Cartas al director

Los pueblos que se mueren

generación trabajando el campo, después muchas localidades quedarán en riesgo de desaparecer. Sus jóvenes se han marchado a la ciudad y en los pajares las telarañas cubren los aperos de labranza. La soledad es la reina en invierno. También hay poco trabajo, una ambulancia, un panadero y un médico, y hasta un párroco para compartir entre varios pueblos; además de un hospital saturado para toda la provincia. Un instituto a 30 kilómetros, malas carreteras, dos recogidas de basura a la semana, población envejecida, una cobertura pésima de teléfono e Internet, pocas inversiones y abandono de las ad...

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generación trabajando el campo, después muchas localidades quedarán en riesgo de desaparecer. Sus jóvenes se han marchado a la ciudad y en los pajares las telarañas cubren los aperos de labranza. La soledad es la reina en invierno. También hay poco trabajo, una ambulancia, un panadero y un médico, y hasta un párroco para compartir entre varios pueblos; además de un hospital saturado para toda la provincia. Un instituto a 30 kilómetros, malas carreteras, dos recogidas de basura a la semana, población envejecida, una cobertura pésima de teléfono e Internet, pocas inversiones y abandono de las administraciones, pocos niños... Y, ¿todavía nos sorprendemos porque nuestros pueblos se vacían?... pues es simplemente porque los hemos abandonado entre todos. Somos nosotros los que les estamos dejando morir. Luego añorar y lamentarse no tendrá ningún sentido.

Luis Maroto Rivero, Navalcarnero (Madrid).

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