Desde que llegó a la presidencia de Perú en marzo de 2018, Martín Vizcarra ha estado enfrentado al Congreso. El pasado 30 de septiembre, esa tormentosa relación llegó a un absurdo punto de inflexión cuando disolvió la Cámara, que respondió apartándole del cargo y nombrando como sustituta a la vicepresidenta, Mercedes Aráoz, lo que fue un desafío más que un buen contraataque, porque ella rechazó el ofrecimiento en 36 horas. Perú parece encaminarse a unas elecciones legislativas en enero pero no está claro si el colapso constitucional servirá para romper el estancamiento o perjudicará a la democ...

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Desde que llegó a la presidencia de Perú en marzo de 2018, Martín Vizcarra ha estado enfrentado al Congreso. El pasado 30 de septiembre, esa tormentosa relación llegó a un absurdo punto de inflexión cuando disolvió la Cámara, que respondió apartándole del cargo y nombrando como sustituta a la vicepresidenta, Mercedes Aráoz, lo que fue un desafío más que un buen contraataque, porque ella rechazó el ofrecimiento en 36 horas. Perú parece encaminarse a unas elecciones legislativas en enero pero no está claro si el colapso constitucional servirá para romper el estancamiento o perjudicará a la democracia.

Aunque pueda cuestionarse la legalidad de su decisión, Vizcarra no ha perpetrado un golpe de Estado. Al contrario de lo que hizo el expresidente Alberto Fujimori en 1992, ni ha mandado tanques a las calles ni está haciendo caso omiso del Tribunal Constitucional. (…) Muchos peruanos comparten su opinión de que este Congreso es corrupto y obstruccionista.

La confrontación entre los poderes del Estado comenzó con el triunfo electoral de Pedro Pablo Kuczynski en 2016 sobre la hija del expresidente Alberto Fujimori, Keiko, que obtuvo la mayoría en el Congreso, con la que trató de paralizar la acción presidencial.

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Keiko Fujimori está encarcelada por presuntas donaciones ilegales de Odebrecht y Kuczynski se encuentra bajo arresto domiciliario mientras se investigan supuestos amaños con esa misma compañía brasileña. (…) Al llegar al poder Vizcarra, el enfrentamiento se agudizó porque estaba decidido a emprender reformas políticas y combatir la corrupción. La razón de ser de muchos partidos es vender su capacidad de influencia, por lo que propició la reforma de la financiación de las campañas y la celebración de primarias. El Congreso ha bloqueado todas sus iniciativas. (…)

Es impredecible el resultado electoral de enero. Puede que el Constitucional avale la disolución del Congreso, puede que se elija un Congreso que apoye las reformas, pero hay pocas razones para creer que ese nuevo Congreso vaya a tener mayor espíritu cívico. No han vuelto los negros días de 1992, pero hay nubarrones en el futuro.

Publicado el 5 de octubre.

Lea el artículo completo en inglés aquí.