda, en su vertiente política, en el pacto que dio origen al Gobierno del Botánico. Esa sí hubiera sido una buena prueba de vida.