Cartas al director

Gracias, Merino

Como cada año, acabo de llamar al hospital Puerta de Hierro para pedir cita con mi neurólogo. “El doctor Merino se ha jubilado, pero te doy con una de sus sustitutas”. Silencio. Habrá sido un segundo en el que en mi cerebro ha habido espacio para el impacto, la pena y el miedo. En los 25 años que hemos estado juntos, “el Merino”, como le llamábamos en casa, no tuvo que tratarme, porque mi esclerosis ha sido bastante formalita. Pero me escuchaba y me explicaba cada avance, cada descubrimiento. Era mi placebo. Me daba seguridad saber que, si la cosa se desbocaba, él estaba ahí. Supervisando mi e...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Como cada año, acabo de llamar al hospital Puerta de Hierro para pedir cita con mi neurólogo. “El doctor Merino se ha jubilado, pero te doy con una de sus sustitutas”. Silencio. Habrá sido un segundo en el que en mi cerebro ha habido espacio para el impacto, la pena y el miedo. En los 25 años que hemos estado juntos, “el Merino”, como le llamábamos en casa, no tuvo que tratarme, porque mi esclerosis ha sido bastante formalita. Pero me escuchaba y me explicaba cada avance, cada descubrimiento. Era mi placebo. Me daba seguridad saber que, si la cosa se desbocaba, él estaba ahí. Supervisando mi enfermedad, sí, pero, sobre todo, investigando. Dando cientos de esos pequeños pasos, muchos frustrantes, que a veces, solo a veces, acaban en milagrosos resultados que salvan o mejoran vidas de miles de personas. Y ahora solo pienso: ¿habrá pasado bien los trastos?

¿Habrá algún buen heredero/a con sus ganas de investigar, su nivel de exigencia y su compromiso con la sanidad pública? Necesito pensar que sí, y que cuidaremos la sanidad pública sin pensar en su rentabilidad. Dejando que muchos Merinos prueben, yerren y acierten en beneficio de todos. Doctor, gracias.

Alejandra Martínez, Madrid.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO