CORONAVIRUS

Portugal prohíbe este lunes la entrada de turistas desde España

Lisboa anuncia restricciones en la frontera, aunque pasarán trabajadores y mercancías

Control fronterizo de la policía portuguesa en Caia, en la tarde del domingo.Francisco Javier Martín Del Barrio

El primer ministro de Portugal, António Costa, anunció el domingo “restricciones” en la frontera terrestre con España. A partir de este lunes y durante un mes quedará prohibido el paso de viajeros a Portugal con fines turísticos. Seguirán sin restricciones el transporte de mercancías y el acceso de los trabajadores transfronterizos. Las medidas buscan proteger a un país, Portugal, que aún no ha registrado ninguna víctima mortal por el coronavirus.

Solo unas horas antes, en la mañana de este domingo, ya se detenía a todos en la frontera. El personal, con mascarilla y papel, registraba la...

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El primer ministro de Portugal, António Costa, anunció el domingo “restricciones” en la frontera terrestre con España. A partir de este lunes y durante un mes quedará prohibido el paso de viajeros a Portugal con fines turísticos. Seguirán sin restricciones el transporte de mercancías y el acceso de los trabajadores transfronterizos. Las medidas buscan proteger a un país, Portugal, que aún no ha registrado ninguna víctima mortal por el coronavirus.

Solo unas horas antes, en la mañana de este domingo, ya se detenía a todos en la frontera. El personal, con mascarilla y papel, registraba la matrícula, preguntaba a dónde iban los vehículos y de dónde venían. Y anotaba el número de pasajeros. “No es un cierre, a nadie impedimos el paso”, advertía el capitán de la Guardia Nacional Republicana (GNR), João Lourenço.

El puente José Saramago registraba menos tráfico de lo habitual en una tarde de domingo, según explicaba el capitán. En el puesto fronterizo, con el aspecto decadente propio de lo que dejó de cumplir su función cuando se estableció la unión aduanera, solo aguantaban con vida las gasolineras, que aprovechan la fuerte diferencia de los precios de los combustibles entre los dos países. Cuatro empleados charlaban hombro con hombro en el interior de la tienda, pero no abrían la puerta ni para vender un periódico. Los aseos están en el exterior, con las puertas abiertas de par en par para no manosear nada. El pago de la gasolina es a través de una ventanilla de cristal. La empleada, con guantes, prefería el pago con tarjeta.

“Estamos a la espera de nuevas órdenes”, afirmaba el capitán Lourenço. Se refería al cierre parcial de la frontera. En los municipios fronterizos era un clamor. Lo exigía el alcalde de Oporto y también el de Mogadouro, en Braganza, localidades con muchos visitantes gallegos, salmantinos y zamoranos. Temen que los españoles les traigan turismo con virus. La diferencia de la epidemia entre un país y el otro es abismal. Apenas 245 casos en Portugal y ningún muerto, y pese a ello ha decretado el estado de alerta en el país y se estudia el escalón superior, el estado de emergencia. Para los partidos de la oposición es una medida tardía, incluso insuficiente. El partido ultraderechista Chega pide cerrar la frontera.

También lo pide el escritor y columnista del Expresso Miguel Sousa Tavares. Lo que más dice temer del coranavirus es el vecino español. En su artículo del sábado escribe que es un vecino indeseable, que pesca en sus aguas, le corta el agua de sus ríos y le pone centrales nucleares junto a la frontera (Almaraz está a 100 kilómetros de Portugal). “Se queda con lo bueno, la energía, y para nosotros nos deja el riesgo”, escribe.

En la página de peticiones populares Peticao Pública, 150.000 personas ya han firmado el cierre de fronteras y la cuarentena obligatoria de los portugueses.

El presidente de Madeira, Miguel Albuquerque, del PSD, ha decretado por su cuenta y riesgo la cuarentena obligatoria de todos los que desembarquen en la isla, ya que no puede impedir la llegada de vuelos, potestad del Gobierno central, dirigido por el socialista Costa. Madeira no tiene ningún caso y no quiere importarlos, ni por mar ni por aire.

En la frontera extremeña de Caia no había el domingo por la tarde ningún policía español, apenas un luminoso sobre la autopista advertía de que no se realicen viajes injustificados.

A las cinco de la tarde del domingo, el capitán Lourenço terminaba su “control puntual” de tráfico. A la espera de nuevas órdenes había desaparecido toda la parafernalia de uniformes, sirenas, mascarillas y encuestas, los conductores podían cruzar buscando los buenos aires portugueses; pero solo hasta este lunes.

Lo que se temen los alcaldes del norte con la llegada de las fiestas de Pascua ya ha empezado. En Comporta, lugar idílico de sol y playa, se ha detectado la llegada de varias familias españolas dispuestas a pasarse la cuarentena pascual en su casa portuguesa.

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