Cartas al director

Surcos de la vida

El miedo a envejecer es una constante del ser humano, pero mientras unos lo temen debido a que constituye un síntoma de que van llegando al ocaso de su vida, otros temen enfrentarse al espejo. Se ven ante una lucha interior: su aspecto exterior va por un lado y el interior va por otro. Esto desencadena una falta de equilibrio emocional, de armonía entre pensamiento y aspecto. Nuestro rostro es nuestra historia. A nadie le gusta envejecer, pero es de sabios aceptarlo, y planteado así, podremos transmitir ese equilibrio, esa luz, esa serenidad, esa paz interior. El espejo no debe constituir un e...

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El miedo a envejecer es una constante del ser humano, pero mientras unos lo temen debido a que constituye un síntoma de que van llegando al ocaso de su vida, otros temen enfrentarse al espejo. Se ven ante una lucha interior: su aspecto exterior va por un lado y el interior va por otro. Esto desencadena una falta de equilibrio emocional, de armonía entre pensamiento y aspecto. Nuestro rostro es nuestra historia. A nadie le gusta envejecer, pero es de sabios aceptarlo, y planteado así, podremos transmitir ese equilibrio, esa luz, esa serenidad, esa paz interior. El espejo no debe constituir un elemento de enfrentamiento. Como terapia lo mejor es una vida sana, buenos hábitos y, por encima de todo, sonreír. Lamentablemente, veo que muchas personas se resisten al paso del tiempo. Siento respeto, pero me da la impresión de que se han convertido en prisioneras de su propia imagen.

Mariano Aguas Jáuregui, Zaragoza.

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